jueves, junio 30, 2011

Jaime Campmany, La estatua de Franco

jueves 30 de junio de 2011

LA ESTATUA DE FRANCO

Por Jaime Campmany

Los huertanos de mi cuna murciana, que se han hecho un castellano particular para ellos solos, resumen su filosofía sobre la vida en esta frase: «Hoy semos y mañana, estautas», traducción panocha del famoso adagio latino «Vita brevis, ars longa», compuesto al alimón entre Salustio e Hipócrates. Aquí, en la frase de mi tierra, se entiende muy bien lo del «hoy semos», o sea, «somos», como equivalente al «vita brevis». El «ars longa» se lo pone la «estauta», o sea, «estatua». Como dijo Pemán del catalán, el panocho es «un vaso de agua clara».

Desde hace casi treinta años, Franco es ya «estauta», y su vida, que no fue tan breve como muchos (unos por unas razones y otros por otras) hubieran querido, es ya Historia. Y quieren bajarlo del caballo ahora, cuando ya no cabalga. Recuerdo que un año corrió la voz de que iban a atentar contra su vida precisamente en el aniversario del fin de la guerra, y Franco apareció a caballo, solo, por mitad del Paseo de la Castellana, en la parada militar que entonces se llamaba Desfile de la Victoria y que ahora se llama Desfile de la Sentada. No lo bajaron vivo del caballo, y a los treinta años de su muerte quieren bajarlo «estauta». Lo mismo hizo la República con los vestigios de la Monarquía, y lo mismo hizo el franquismo con los recuerdos de la República. Se sustituye la placa de una calle o se derriba un monumento y ya está.

En estos cantones, que hacia eso vamos, somos proclives a creer que echando abajo monumentos y estatuas, cambiando el nombre de las calles y borrando los vestigios disgustosos, cancelamos también la Historia. Creemos los batuecos que es posible ese milagro que ni siquiera Dios puede hacer. Repetiré los dos famosos endecasílabos de Manuel Machado: «Que lo que sucedió no haya pasado, / cosa que al mismo Dios es imposible». Lo que sucede es que también el poeta es de por aquí, de estos cantones, y encima él viene de las taifas del califato, y concluye así: «Mas no siendo imposible, no lo quiero». Olé. «España y yo somos así, señora».

Hay algunos rojelios que se han empeñado en que Franco no ganara la guerra, y quieren bajarlo del caballo, o llevárselo a no sé dónde con caballo y todo. Hay que ver la importancia que da un caballo, por ejemplo el de Espartero. El general Pavía tuvo la precaución de entrar a caballo en el Congreso, y los diputados se tiraban a la calle desde las ventanas. Si entra a pie, no le hacen caso, y siguen debatiendo. Al general ese de la Guardia Civil que trasladaba a Suiza los monises de los barandas del «Gal», hay que subirlo a un caballo y erigirlo delante del Banco de España. Es lo menos que pueden hacer los que se quedaban con la pastizara en la cuenta del Credit Suisse.

Naturalmente, quitar la estatua de Franco es una gilipolluá. Antes que yo lo dijo Felipe González. Mi amigo y compadre Enrique de Aguinaga me recuerda unas frases del que entonces era presidente del Gobierno (1984 y 85). «Me parece una estupidez eso de ir tumbando estatuas de Franco... Franco ya es Historia de España... Siempre he pensado que si alguno hubiera creído que era un mérito tirar a Franco del caballo, tenía que haberlo hecho cuando estaba vivo».


ABC. 09 de Noviembre de 2.004.-

http://www.generalisimofranco.com/Articulo/estatua_091104.htm

Pio Moa, ¿En nombre de qué muertos?

jueves 30 de junio de 2011

¿En nombre de qué muertos?

Por Pío Moa

En recientes declaraciones con motivo de esa merendola de blancos que son los cursos de El Escorial y otros en Andalucía referidos a la historia del pasado reciente, Paul Preston ha lamentado el amplio eco que, a su juicio, encuentra en la prensa española el “descarado” revisionismo sobre la guerra civil y el franquismo. Se entiende: el buen Preston no ha podido rebatir una sola de las críticas que ha recibido en el plano historiográfico, y encuentra más cómodo el silenciamiento de esas críticas por el bien de una política más correcta. En otras palabras, sugiere finamente que a los españoles no nos conviene una libertad de expresión algo amplia, y que un poco de censura nos vendría bien. ¿Les suena? Una censura al estilo de la practicada por los “demócratas” de El país y de la propuesta por la izquierda con especial celo, y también bastante éxito, contra mis investigaciones. El caso de Dávila es ilustrativo: desataron tal campaña, que ninguna televisión general volvió a llamarme, y el propio Dávila perdió su puesto en cuanto llegó el “talante” de Mr. Bean. No hubo entonces la menor protesta de estos ardientes defensores de las libertades… de las suyas exclusivamente, entiéndase.



Bien, estas cosas extrañarán solamente a quienes sigan ignorando la historia real y la clase de democracia defendida por las izquierdas en la república y la guerra civil. Pero Preston va más allá. Según El Mundo, “se refirió a historiadores como Pío Moa, que ahora intentan explicar que las represiones recibidas por los vencidos fueron castigos justos, y dijo que los historiadores deben "hablar en nombre de los muertos, no se trata de venganza, sino de justicia".



Yo nunca he dicho que los castigos fueran justos, como indudablemente sabe Preston, el cual, como de costumbre, necesita tergiversar al adversario para criticarle, si a eso cabe llamar crítica. Las represiones fueron eso: terror, por ambos bandos. Ese terror nació del odio, y el odio fue cultivado principalmente por la izquierda como una virtud revolucionaria, con palabras y con agresiones continuas desde 1931. Esto lo he documentado tan abundantemente que ni Preston ni ningún otro han podido desmentirlo. Sólo les queda, por tanto, tratar de ocultar los hechos al público.



Pero, en fin, ¿en nombre de qué muertos se cree Preston con derecho a hablar? Por supuesto, no de los muertos de la derecha. Ni tampoco de los izquierdistas torturados y asesinados por otros izquierdistas, que no fueron pocos. Se refiere exclusivamente a los izquierdistas asesinados o ejecutados por las derechas. Como nadie ignora, los vencedores tuvieron muy amplia ocasión de vengarse del terror de sus enemigos, porque, al terminar la guerra civil, una conducta generalizada entre los dirigentes “republicanos” fue escapar sin el más mínimo cuidado o previsión para la masa de seguidores que dejaban a sus espaldas, cogida en una auténtica ratonera. ¿Cómo calificar esta conducta? Contentémonos con señalarla, pues por alguna extraña razón siempre se les olvida a los historiadores tipo Preston.



Pues bien, bastantes miles de esas personas abandonadas habían practicado el terror contra las derechas y, por lo tanto, les esperaban las más graves represalias, en las que caerían también bastantes inocentes. ¿Habla Preston en nombre de los izquierdistas autores de crímenes, a veces de terrible ferocidad, y que sufrieron luego, tras verse abandonados por sus jefes, las represalias de los vencedores? Yo sospecho que sí, que nuestro historiador habla, precisamente, en nombre de ellos. La sospecha no es arbitraria: si Preston no se molesta siquiera en distinguir a los criminales de los inocentes entre los represaliados por el franquismo, está colocando a los segundos al nivel de los primeros, con un espíritu de injusticia que da escalofríos. Es la lógica misma del terror, justificado automáticamente si sirve a la buena causa. Al observar estos “detalles” nos percatamos de hasta qué punto la historia fabricada por Preston no persigue en modo alguno establecer los hechos, sino confundirlos en un totum revolutum del que sólo puede brotar una cosa, el odio, como un chorro de pus. Triste faena la de reverdecer los antiguos rencores homicidas. “No es venganza, es justicia”, asegura el faenante, que debe de tomarnos por idiotas y deplora el creciente descrédito de sus mixtificaciones.



Libertad Digital. 5 de Julio de 2.004.-


http://www.generalisimofranco.com/articulo34.htm

Cristina Losada, Franco Resucitado

jueves 30 de junio de 2011

Franco Resucitado

Por Cristina Losada

¿Hay muertos que están vivos? Tenemos el caso de Elvis Presley, cuyos fans se consuelan pensando que no murió aquel infausto 16 de agosto de 1977 y que por ahí anda, aún vivo. Y tenemos el caso del general Francisco Franco, que es más morboso, porque no son sus fans, sino sus oponentes los que se han empeñado en insuflarle vida. Sus oponentes de ahora, para añadir un contrasentido más. Esos antifranquistas retrospectivos que lo resucitan para poder hacerle fechorías sin riesgo alguno y extraer del macabro ceremonial unas gotas de rédito político.

La última de estas resurrecciones de Franco ha tenido lugar en Ponteareas, municipio pontevedrés. El nuevo ayuntamiento, gobernado por PSOE y BNG gracias a los votos de cuatro de los cinco concejales del PP, decidió que se tapase un busto de Franco durante la procesión del Corpus. Franco era muy religioso, así que el castigo estaba bien pensado: que no viera la procesión ni a través de su estatua. Porque las miles de personas que acudieron a la villa para admirar las alfombras florales que se confeccionan para la fiesta, sí que vieron más que nunca el busto del dictador, embalado como estaba en plásticos cutrones y atado con sogas. Un paquete a lo Christo, pero deliberadamente antiestético.

El verano debe ser buena época para las resurrecciones. Hace un año ocurría el milagro en Ferrol, donde el anterior alcalde, del BNG, retiraba la estatua ecuestre del que fuera hijo de la villa para que dejara de galopar y liar el tráfico. La hazaña no le sirvió para ganar las elecciones el 25-M, pero los nacionalistas han reincidido, acompañados ahora por los socialistas. Se han olvidado éstos, qué desaire, de que Felipe González, consideraba estúpidas y cobardes esas venganzas retrospectivas, como recordaba Pío Moa en el artículo que dedicó al episodio ferrolano (Con nocturnidad y alevosía, Libertad Digital 17-07-02),

El “mensaje” de estas gamberradas políticas es simple y claro: quedan restos del franquismo que hay que mandar al basurero, la transición aún está por hacer. La batalla por la alcaldía ponteareana se ha presentado así como una pugna entre la democracia y el antiguo régimen, encarnado éste por un alcalde que ocupó 35 años el cargo, nunca renegó de sus orígenes falangistas (El País, 14-6-03) y mantuvo los símbolos del franquismo: el busto y una vidriera en el ayuntamiento. La cuestión incómoda es que José Castro ganó por mayoría absoluta todas las elecciones de la democracia y hasta obtuvo en las últimas, ya expulsado del PP, el mayor número de votos. De lo cual se deduce que o los ponteareanos son en su mayoría de camisa azul o les importa poco que Castro no renegara de sus orígenes. Que son los de muchos otros españoles y no pocos popes de la izquierda y el progresismo.

La ignorancia histórica y el oportunismo se juntan en esta movida de las estatuas. Si uno se ha creído que la guerra civil fue provocada por unos fascistas genocidas para destruir una democracia ejemplar, no aceptará fácilmente que aquellos monstruos se hayan ido de rositas y querrá vengarse, aunque sea en las piedras. Si uno quiere echar a la derecha del gobierno, pero anda escaso de equipaje político y ético, procurará deslegitimarla sacando a relucir sus orígenes franquistas e insistirá en que ese pasado contamina su presente. Y si uno es de esos raros españoles que no corrió delante de los grises, hizo carrera bajo el franquismo y necesita quitarse “la mancha”, tratará de ser el primero en tirarle piedras al muerto resucitado. No son pocos los que tienen algo que ganar con la farsa.

También van a ganar algo los ponteareanos. Después de 35 años en un islote franquista, pueden degustar al fin las delicias de un gobierno de “progreso”. Para hacer boca, el tapado del busto y la supresión de la reina de las fiestas por “sexista”. De primero, reeducación lingüística, redenominación de calles en gallego y retirada definitiva de la simbología franquista. De postre, la posibilidad de fundir el busto y hacer chapas conmemorativas de su merecido fin. Si lo hacen tendremos a Franco inmortalizado en pins. Para un gobernante que lleva veintiocho años enterrado, sin duda es una muestra de vitalidad extraordinaria.


5 de Julio de 2003 .- Libertad Digital.

http://www.generalisimofranco.com/articulo20.htm

Jorge Alcalde, No les digas a los indios que eres ecologista

jueves 30 de junio de 2011

AL MICROSCOPIO

No les digas a los indios que eres ecologista

Por Jorge Alcalde

La primatóloga Alison Jolly, de la Universidad de Princeton (EEUU), analizaba con acidez las dificultades por las que pasan los expertos en conservación de la naturaleza en el Tercer Mundo. Lo hacía desde las páginas de la revista Science y atinaba en un párrafo que dará que hablar: “desde los países menos desarrollados, la ética de la conservación que triunfa en Occidente puede ser interpretada como otra forma de imperialismo económico basada en al tradicional hipocresía del mundo rico. El romanticismo con el que nosotros contemplamos la naturaleza salvaje se traduce para ellos en la obligación de seguir teniendo monos en el jardín de casa”.

Desde hace tiempo me ha preocupado el difícil matrimonio entre ecología y desarrollo. Sobre todo desde que, en mi primer viaje a la India, cometí un error que me sumió en el peor de los bochornos: tratando de presentarme en un torpe inglés como periodista interesado en temas de cooperación para el desarrollo, confundí el término development (desarrollo) con environment (medioambiente). El lapsus causó pavor: aquellos hombres y mujeres de Jagalur no querían a ecologistas, necesitaban técnicos que les enseñasen a construir canalizaciones y puentes, a sacar algo más de partido al dinero que recibían de las ONG con una sabia estrategia de inversiones.

Uno de los principales errores que el ecologismo occidental ha cometido tiene que ver con su equívoca definición del concepto “desarrollo sostenible”, término tan utilizado en el discurso ambientalista de moda como carente de andamiaje intelectual e, incluso, ético. Wilfred Beckermanen “Lo pequeño es estúpido”, nos alertaba hace un lustro de que “la idea de desarrollo sostenible se ha definido de tal manera que o es moralmente repugnante o lógicamente redundante”. Situar a la sostenibilidad como objetivo principal de cualquier desarrollo económico obligaría casi a negar la posibilidad de desarrollo: si los ecologistas hubieran tenido la voz que hoy tienen hace dos siglos, ahora no existiría la minería ni la industria porque son procesos evidentemente no sostenibles.

Una de las definiciones más famosas del desarrollo sostenible es la que la primera ministra noruega Gro Harlem Brundtlandim puso a la Comisión Mundial sobre Medio Ambiente y Desarrollo con su informe de 1987 titulado “Our common future”. Según la señora Brundtland “la pérdida de especies animales y vegetales puede limitar enormemente las opciones de las generaciones futuras, por lo que el desarrollo sostenible exige la conservación de especies animales y vegetales”. Es decir, que los países pobres están condenados, en virtud del culto a la sostenibilidad, a mantener para siempre los monos de su jardín.

El problema es que la desaparición de especies vegetales y animales no es una consecuencia directa del desarrollo, ni siquiera del abuso del desarrollo. El 98 por 100 de las especies que han vivido sobre el planeta ya no existen y no creo que eso haya limitado las posibilidades de desarrollo de ninguna generación humana posterior a la extinción de los dinosaurios (o sea, todas). Esa es la razón por la que los grupos ecologistas han empezado a sustituir la línea dura de la sostenibilidad por el concepto más ambiguo de “desarrollo sostenible flexible”. Pero siguen sin aceptar que la única aproximación plausible al problema debe incluir una investigación científica y económica que tenga en cuenta factores como el coste de la reducción de la contaminación, la posibilidad de sustituir bienes naturales por bienes manufacturados o la evaluación económica del patrimonio biológico.

Quizás así, empezarían a darse cuenta algunos de que la auténtica catástrofe ambiental que padecen los países del mundo menos desarrollado no es la que se encarna en el cambio climático, la desaparición del tigre de Bengala o la pérdida de espacios para la expansión de las adelfas. El verdadero mal ecológico que los azota es la escasez de agua salubre, el exceso de mosquitos transmisores de la malaria y la imposibilidad de disfrutar de más de una cosecha de arroz al año.

El equívoco no es baladí. La oposición radical de los ecologistas al uso de fertilizantes químicos desequilibra las expectativas de crecimiento agrícola en muchas zonas de África. Eso sí que hace insostenible el desarrollo. El error verde ha confundido, si no paralizado, muchas políticas de crecimiento del Tercer Mundo. Acosados por el lobby ecologista y temerosos de caer en delito de lesa majestad contra el todo poderoso ideal del desarrollo sostenible, gobiernos y agencias de cooperación huyen de programas de intensificación agrícola basados en serios criterios científicos y económicos .

El premio Nobel Norman Borlaug, pionero en la defensa del uso de semillas modificadas genéticamente para potenciar la agricultura del Tercer Mundo, alertaba hace tiempo de que “la sostenibilidad ha derivado, simplemente, en un aumento de la inseguridad alimentaria de los países pobres”. No hay ninguna razón ética ni científica que justifique la oposición frontal a los alimentos transgénicos como herramienta para mejorar la producción agrícola de un país famélico. Como tampoco la hay para imponer una prohibición total del uso del DDT (prohibición muy poco fundamentada en criterios científicos) aún a costa de retrasar las expectativas de erradicación de la malaria.

El último dislate en este sentido viene de la mano de algunos defensores de la fauna salvaje. Amparados por tratados como el CITES (Convención Internacional para el Tráfico de Especies Protegidas) confeccionan listas de animales en peligro a partir de las que las autoridades occidentales terminan imponiendo estrictas prohibiciones de explotación. Pero no son pocos los científicos que se quejan de que el CITES ha sido “secuestrado” por posturas conservacionistas extremas que pretenden convertir a los países del Tercer Mundo en un museo vivo de historia natural. El fracaso de las prohibiciones es patente. La población mundial de tigres no ha dejado de decrecer desde que la especie fue introducida en el apéndice 1 del CITES (el que recomienda la prohibición total de vender y comprar cualquier producto derivado de ciertos animales).

La mitad de los tigres vivos habitan en reservas protegidas indias que son sistemáticamente asaltadas por furtivos seguros de que sus piezas alcanzarán un precio de oro en el mercado negro de China (donde algunos derivados del tigre forman parte de la farmacopea tradicional). Algo similar ha ocurrido con otra especie mimada por el CITES (el rinoceronte blanco).

Quizás sería más sensato reconocer el derecho de los pueblos a explotar sus recursos naturales y aplicar medidas de control y compensación para mantener los stocks. Hay un precedente: la sabia administración del comercio de pieles de cocodrilo ha favorecido el mantenimiento de la especie en muchos países. El caso del esturión es similar. La Unión Mundial para la Conservación (el consejo asesor científico del CITES) ha pedido reiteradamente que la especie no sea incluida en el Apéndice 1 sino en el 2, donde se recomiendan controles para la explotación sin llegar a la prohibición. El argumento es simple: convertir en delito la pesca del esturión no impedirá que las mesas de solventes familias occidentales sigan sirviendo caviar para cenar (mucho más caro, eso sí) y podría sin embargo condenar a la pobreza a centenares de pescadores del Mar Caspio.

En resumen, la polémica termina centrándose en dirimir a quién pertenecen los monos del jardín (¿al dueño del jardín o a Greenpeace?)


http://revista.libertaddigital.com/no-les-digas-a-los-indios-que-eres-ecologista-717.html

Pio Moa, Quienes hicieron grande a la ETA

jueves 30 de junio de 2011

ESPAÑA

Quiénes hicieron grande a la ETA

Por Pío Moa

La ETA es seguramente el grupo terrorista más influyente de Europa, capaz de condicionar la política de un país entero y pesar sobre las principales decisiones políticas, incluso sobre la propia elaboración constitucional, pues los artículos referentes a las nacionalidades y al progresivo vaciamiento del poder central provienen, directa o indirectamente, de la acción etarra.

Concretamente, la UCD trató de satisfacer al máximo a los nacionalistas regionales de Vascongadas y Cataluña, a fin de elevarlos como alternativa frente a la ETA y quitar a esta argumentos. Parecía necesario reforzar a aquellos partidos, que salían del franquismo sin fuerza porque nunca le habían hecho oposición real, de igual modo que se creía preciso convertir a un PSOE irrisorio en la gran alternativa al PCE, cuya fuerza se exageraba mucho por falta de perspectiva histórica, como había de verse. Como ni nacionalistas ni socialistas habían hecho más que una oposición de sainete a la dictadura, había que relanzar sus partidos, y a ello se aplicaron poderosas fuerzas nacionales e internacionales, y medios de masas. A los cuales podía hacerse la misma observación de Ortega a Einstein cuando este se dedicaba a crear opinión favorable al Frente Popular:

Usufructúa una ignorancia radical sobre lo que ha pasado en España ahora, hace siglos y siempre.

Aquellos políticos, periodistas e intelectuales trataban a socialistas y nacionalistas de acuerdo con lo que ellos desearían que fuesen y con perfecta ignorancia de la historia y los presupuestos ideológicos de tales formaciones. Incluso llegaron a pensar algunos que los nacionalismos de derecha en Cataluña y Vascongadas harían innecesaria la presencia de una derecha nacional en esas regiones. A la ignorancia se sumaba una ausencia de pensamiento político más allá de tópicos como el de europeizarnos u homologarnos, un antifranquismo descerebrado que justificaba cualquier mentira sobre el pasado y el presente, y maniobras más o menos picarescas, que engendraron una democracia de baja calidad y en progresiva degradación, si exceptuamos, parcialmente, el período de Aznar. Quizá esta ignorancia y distorsión del pasado es lo que da a la política española, desde hace mucho tiempo, ese peculiar tinte de vaciedad, vuelo corraleño y corrupción intelectual. Un país solo puede progresar apoyándose ante todo en su experiencia y el conocimiento de sus condiciones, y esto no ocurre.

Veamos este dato significativo: el PSOE emerge del franquismo con un programa casi idéntico al de la ETA: socialismo y autodeterminación, palabra esta última que es solo un eufemismo para la secesión. Puede alegarse que su socialismo era de pandereta, como toda la ideología del PSOE, y es verdad; pero ello no lo hace menos peligroso, como ha demostrado la historia, y en cualquier caso nunca ha sido un partido democrático. Y puede decirse que en realidad no deseaba la secesión de Cataluña o las Vascongadas, y también es verdad, pero ello no le impedía impulsarla con su palabrería. En política, las palabras tienen casi siempre consecuencias, y difícilmente pueden ser buenas las consecuencias de las propuestas frívolas, antidemocráticas e ignaras.

La coincidencia del PSOE con la ETA no es fortuita. Procede de un hecho histórico crucial y casi nunca expuesto por los analistas e historiadores: hasta 1968, la ETA era un grupúsculo más, aislado, cuya propaganda expresaba las más acerbas acusaciones a la sociedad vasca, que no hacía caso a sus chifladuras; pero en el año citado la banda empezó a asesinar deliberadamente, y de pronto cobró importancia extraordinaria. Y no la cobró por el mero hecho de sus atentados, sino porque a partir de entonces, y precisamente por haber asesinado, se volcaron en su favor las fuerzas más poderosas, justificando a los criminales totalitarios como heroicos patriotas vascos, luchadores por la libertad, etc. Fuerzas como los grupos antifranquistas casi en pleno, comunistas y no comunistas, una parte importante del clero vasco y del resto de la Iglesia española en proceso de radicalización, y los gobiernos argelino, castrista y francés, este último muy especialmente. Entre todos hicieron grande a la ETA. Piénsese en las movilizaciones internacionales –gubernamentales, políticas y sindicales–, violentas y no violentas, especialmente en 1970 y 1975, a favor de los autores de los asesinatos y con perfecto olvido de las víctimas. Para entenderlo debe recordarse que nada remotamente parecido se movía en Europa por las víctimas del totalitarismo en los países del Este.

En Una historia chocante y en La Transición de cristal he expuesto estos hechos, asombrosos tanto por sí mismos como por la casi nula atención que han recibido. Y reveladores, más aún que el episodio Solzhenitsin, de la inconsistencia ideológica de la oposición a Franco, tanto la interna como la internacional, autopresentadas como democráticas. Las oleadas de simpatía por la banda terrorista no solo popularizaron a la ETA en las Vascongadas y –en menor medida– en toda España, sino que crearon unas afinidades básicas, por no decir complicidades, entre el grupo terrorista y el resto de la oposición, afinidades que pervivirían largo tiempo, manifiestas en la solución política, revivida hoy como franca colaboración por el actual gobierno.

La ETA, en suma, no se ha hecho a sí misma, sino que la han hecho, como poder influyente, muchas otras fuerzas nacionales e internacionales. Y siempre encontramos en la raíz de evoluciones tan chocantes el antifranquismo, verdadera enfermedad intelectual y política que sirve para justificar cualquier cosa.



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http://historia.libertaddigital.com/quienes-hicieron-grande-a-la-eta-1276239161.html

Begoña Urroz, la primera víctima de ETA, Portell y nueve víctimas más

jueves 30 de junio de 2011

Begoña Urroz, la primera víctima de ETA, Portell y nueve víctimas más

28 de Junio de 2011 - 09:10:13 - M.J. Grech

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El 28 de junio de 1960 fallece en la clínica del Perpetuo Socorro la niña BEGOÑA URROZ IBARROLA a consecuencia de las graves quemaduras en las piernas, los brazos y la cara que le provocó la bomba incendiaria colocada en uno de los armarios de la consigna en la estación de Amara, en San Sebastián. El artefacto estalló a las 19:10 horas del día anterior, 27 de junio de 1960. Begoña, de apenas veintidós meses, era la primogénita de un matrimonio residente en Lasarte: Juan Urroz y Jesusa Ibarrola. El padre, fallecido hace pocos años, era un hombre de caserío, un vasco-navarro que sólo hablaba euskera y estaba empleado en la fábrica de electrodomésticos Moulinex.

La bomba causó, además, heridas a otras seis personas: Valeriano Bakaikoa Azurmendi, de 15 años, estudiante que regresaba a San Sebastián tras pasar unos días de vacaciones con unos familiares de Rentería; la encargada de la consigna, Soledad Arruti, de 60, tía de Jesusa, con la que había dejado a Begoña mientras iba a comprarle unos zapatos; Pascual Ibáñez Martín, de 29 años; Francisco Sánchez Bravo, de 42, y María García Moras, de 49. "Una tía mía, Soledad Arruti Etxegoyen, trabajaba en la consigna de la estación de Amara, en San Sebastián. Yo solía ir a ayudarla para ganarme unas pesetillas. Aquel día dejé a mi niña con ella mientras yo iba a un comercio cercano a comprarle unos zapatitos para ir a Navarra. Cuando volví, había un lío tremendo. ¡Había estallado una bomba! Mi hija estaba abrasada y otras personas, entre ellas mi tía, heridas. Fue horrible" contó Jesusa a El País (31/01/2010), ya con 83 años, pero sin poder reprimir el llanto por el recuerdo de su hija.

El 29 de junio se celebró en Lasarte el funeral por la niña, en el que estuvieron presentes el gobernador civil, José María del Moral, el general gobernador militar de la provincia, el teniente coronel jefe de la 143 Comandancia de la Guardia Civil, autoridades locales y prácticamente todo el pueblo, en un ambiente de gran emoción. Un día después, el 30 de junio, José María del Moral recibió a Emeterio Ríos Gómez, mozo del servicio exterior de la estación de Amara, para felicitarle por el riesgo que corrió para rescatar a Begoña de las llamas, aunque finalmente su acción no sirvió para salvar la vida de la niña.

La autoría de este atentado fue polémica desde el principio, y sigue siéndolo. Si al principio se atribuyó, sin ninguna prueba fehaciente, al Directorio Revolucionario Ibérico de Liberación (DRIL) o, incluso, a la propia Policía franquista, desde la década de los noventa se fue afianzando la tesis de la autoría etarra. Para intentar encuadrar esta autoría, hay que hacer una breve referencia histórica sobre el momento en el que se iniciaron las acciones violentas de la banda, puesto que estamos hablando del primer atentado que provocó una víctima mortal, adelantando en ocho años el bautismo de sangre de la banda que, durante muchos años, se situó el 7 de junio de 1968, con el asesinato del guardia civil José Pardines Arcay.

El paso a la violencia por parte de la banda terrorista ETA se produjo, según Florencio Domínguez, aproximadamente un año después de su fundación. Esta, a su vez, tuvo lugar en las navidades de 1958, como grupo disidente de las juventudes del Partido Nacionalista Vasco (PNV), grupo decepcionado por la pasividad de estos ante el franquismo. Hay que destacar que la ruptura con el PNV fue, sorprendentemente, poco traumática, por no decir amistosa. Este grupo disidente del PNV se organizó en varias ramas. Una de ellas era la "rama de acción", que enseguida pasó a ejercer la violencia. En diciembre de 1959 los terroristas colocaron sus tres primeras bombas contra objetivos simbólicos en Vitoria, Bilbao y Santander. Como veremos más adelante, uno de los fundadores de ETA, Julen Madariaga, retrotrae varios años la decisión de pasar a la acción. Unos meses después de esas primeras bombas, se suceden una serie de atentados con explosiones en instalaciones ferroviarias entre los días 27 y 29 de junio de 1960. En San Sebastián, además del artefacto que mató a Begoña Urroz, estalló otro en la estación del Norte.

Todos los atentados de aquellos días, incluido el que acabó con la vida de Begoña, fueron atribuidos al grupo anarquista Directorio Revolucionario Ibérico de Liberación (DRIL) por la agencia United Press Internacional. Curiosamente, la Oficina Prensa Euzkadi (OPE) del Gobierno vasco en el exilio, en su nº 3.189 de 1 de julio de 1960, comenta que "es difícil pronunciarse sobre su autenticidad", en relación a la autoría del DRIL, organización, por otra parte, de existencia confusa y difusa. La Policía y el Ministerio de Gobernación, atribuyeron en ese momento el atentado, de forma muy genérica, a "elementos extranjeros en cooperación con separatistas y comunistas españoles". Y el PNV lo achacó, directamente, a la propia Policía franquista.

ETA nunca asumió, al menos públicamente, la autoría de la colocación de la bomba en la estación de Amara. Pero que ETA no asuma públicamente un atentado no es garantía de nada. Los expertos que han estudiado el terrorismo de ETA, y así lo hemos puesto de manifiesto a lo largo de estos meses, han documentado muchos casos de asesinatos y atentados que la banda no ha reivindicado, bien porque eran crímenes tan espantosos que ni siquiera una banda asesina era capaz de asumir, bien porque se habían equivocado en el objetivo, bien porque reconocerlo podía tener un coste social que menoscabaría el "prestigio" que, desgraciadamente, ha tenido ETA en amplísimos sectores del País Vasco, y fuera de él. Normalmente, en esos casos la banda asesina (y sectores próximos a ella) ha intentado desviar la atención culpando a otros grupos de extrema derecha, policiales, parapoliciales, nacionales o internacionales. Por citar sólo algunos casos ya reseñados de asesinatos no reivindicados por ETA: aquí, aquí, aquí y aquí.

Uno de los primeros indicios de que la bomba en la estación de Amara la había colocado la banda terrorista ETA se produjo a raíz de la detención de su cúpula en Bidart, el 29 de marzo de 1992. En el ordenador del jefe del Aparato Político, José Luis Álvarez Santacristina, alias Txelis, aparece una cronología de hechos relevantes y un listado de acciones que incluye la bomba de la estación de Amara, aunque hay que puntualizar dos cosas: una, que sitúa esa explosión en diciembre de 1959, un error evidente, y otra que no dice expresamente que haya sido la propia banda la autora del atentado. Simplemente aparece citado el atentado entre un listado de hechos relevantes en relación con la banda terrorista.

El primero en afirmar de forma expresa que la primera víctima de ETA habría sido Begoña Urroz fue el vicario general de San Sebastián, José Antonio Pagola (Una ética para la paz. Los obispos del País Vasco 1968-1992, Idatz, 1992). Ernest Lluch, exministro y catedrático de la Universidad de Barcelona, siguió esta pista y llegó a la misma conclusión que Pagola tres meses antes de ser asesinado por la banda. En un artículo publicado en El Correo el 19 de septiembre de 2000, Ernest Lluch escribía: "No hemos encontrado ni en Lazkao ni en publicaciones que ETA se atribuyera la colocación de bombas en 1960. El esperable resultado de una muerte especialmente repugnante debió conducir a una discreción absoluta. La fuente en que se basó el vicario general Pagola era impecable y a partir de ella he podido obtener informaciones comprobatorias y adicionales. La familia recibió versión oficial de la autoría de ETA y en su entorno vecinal no hay duda de ello. Los detalles son estremecedores y absolutamente previsibles para quien utiliza material incendiario. Una muerte terrible".

Sin embargo, recientemente Iñaki Egaña ha vuelto a abrir la polémica, intentando desvincular a la banda terrorista ETA del asesinato de Begoña en el diario proetarra y ultranacionalista Gara (12/02/2010), en lo que es una descarada campaña de lavado de cara, de "blanqueamiento de los sepulcros de ETA". Que el bautismo de sangre de una sanguinaria banda fuese el asesinato de un bebé de veintidós meses es algo muy poco heroico, y parece ser que, en algunos sectores, molesta especialmente que se atribuya a ETA la muerte de Begoña Urroz. El que moleste sólo puede ser, evidentemente, por el carácter simbólico que tiene ese primer asesinato, porque después de Begoña la banda ha asesinado a muchos niños y ha atentado en muchas ocasiones sabiendo positivamente que podían morir niños.

Una de las líneas argumentales que utiliza Egaña es presentar a los miembros de la banda en esa época como a un grupo de inocentes novatos, incapaces técnica y materialmente de cometer atentados. Afirma, además, con una total falta de rigor histórico, que en aquella época la banda sólo tenía dos militantes ("Los activistas de ETA en el tiempo de las explosiones del DRIL eran dos: Juan José Etxabe y Jon Ozaeta", dice Egaña), que fueron detenidos en septiembre y que, para más inri, desconocían cómo poner bombas.

Siguiendo esta línea argumental, el autor afirma rotundamente que ETA puso su primera bomba el 15 de febrero de 1964. Pues bien: esa afirmación tan rotunda es mentira. Es precisamente uno de los fundadores de ETA, Julen Madariaga, quien pone en evidencia la falsedad de ese dato aportado por Egaña. En una entrevista concedida a La Vanguardia el 28 de diciembre de 1989, Madariaga hace un balance de los, por entonces, treinta años de historia de ETA, y dice: "Estos seis lustros no se podrían entender ni explicar sin los 6 ó 7 años de introducción bajo el apelativo EKI. La decisión histórica de no circunscribirnos a una actividad puramente política y cultural es también de esa época [nótese que se está poniendo en 1952-1953 para fijar el momento en el que se decide pasar a la acción]. Hacia 1957 se tomaron las primeras medidas conducentes a la acción directa. Las primeras pintadas y las primeras ikurriñas surgen en el 58. A finales de éste y principios del 59, si no recuerdo mal, comienzan los primeros ataques a monumentos del invasor y se pega fuego a algunos de sus más representativos centros. Las primeras cargas explosivas estallan asimismo en el transcurso de 1959". Es decir, uno de los fundadores de la banda adelanta cinco años el momento en que ETA pone las primeras bombas.

Respecto a la falta de medios humanos, habría que recordarle a Iñaki Egaña que, tras el intento de masacre de unos excombatientes nacionales en la estación de Amara el 18 de julio de 1961, fueron detenidos y encarcelados más de un centenar de miembros de la banda. ¿Cómo explica Egaña que entre septiembre de 1960 y agosto de 1961 ETA pasara de tener cero militantes [los dos con los que contaba la banda en esa época fueron, según este autor, detenidos en septiembre] a controlar más de 200 personas entre los detenidos y las decenas de exiliados que se produjeron a raíz de aquel intento criminal? Por otra parte, todos los estudiosos de ETA cifran el nacimiento de la banda por la escisión de un grupo de jóvenes desencantados con "sus mayores", el PNV. Nadie habla de una escisión de dos personas, sino de un grupo. El argumento de la falta de medios humanos se cae por su propio peso.

En cuanto a su capacidad de actuación, puesta también en duda por Egaña, tenemos el testimonio de Anthony Cave Brown en su libro Wild Bill Donovan: The last hero (citado por José Díaz Herrera en Los mitos del nacionalismo vasco) donde nos cuenta cómo espías de los servicios secretos vascos, que habían trabajado activamente para el OSS y su sucesora, la CIA, en numerosas operaciones de cloacas, entrenaron militarmente a los primeros miembros de ETA en los años sesenta. Por tanto, no puede sostenerse, como hace Iñaki Egaña, que fueran poco menos que unos pardillos incapaces de cometer atentados.

Además, y como señala Ernest Lluch en el artículo citado en relación a esos inicios de la banda asesina: "Cierto es que desde el mismo momento inicial, el día de San Ignacio de 1959, todos los estudiosos indican que la sexta rama de ETA tenía como responsabilidad emprender ‘acciones militares’. Uno de ellos, Francisco Letamendia, añade ‘aunque su actividad en los primeros años es bastante parca’. Ser parca no es ser nula por lo que deja el rastro de que algo pasó inmediatamente. El texto anónimo De Santoña, 1937, a Burgos, 1970, que se considera autoridad sobre la primera etapa violenta de ETA, no da prácticamente pista alguna [sobre el atentado en Amara] aunque afirma que desde el mismo 1960, retengan la fecha, ‘miembros destacados de la primera ETA pasaron a residir permanentemente en Euskadi Norte’" (El Correo, 19/09/2000). Es decir: ya desde muy pronto los integrantes de la banda ("miembros destacados de la misma") cruzaron la frontera, y no precisamente para hacer turismo en el sur de Francia.

Finalmente, la última línea de defensa que utiliza Egaña es el reconocimiento que en 1977 hizo José Fernández Vázquez (alias Jorge Soutomaior), perteneciente al DRIL, de su responsabilidad en la muerte de Begoña Urroz. Es indudable que el bárbaro asesinato de la niña se produjo en el curso de una campaña indiscriminada de bombas que se centró en tres puntos: Madrid, Barcelona y San Sebastián (la bomba que explotó en la estación de Achuri de Bilbao era una maleta remitida desde la capital guipuzcoana). Sobre la responsabilidad del DRIL en la misma, la mejor pista sobre lo que pudo ocurrir la tenemos en el libro de un conocido autor antifranquista, Eliseo Bayo. En Los atentados contra Franco (Plaza y Janés, 1977) narra con todo lujo de detalles el intento de asesinar a Franco por parte de un grupo de anarquistas en el mes de agosto de 1962, mediante una bomba enterrada en una carretera que debía explotar al paso de su vehículo. Según Eliseo Bayo, que por razones obvias (escribe en 1976) oculta los nombres de los implicados, para actuar en el territorio vasco el grupo anarquista contactó con ETA. Inicialmente, en dichos contactos no se le explicaría a la banda el objetivo del atentado, llegando al acuerdo de que ésta realizaría el traslado de los 25 kilos de explosivo plástico, así como del resto de material necesario. El acuerdo también incluía la colaboración, por parte de ETA, en la protección del grupo que iba a realizar el magnicidio. De este modo, la banda terrorista realizaría el traslado de ese material mediante uno de los barcos de la flotilla con la que contaba ETA para eludir los controles fronterizos. Eliseo Bayo ofrece, además, una pista muy importante que apuntaría a que los terroristas sabinianos tuvieron un papel más importante del que inicialmente se les había adjudicado, cuando más adelante utiliza el significativo término de "comando conjunto" para definir al grupo que iba a realizar el atentado. Todos los datos del relato de Bayo apuntan, por lo tanto, a que la entonces novata, pero ya de por sí peligrosa ETA, colaboró en la campaña criminal del DRIL, ya sea como mano de obra u ofreciendo el apoyo informativo, logístico y de protección a los autores. Y es que resulta poco menos que impensable que el DRIL, que nace de un núcleo importante de nacionalistas gallegos, actuara en "territorio de la hermana nación vasca" sin, como mínimo, consultar con el grupo terrorista que actuaba allí. Ni en 1962 ni en 1960. Por lo tanto es normal que Soutomaior reconociera estar involucrado en unos hechos en los cuales había participado, muy posiblemente, en su planificación. Sobre esta colaboración de ETA con el DRIL, o viceversa, que señala Eliseo Bayo, cabe hacer un apunte, y es que no deja de ser sorprendente que un grupo que entonces se proclamaba sabiniano puro, sin ningún tipo de barniz o adjetivo, con lo que eso supone de pensamiento arcaico, reaccionario, racista y xenófobo, obtuviera con tanta facilidad la simpatía de personas de izquierdas y anarquistas, cuyos principios teóricos estaban en las antípodas del discurso de la ETA sabiniana.

Pero lo fundamental para desechar las tesis de Egaña es que los datos que aporta para exculpar a ETA del atentado en la estación de Amara no son ciertos, como queda claro por las declaraciones de Julen Madariaga en La Vanguardia, y por las fechas en la que todos los estudiosos del terrorismo etarra datan el inicio de la actividad violenta de la banda. Además, hay que sumar las fuentes que consultaron Pagola y el propio Ernest Lluch. Si el diario Gara, a través de Iñaki Egaña, pretende lavar la cara de ETA, al menos debería hacerlo con un poco más de rigor histórico, no utilizando argumentos falsos como que el primer artefacto explosivo que colocó la banda fue el 15 de febrero de 1964.

ETA se estrenó matando a una niña, y siguió haciéndolo durante las décadas siguientes. A ETA no le importó nunca que sus acciones pudiesen conllevar la muerte de niños o que éstos resultasen heridos gravemente. No le importó con José María Piris, ni con Alfredo Aguirre , ni en Hipercor, ni en la casa-cuartel de Zaragoza, ni en la de Vic, ni con Alberto Muñagorri o con Irene Villa y tantos y tantos niños mutilados y heridos de gravedad, ni con la última niña asesinada por la banda, Silvia Martínez Santiago, que hace el número veintitrés en esta macabra lista. Tampoco le importó cuando colocó una maleta llena de explosivos en la abarrotada estación de Amara de San Sebastián. "Indigno inicio en el pecado original de ETA" (Ernest Lluch).

A las nueve menos cuarto de la mañana del 28 de junio de 1978, la banda terrorista ETA asesinaba a tiros en Portugalete (Vizcaya) al periodista JOSÉ MARÍA PORTELL MANSO, cuando no habían pasado ni veinticuatro horas del asesinato en San Sebastián del policía Francisco Martín González. Dos etarras le dispararon varios tiros de pistola a bocajarro cuando se disponía a arrancar su coche, aparcado frente a su casa de la calle Muelle de Churruca.

Como todos los días a la misma hora José María había salido de su domicilio para dirigirse a la sede del periódico La Gaceta del Norte. Tras cruzar la calle abrió la puerta del coche, que tenía aparcado en la acera de enfrente, encendió la radio y, cuando se disponía a arrancar el vehículo, dos individuos se acercaron a paso rápido, situándose uno en la parte trasera y otro junto a la ventanilla del conductor. Sin mediar palabra ambos hicieron fuego de pistola sobre el periodista, corriendo a continuación hacia un coche con el motor en marcha, donde les esperaba una tercera persona. El vehículo, un Seat 127 de color rojo con matrícula de Murcia, huyó en dirección a Santurce, y en su fuga estuvo a punto de estrellarse en una curva muy pronunciada existente al final de la calle Muelle de Churruca. La Guardia Civil encontró en el lugar del atentado siete casquillos de calibre 9 milímetros parabellum, marca Geco. El coche del periodista presentaba dos impactos en la luneta posterior y un tercero en la puerta del maletero. La ventana del lado del conductor aparecía bajada, por lo que se supone que uno de los terroristas pudo introducir por allí su arma para hacer algún disparo.

Asistido por dos testigos presenciales del atentado y un médico, que le acompañó en la ambulancia, Portell fue trasladado a la Residencia Sanitaria de Cruces en Baracaldo, donde ingresó cadáver. Presentaba tres heridas de bala, una con entrada por el omóplato izquierdo y salida por el abdomen, que le atravesó el corazón; una segunda, en la axila izquierda, y una tercera en un glúteo. El cadáver del periodista fue trasladado a las doce menos cuarto del mediodía al depósito del Hospital de Bilbao. El forense confirmó las características de las heridas: "El disparo que entró por el omóplato le rompió el corazón. Era una herida mortal".

A la hora que asesinaron a Portell había muchos transeúntes en la calle y un buen número de jóvenes que se disponían a entrar en las piscinas municipales, situadas frente al domicilio del periodista, por lo que el crimen fue visto por muchos testigos. Algunos afirmaron haber visto el coche utilizado por los terroristas aparcado junto a la casa del periodista desde la noche anterior. Las mismas personas señalaron que vieron merodeando por la zona a dos jóvenes vestidos con chándal deportivo de color rojo y que portaban bolsas de deporte. Este dato coincidió con el testimonio de Francisco Carante, encargado de las piscinas municipales, quien declaró tras el atentado que, cuando entraba a trabajar, hacia las seis y media de la mañana, vio sentados en el muelle de la ría del Nervión a dos jóvenes vestidos con chándal rojo. "No le di importancia porque a partir de esa hora son muchos los jóvenes que vienen a las instalaciones. Cuando oí los disparos, salí del edificio y pude ver cómo se alejaba a toda velocidad un coche rojo matrícula de Murcia".

La primera persona en acudir junto al vehículo de José María fue el portero del número 56 de la calle Muelle de Churruca. Este testigo de excepción manifestó lo siguiente: "El señor Portell tenía la cabeza apoyada contra el volante. La camisa estaba empapada de sangre y su cara tenía un color amarillento. ‘¡Señor Portell!’ -le dije-. Se incorporó un poco y se dejó caer sobre el respaldo de su asiento. No hablaba, sólo alcanzó a murmurar algunas palabras que no entendí".

En el momento en que el periodista era sacado del coche llegó junto al mismo su mujer, Carmen Torres Ripa, también periodista, produciéndose una escena de una emoción impresionante. A las once de la mañana los compañeros de José María se reunieron en su domicilio para darle el pésame a la viuda. Carmen acababa de llegar del hospital donde había fallecido su marido y estaba profundamente afectada. "Ha sido horrible. No nos lo esperábamos. Mi marido fue amenazado en el pasado pero últimamente, que yo sepa, no había recibido amenazas. No sé quién le ha podido matar. Yo estaba tomando café con mis hijos cuando oí los disparos. Bajé a la calle y encontré a mi marido ya agonizante. No puedo creerlo". Cuando los informadores despedían a la viuda ésta resumía así el sentido último de esta profesión: "Los periodistas tienen derecho a vivir y morir tranquilos". La esposa de José María Portell contó a los informadores que su marido llegó el martes algo tarde a casa. Por la noche había tenido una reunión con otros compañeros de La Hoja del Lunes de Bilbao para la que preparaban un amplio trabajo sobre ETA. "Antes de despedirse de mí esta mañana me lo había contado todo".

La noticia, difundida a los pocos minutos por todas las agencias, produjo una gran impresión en los medios informativos bilbaínos. En este ambiente se comentaba durante la mañana del asesinato que José María Portell había recibido en octubre una llamada anónima de alguien que no quiso identificarse, quien le comunicó que tenía noticias de que ETA pensaba atentar contra él. Al parecer, Portell aparecía en una lista de la banda terrorista.

La capilla ardiente quedó instalada a las 18:30 horas de la tarde en la sede de la Asociación de la Prensa de Bilbao por deseo expreso de la familia. El funeral se celebró al día siguiente, 29 de junio, a las ocho de la noche en la Iglesia de San José, de Baracaldo, de donde era natural el periodista. Acompañando a la familia asistieron varios miles de personas, en una gran manifestación de duelo, y la totalidad de la profesión periodística vizcaína, representantes de casi todas las Asociaciones de la Prensa de España y un buen número de directores de periódicos de toda España, entre los que destacaban los de los principales periódicos nacionales. También estuvieron presentes representantes de todos los partidos políticos parlamentarios y de varias fuerzas políticas y sociales más. Por parte de las autoridades, asistieron el ministro de Cultura, Pío Cabanillas, y el presidente del Consejo General vasco, Ramón Rubial, junto a los consejeros vascos de Interior y de Obras Públicas, José María Benegas y Jesús María Viana. Tras la misa, que se celebró sin que se produjera ningún incidente, los restos mortales de José María Portell fueron conducidos al cementerio de La Arboleda, de Baracaldo, donde recibieron sepultura.

José María Portell era "un periodista muy conocido, que se había distinguido en los enfrentamientos contra la oligarquía vasca, especializado en temas municipales hasta mediados de los años setenta, que se inclinó al tema de ETA escribiendo un par de libros, desde su perspectiva de hombre moderado" (Gregorio Morán, Los españoles que dejaron de serlo, Tirant lo Blanch, 2003).

Había cubierto para su periódico las sesiones del Consejo de Guerra de Burgos (1970) contra varios miembros de la banda terrorista. Su conocimiento del mundo etarra hizo que el ministro del Interior, Martín Villa, lo eligiera como intermediario entre el Gobierno y ETA en 1977. Desde ese momento, "trabajaron en paralelo dos intermediarios para poder sentar a la mesa a ETA militar y al Gobierno; uno era José María Portell y el otro el responsable de Interior del Consejo General Vasco (sic), Txiki Benegas. Desde febrero de 1977 Portell había concebido la idea de servir de puente entre ETA y el Gobierno. ‘Había saltado — escribió él mismo— los límites del periodismo para entrar en los vidriosos caminos de la diplomacia política, sin saber si debajo de mi trapecio había siquiera una red que me parara el golpe’" (Gregorio Morán, Los españoles que dejaron de serlo, Tirant lo Blanch, 2003).

El asesinato del periodista no sólo provocó un enorme impacto en la opinión pública, sino que las causas del mismo han dado lugar a múltiples interpretaciones y a una fractura entre las dos ramas de ETA. Mientras ETA político-militar hizo pública una declaración condenando el asesinato, ETA militar difundió un inusitado, por largo y reiterativo, comunicado de reivindicación en el que acusaba a Portell de ser un agente del Gobierno español. En el mismo se explicaba que a algunas personas podía parecerles extraño el atentado contra el periodista, si bien ETA militar ejecutó a José María Portell, "porque existen pruebas suficientes para demostrar el papel que, como agente del Gobierno español, jugaba y su misión a cumplir estaba bien definida: dedicar por entero su prestigiosa carrera, así como sus privilegiados resortes, a desprestigiar, calumniar y, en definitiva, a atacar a ETA". El mismo comunicado acusaba a Portell de intoxicar a sus lectores contra la lucha de ETA, tanto a través de sus artículos periodísticos como en los dos libros que el fallecido escribió sobre la banda asesina, al tiempo que señalaban su amistad con el inspector Sainz y le atribuían la autoría del diario de José Miguel Beñarán publicado años antes en una revista española. Igualmente indicaba el comunicado que Portell tuvo una participación relevante en las negociaciones Gobierno-ETA, y finalizaba acusando a la totalidad de la prensa de tratar a la organización de un modo arbitrario e irresponsable, señalando expresamente a Cambio 16, Diario 16, Gaceta del Norte y Pensamiento Navarro, amenazando con posibles nuevas acciones contra los mismos.

Por su parte, Juan Félix Eriz, militante del Partido Carlista, amigo y compañero de Portell en la labor mediadora encomendada por el gobierno de Adolfo Suárez, sostiene la tesis de que el asesinato se debió a una estratagema de personas relacionadas con los servicios de información. La estratagema habría consistido en hacer creer a la banda terrorista que el periodista estaba relacionado con algunos atentados cometidos en territorio francés contra miembros de la propia ETA (Yo he sido mediador de ETA, Arnao Ediciones, 1986). Juan Félix Eriz, una semana después del asesinato de José María, hizo unas declaraciones en El País indignado porque el ministro Martín Villa había negado que hubiese negociaciones con ETA: "Martín Villa miente. Sí ha habido negociaciones con ETA. El ministro habló de este asunto con Portell en febrero, concretamente el día de San Valentín (...) En un primer momento, pensé callarme, porque había una especie de pacto de silencio. Pero al leer la nota del Ministerio, que negaba categóricamente que hubiera habido ningún contacto, me indigné. Por eso hablo". Señaló, además, que recibió el día 2 de junio una llamada del periodista para preparar un nuevo contacto con ETA. "Ese contacto iba a producirse en los últimos días de junio", precisó Eriz. En su opinión "es evidente que ETA sabía que Portell tenía carta blanca de Martín Villa", aunque "es absolutamente falso que actuara como agente del Gobierno, y desafío a ETA a demostrar sus acusaciones".

Su viuda Carmen seguramente sabe o sospecha el motivo por el que asesinaron a su marido, pero ha preferido mantenerse callada todos estos años. Con motivo del asesinato de José Luis López de Lacalle, escribió en El Mundo: "Está aún sin escribir lo que no he dicho. No descansaré hasta hablar, aunque siento que las letras del ordenador no quieren unirse para contar la historia. Ha sido inquietante callar. José María Portell no fue nada de lo que la gente creyó -o quiso creer- que era. La única verdad era su periodismo y la fuerza arrolladora de su idealismo. Por estos dos ideales murió asesinado".

A diferencia de tantas y tantas víctimas, que ni olvidan ni perdonan, y que han pedido una y otra vez que no se dialogue con los asesinos de ETA, Carmen sí ha perdonado, y lo hizo desde el mismo día del asesinato de su marido: "¿Por qué yo perdoné a los asesinos de mi marido? No tengo ni idea. Pero ocurrió. Fue un incomprensible destello que me ayudó a vivir y sigue guiando mi vida. Comprendo a quien permanece enredado en el odio. Lo comprendo porque, humanamente, el perdón es una fuerza imposible de sentir si no te la regalan. Recibí ese don un día 28 de junio de 1978. Yo tenía 33 años y 5 hijos. A primera hora de ese día de junio asesinaron a mi marido. Era periodista y su único delito había sido intentar un diálogo de paz" (El Periódico de Cataluña, 05/03/2006). Por esos mismos motivos, Carmen está a favor de dialogar con ETA como única forma de terminar con el terrorismo.

El asesinato de José María Portell ha quedado impune y, a día de hoy, sigue sin saberse quiénes acabaron con su vida. Su hija Verónica, autora de Y sin embargo te entiendo (Ed. Hiria, 2006) libro en el que aborda el fenómeno de la violencia y el terrorismo, señaló en una entrevista en RTVE en relación a los asesinos de su padre que para ella "ETA es algo muy abstracto y no quiero pensar que los asesinos de mi padre tengan cara, ni nombre, ni apellidos". Ella explica que en su libro pretende, a través de veintisiete personajes que representan la vida diaria de la sociedad vasca, "entender, que no es lo mismo que justificar, ni que juzgar... Fue un esfuerzo muy grande meterme en la piel de un terrorista para escribir en primera persona". Verónica Portell es muy consciente de que muchas víctimas del terrorismo no comprenderán su libro, pero ella, que no ha conocido más que la violencia en su tierra, tiene "dos hijos y querría que ellos supieran de ETA por los libros de historia".

José María Portell Manso nació en Baracaldo en 1933, por lo que tenía 45 años cuando fue asesinado. Estaba casado con la también periodista Carmen Torres Ripa, que quedó viuda con 33 años. El matrimonio tenía cinco hijos: Gabriel, de 11 años, Míriam de 9, Verónica de 8, Susana, de 7 y Jesús, de 4. Carmen estaba esperando al sexto hijo y tenían planeado salir de vacaciones de verano el sábado siguiente al del asesinato. Verónica y Míriam siguieron los pasos de sus padres y se dedicaron también al periodismo. Primer periodista asesinado por la banda terrorista ETA, Portell inició su carrera en el diario Hierro. En el momento de su asesinato, ejercía como redactor jefe de La Gaceta del Norte, trabajo que compatibilizaba con la dirección de La Hoja del Lunes. Además, llevaba las corresponsalías de La Vanguardia, ABC y la agencia Associated Press. Profesional de reconocido prestigio como informador independiente, era un gran conocedor del mundo de ETA, sobre el que escribió dos libros: Los hombres de ETA (Dopesa, 1974) y Euskadi: la amnistía arrancada (Dopesa, 1977). Cuando asumió la dirección de La Hoja del Lunes dijo que la noticia que le gustaría dar es "Por fin hay paz en Euskadi". Cuando presentó su segundo libro, explicó los motivos por los que se había especializado en la banda terrorista: "Me especialicé en el tema de ETA por razones morales y por casualidad, a sabiendas de que era un tema complejo, arriesgado y poco agradecido, ya que al estar ahora en una fase de ‘efervescencia y calor’, la frialdad de la objetividad suele despertar controversias entre los beligerantes". El problema de la objetividad era algo que preocupaba a Portell en un tema que, tanto antes como ahora, polarizaba a la sociedad. En julio de 1977, once meses antes de ser asesinado, había escrito algo en cierto modo profético: "Yo sólo soy un periodista que es consciente de que ha de esforzarse por acercarse a la objetividad, a sabiendas de que la objetividad es ingrata a corto plazo" (Euskadi: la amnistía arrancada, Dopesa, 1977). Gregorio Morán escribió de él: "tenía la ambición de servir de pacificador cuando ninguna de las partes estaba muy dispuesta a ser pacificada" (Los españoles que dejaron de serlo, Tirant lo Blanch, 2003).

A las 20:15 horas del sábado 28 de junio de 1980, cuatro miembros de los Comandos Autónomos Anticapitalistas asesinaban a tiros en Azcoitia (Guipúzcoa) al mecánico ELIO LÓPEZ CAMARON, al funcionario del Ayuntamiento JULIO MUÑOZ GRAU y al guardia civil retirado JUSTINO QUINDOS LÓPEZ, cuando se encontraban charlando en la calle Mayor de la localidad tras tomar unos chatos en el Bar Alejandro.

En ese momento, un vehículo frenó bruscamente frente a ellos y cuatro terroristas abrieron fuego contra el grupo de amigos. Justino y Elio murieron en el acto, mientras que Julio Muñoz, herido gravemente por cuatro disparos, falleció mientras era trasladado a la residencia sanitaria Nuestra Señora de Aránzazu de San Sebastián. También resultó herido leve en una pierna el policía municipal Manuel Pérez Zarzo, que se encontraba dentro del bar, pues una de las balas entró en el establecimiento. El coche utilizado por los terroristas fue robado en torno a las 17:30 horas, dejando a su propietario atado en el Alto de Elosúa. Allí permaneció hasta que fue liberado por un vecino hacia las 20:30 horas.

Los tres amigos, según vecinos de la localidad, eran considerados políticamente de derechas, motivo suficiente para que la banda terrorista decidiese acabar con sus vidas. Dos días después, el atentado fue reivindicado por los Comandos Autónomos Anticapitalistas a través de llamadas telefónicas a varios medios de comunicación del País Vasco. Un miembro de los Comandos Autónomos Anticapitalistas fue detenido el mismo 30 de junio en el barrio de Gros de San Sebastián, cuando iba a entregar un comunicado para un periódico. Además, llevaba en su poder el arma con la que disparó a Elio, Julio y Justino. Se trataba de Jesús María Larzabal Bastarrika, condenado en 1982 por la Audiencia Nacional a 25 años de prisión. Ocho años después, en 1990, fue condenado también a 25 años, como autor material de triple asesinato, Juan Carlos Arruti Azpitarte.

Elio López Camaron, de 60 años, estaba viudo desde unos meses antes de ser asesinado y tenía tres hijos. Trabajaba como mecánico en un taller de Azcoitia. Era conocido en el pueblo como El Zamorano, pues era natural de Castronuevo (Zamora).







Julio Muñoz Grau, de 60 años, era natural de Valladolid. Estaba casado y tenía tres hijos. Contable de formación, trabajaba como funcionario en el Ayuntamiento de Azcoitia.







Justino Quindos López, de 60 años, estaba casado con Arcadia Izquierdo y tenía un hijo y una hija, esta última casada con el conocido pelotari Anduela III. Era natural de Ampudia (Palencia). La víctima había abandonado la Guardia Civil veinticuatro años antes de ser asesinado, y desde entonces trabajaba en la empresa Beltia. Casualmente, vivía en el mismo edificio que Ramón Baglietto Martínez, asesinado por ETA dos meses antes.



El 28 de junio de 1986, la banda terrorista ETA asesinó en Zaráuz (Guipúzcoa) al guardia civil FRANCISCO MURIEL MUÑOZ, e hirió a varias personas más, todas ellas miembros de las fuerzas de seguridad del Estado, salvo un civil. Ese día hubo una oleada de atentados en un período de tiempo de seis horas que se inició poco antes de las tres de la madrugada en Bilbao y finalizó sobre las 8:45 horas en las proximidades de la localidad guipuzcoana de Zaráuz. Las bombas iban dirigidas contra los equipos urbanos y rurales de la lucha antiterrorista desplegados por toda la comunidad autónoma vasca.

La oleada de atentados tuvo lugar seis días después de que el PSOE hubiese ganado las elecciones generales, elecciones en las que se produjo un aumento considerable de los votos obtenidos por Herri Batasuna. La formación proetarra advirtió al Gobierno de que los resultados le obligaban a negociar con ETA. Algunos analistas señalaron que la oleada de atentados del 28 de junio podía formar parte de una estrategia para que el Gobierno accediera a la negociación. Todos los artefactos fueron accionados a distancia por terroristas apostados estratégicamente en puntos que les permitieron controlar el paso de las patrullas de las fuerzas de seguridad.

La primera bomba estallaba a las 2:40 horas en la calle de Cortes de Bilbao al paso de dos coches de la Policía Nacional. Estaba compuesta por veinticinco kilos de Goma 2 y treinta más de metralla. Escondida en una papelera, la bomba fue detonada antes de que ambos coches estuvieran a su alcance, lo que salvó la vida a los agentes de Policía Nacional. Cuatro agentes y un transeúnte resultaron heridos leves en la cara y los brazos. La explosión fue brutal y desconchó las paredes de los edificios inmediatos y rompió los cristales de manzanas enteras hasta el quinto piso. Los tornillos de grueso tamaño, dispuestos para actuar como metralla, perforaron las persianas metálicas de acero de garajes y establecimientos y ocasionaron desperfectos en vehículos y comercios.

Unas horas después, a las 7:05 horas del 28 de junio, en el Alto de Orio, otro artefacto colocado en el talud de la carretera estallaba al paso de un Land Rover de la Guardia Civil, que quedó destrozado, y causó heridas leves al agente José Luis Jiménez Barba.

Una hora más tarde, hacia las 8:30 horas, y en respuesta a la explosión en el Alto de Orio, se puso en marcha un dispositivo de rastreo por parte de los Grupos Antiterroristas Rurales (GAR), que se desplazaron por la misma carretera que une Orio con Zaráuz hasta el Alto de Meagas, ya en el término municipal de esta segunda localidad. En ese momento, una tercera bomba de considerable potencia alcanzaba de lleno a la furgoneta Nissan en la que viajaban los siete guardias civiles. Francisco Muriel Muñoz falleció prácticamente en el acto y cinco de sus compañeros quedaron gravemente heridos, con los cuerpos doblados y atrapados entre el amasijo de chatarra en que quedó convertida la furgoneta blindada. Otro guardia civil salió despedido del vehículo y cayó a varios metros de la furgoneta. La bomba, que arrasó los matorrales y arrancó de cuajo ramas enteras, había sido colocada en un talud pegado a un precipicio, con el objetivo evidente de provocar que la furgoneta se despeñase. Los guardias civiles heridos fueron José María Baltasar Gil, natural de Algeciras (Cádiz), de 26 años de edad; Manuel Ángel Arenal Linares, natural de Marbella (Málaga), de 21 años de edad; Ramón Perona Sánchez, natural de Montiel (Ciudad Real), de 21 años de edad; Luis Pérez Bao, natural de San Martín de Valdeiglesias (Madrid), de 24 años de edad; Juan Carlos Carballo Gañan, natural de Olivenza (Badajoz), de 23 años de edad y José Carlos Marrero Sanabria, que sufrió una insuficiencia respiratoria y un shock traumático. Todo ello le provocó una grave lesión cerebral. Tuvo que ser ingresado en un centro psiquiátrico de Las Palmas de Gran Canaria a causa de las secuelas que le dejó la misma. Diecinueve meses después, el 10 de enero de 1988, aprovechando la visita que le hacía un compañero guardia civil, le arrebató la pistola reglamentaria y se suicidó de un tiro en la boca.

La serie de atentados de ese día terminó con una cuarta bomba que explotó quince minutos más tarde a unos metros de la anterior, cuando efectivos de la Guardia Civil rastreaban el terreno en las inmediaciones del atentado. A consecuencia de la explosión, varios guardias civiles sufrieron perforación timpánica.

En 1989 la Audiencia Nacional condenó a José María Pérez Díaz y a José Antonio López Ruiz, alias Kubati, a sendas penas de 197 años como autores materiales del atentado. En el mismo fallo fue condenada Begoña Uzcudun Echenagusia, como autora en grado de encubrimiento. En 1993 fue condenado José Ignacio Urdiain Ciriza y en 1999 Miguel Azcue Berasaluce, ambos como autores materiales y a las mismas penas que Pérez Díaz y López Ruiz. Begoña Uzcudun quedó libre en enero de 2006, cuando su excarcelación estaba prevista para 2008, beneficiada por la redención de condenas unos meses antes de que se empezase a aplicar la llamada doctrina Parot. A José Antonio López Ruiz, Kubati, y José Ignacio Urdiain Ciriza sí se les ha aplicado la doctrina Parot, y no saldrán de prisión hasta 2017 y 2019 respectivamente.

Francisco Muriel Muñoz, de 30 años, estaba soltero. Era natural de Archidona (Málaga). Ingresó en 1979 en la Guardia Civil, y fue el primer miembro de los GAR muerto en acto de servicio desde que se creó esta unidad de élite en 1982





El 28 de junio de 1990 miembros de la banda terrorista ETA asestaron un tiro en la nuca al capitán del Ejército de Tierra retirado IGNACIO URRUTIA BILBAO. El atentado se produjo poco antes de las diez de la mañana en el barrio del Antiguo de San Sebastián y el militar murió en el acto. Urrutia acababa de abandonar su domicilio y fue abordado por dos terroristas en la confluencia de la calle Escolta Real y el paseo de los Mikeletes. Tras dispararle, los asesinos huyeron por el paseo de Pío Baroja. Minutos después acudieron al lugar una hija del capitán, visiblemente emocionada, y el marido de ésta.

El gobernador civil de Guipúzcoa, José María Gurruchaga, calificó de "canallada y cobardía" esta acción terrorista, y pidió la colaboración a los ciudadanos para detener a los asesinos. La noticia del asesinato de Ignacio Urrutia fue acogida con estupor por los vecinos del barrio del Antiguo, dado que el militar era muy conocido en el mismo. Su familia regentaba una administración de lotería en la calle de Matía.

En el lugar de los hechos la Policía encontró un casquillo del calibre 9 milímetros parabellum del año 1974, la misma munición hallada en el atentado que costó la vida al coronel de Infantería retirado José Lasanta Martínez el 13 de junio. Con Urrutia Bilbao y Lasanta Martínez, eran ya tres los militares retirados asesinados en San Sebastián en el primer semestre del año 1990, pues el 1 de marzo fue tiroteado el teniente de navío Aureliano Rodríguez Arenas. Los tres fueron asesinados por el grupo Donosti de ETA.

La capilla ardiente fue instalada en el Gobierno Militar de Guipúzcoa y los funerales se celebraron a las doce de la mañana del día siguiente en la Iglesia de San Sebastián Mártir, en el barrio de El Antiguo.

En 1993 la Audiencia Nacional condenó a Francisco Javier Balerdi Ibarguren a 19 años de reclusión menor como cómplice en el atentado que acabó con la vida de Ignacio Urrutia. Balerdi Ibarguren era empleado del grupo municipal de Herri Batasuna en el Ayuntamiento de San Sebastián.

Ignacio Urrutia Bilbao, de 74 años, estaba casado y tenía dos hijas. Nació el 31 de julio de 1915 en Bilbao e ingresó en el Ejército en 1938. La mayor parte de su carrera militar estuvo destinado en San Sebastián, en la Compañía de Ingenieros de Armamento y Construcción (CIAC) donde desempeñaba el cargo de especialista en construcción y electricidad. En el momento de su asesinato regentaba con su familia una administración de loterías en el barrio donostiarra de El Antiguo. En marzo de 2005 el Consejo de Ministros le ascendió al grado de comandante con carácter honorífico y a título póstumo.

A las 11:20 horas del jueves 28 de junio de 1991, un paquete-bomba enviado por la banda terrorista ETA, causaba la muerte en la cárcel de Sevilla-1 a cuatro personas: el funcionario de prisiones MANUEL PÉREZ ORTEGA; los reclusos JESÚS SÁNCHEZ LOZANO y DONATO CALZADO GARCÍA; y un familiar que había ido a visitar a otro interno en la prisión, RAIMUNDO PÉREZ CRESPO. La explosión, que destrozó varias salas del centro penitenciario, hirió a otras treinta personas, cuatro de las cuales fueron hospitalizadas en estado grave.

El artefacto estalló cuando era examinado por el funcionario fallecido y en el momento en que unos cincuenta familiares, en su mayoría mujeres y niños, esperaban en una zona contigua para visitar a los reclusos. La sala de seguridad, la de espera de familiares y la de comunicación quedaron prácticamente destrozadas. También sufrieron importantes daños el despacho del director y las oficinas de administración. La evacuación de los heridos se produjo con rapidez, gracias a la intervención de las dotaciones policiales presentes en la cárcel. Por la noche, permanecían ingresadas en diversos centros hospitalarios cuatro personas heridas graves, entre ellas dos mujeres, y otras cuatro leves, entre ellas tres niños.

El director de la cárcel y el sargento primero de la Guardia Civil que había recibido al transportista, señalaron que el paquete-bomba estaba envuelto en papel de color marrón y cinta adhesiva. El guardia civil explicó que le había comentado al transportista que el paquete le parecía "sospechoso" y que debía entregarlo al funcionario Manuel Pérez Ortega para su inspección. "Pesaba mucho y estaba muy protegido con tiras adhesivas, de esas de cinta aislante". El transportista pasó a la oficina de comunicación y entregó el paquete al funcionario Manuel Pérez Ortega. El director de la prisión, Javier Romero Pastor, acudió para la inspección y, tras anotar los datos de procedencia del paquete, comunicó al funcionario que lo metiera en el escáner y esperase. Vieron que el paquete era opaco y llamaron a los Tedax, mientras dejaban el artefacto en la sección de paquetería. "No me dio tiempo siquiera a llegar a mi despacho cuando se produjo la explosión", comentó el director de la prisión. Según Romero Pastor, el albarán entregado con el paquete indicaba que éste pesaba siete kilos, e iba dirigido a él mismo, con la inicial de su nombre y sus apellidos. El paquete procedía de Valladolid, donde había sido entregado el día 25 de junio en la sede de la empresa Transportes Castilla, filial en la ciudad castellana de Transportes Acha. El remite figuraba a nombre de Suministros AHA. Ésta es la primera vez que fallecían reclusos por la explosión de un paquete-bomba enviado a una prisión. Javier Romero Pastor había dirigido anteriormente la prisión de máxima seguridad de Herrera de la Mancha (Ciudad Real).

Un grupo de reclusos del módulo 2 llegó a amotinarse en el tejado de la cárcel, pidiendo información sobre sus familiares, actitud que depusieron tras recibir explicaciones. Se sucedieron escenas de desesperación, ataques de histeria y lipotimias entre reclusos y familiares que esperaban para verlos en el momento en que se produjo la explosión. Luis Vargas Torres, un interno de 43 años que estaba limpiando la sala de espera, comentaba, llorando, lo ocurrido. "Son unos criminales, han pagado las criaturitas que venían con sus madres. No hay derecho. Yo estaba limpiando y me ha salvado la columna. Me he quedado ciego con la explosión y luego todos, también los presos, hemos ayudado a los heridos".

Posteriormente, presos y familiares quisieron linchar a los seis reclusos de ETA que estaban en la prisión, cuatro internos y dos en tránsito para asistir a un juicio. La dirección de la cárcel decidió de inmediato el traslado de los seis etarras y de dos presos de los GRAPO a la prisión de Sevilla-2, una cárcel más moderna y con mejores instalaciones. En este último centro se encontraban en ese momento internados otros cinco etarras.

Internos comunes de otras cárceles, como la de Burgos, amenazaron también a los presos etarras: "Si para el Gobierno resulta difícil acabar con vuestros comandos asesinos, para nosotros, los presos, no lo es tanto el terminar con los vuestros que se encuentren en prisión (...) Habéis encendido una mecha que os puede estallar en la cara, ya que medio millar de presos de ETA no son nada para los más de treinta mil comunes. [No vamos] a pedir justicia, sino que nos la vamos a tomar por nuestra cuenta si seguís acabando con nuestras familias". En otro escrito de los presos, bajo el título "Advertencia a Artapalo", los presos comunes se dirigían a los dirigentes de ETA así: "Vas a conseguir que reunifiquen a tus compañeros, pero no en una prisión, sino en un cementerio. Esto no es una amenaza, sino una advertencia".

El mismo día del atentado, el diario Egin publicó una larga carta, fechada el 15 de junio de 1991, firmada por trece etarras recluidos en la cárcel de Salto del Negro (Las Palmas de Gran Canaria). Entre los firmantes se encontraba Iñaki de Juana Chaos, y en ella denunciaban "la actitud de constante acoso, provocación y vejación de la dirección de esta cárcel". Era parte de una campaña que tanto ETA como Herri Batasuna estaban realizando para denunciar la supuesta represión de los asesinos de la banda en las cárceles españolas por parte de los funcionarios de prisiones. José María Olarra, miembro de HB, había acusado, pocas horas antes del atentado, a los directores y funcionarios de prisiones de estar "tratando de crear una especie de GAL dentro de las cárceles". El secretario general de Asuntos Penitenciarios, Antoni Asunción, que viajó a Sevilla nada más tener noticia del atentado, aseguró que el Gobierno no iba a cambiar en absoluto su política penitenciaria respecto a los presos de ETA.

Al día siguiente, convocadas por Gestoras Pro Amnistía, miles de personas se manifestaron en Bilbao bajo el lema "A favor de los derechos humanos, los presos a Euskadi". El mismo día, Gesto por la Paz convocó manifestaciones silenciosas en el País Vasco como muestra de condena por el atentado. El 2 de julio más de treinta mil personas recorrieron las calles de Sevilla bajo el lema "Por la paz y la libertad", para protestar pacíficamente contra el atentado.

Donato Calzado García, de 27 años y natural de Gilena (Sevilla), estaba interno en la cárcel Sevilla-1 en régimen de tercer grado. Desde 1990 cumplía condena de dos años por un delito de lesiones y estaba a punto de obtener la libertad. Ayudaba en la sección de paquetería de la cárcel. Anteriormente había trabajado como albañil. Donato cumplía condena por una pelea que había mantenido años antes. El pueblo de Gilena se volcó con el fallecido, como ya había sucedido antes al ser condenado a prisión.



Raimundo Pérez Crespo, de 27 años y natural de Santander, esperaba para ver a su hermano preso en la cárcel de Sevilla-1. Estaba en el control de acceso para entrar al centro penitenciario cuando la onda expansiva del paquete-bomba le produjo graves heridas que le causaron la muerte pocas horas después en la UCI del Hospital Virgen del Rocío de Sevilla. En Santander regentaba una papelería junto a otro socio. Fue enterrado en la intimidad en el cementerio de Ciriego de la capital cántabra.



Manuel Pérez Ortega, de 39 años y soltero, era natural de Olivares (Sevilla). Funcionario del Cuerpo de Prisiones desde 1986 y licenciado en Ciencias Económicas, anteriormente había ejercido como maestro. Llevaba tres años destinado en el servicio de paquetería de la prisión. Fue enterrado en su ciudad natal. Tras el funeral, los cuatro hermanos de Manuel portaron el féretro con sus restos mortales hasta el cementerio de Olivares, donde fue enterrado.



Jesús Sánchez Lozano, de 37 años y natural de Sevilla, estaba interno en la prisión de Sevilla-1, clasificado en tercer grado. Igual que Donato Calzado, ayudaba en la sección de paquetería del centro penitenciario. Su cuerpo quedó sepultado bajo los escombros y su cadáver no fue encontrado por los bomberos hasta después de las 15:00 horas. Jesús era taxista, estaba casado y tenía dos hijos de 14 y 5 años. Sus restos mortales fueron enterrados en el cementerio de San Fernando (Sevilla). En el acto no hubo ningún representante oficial, algo de lo que se quejaron sus compañeros de prisión, señalando que los presos eran ciudadanos de quinta clase.


http://blogs.libertaddigital.com/in-memoriam/begona-urroz-la-primera-victima-de-eta-portell-y-nueve-victimas-mas-9894/

GEES, ¿En vilo?

jueves 30 de junio de 2011

Afganistán

¿En vilo?

GEES

Si Obama se va es obvio que no pueden quedarse los españoles a hacer todo el trabajo por cuenta de una nación discutible, en crisis y que negocia con terroristas.

"Es peligroso ser enemigo de USA, pero lo letal es ser su aliado". Se refería Kissinger al abandono de Vietnam entre el "plan de paz" y su inaplicación por el Congreso. Viendo la retirada afgana presentada por Obama la frase parece tan aplicable hoy a la "afganización" como antaño a la "vietnamización".

El efecto del anuncio lo resumió un columnista del WSJ: refuerza a los talibán, aumenta el riesgo de los que permanecen, fortalece a los radicales en Pakistán mientras debilita a los pro-occidentales, favorece a Irán, debilita la OTAN, mejora las perspectivas anti-occidentales de Karzai, vigoriza las fuerzas centrífugas de Afganistán. Y envía el mensaje de que "USA, como antes Inglaterra, es un poder en retirada".

Asistimos a otros efectos entre flemáticos e indiferentes. La muerte de niños y mujeres en un atentado talibán contra una maternidad, la voladura de una niña de ocho años obligada a actuar de suicida, el ataque del grupo terrorista Haqani a un hotel de Kabul y las amputaciones y muertes de nuestros soldados. Sosiego. ¡Qué entereza en la adversidad! ¿O es más bien que nos da igual?

El caso es que el último baluarte occidental contra esta violencia terrorista, entre el polvo del combate y el ruido de las negociaciones con los talibán, ha dicho basta. Es de temer que las consecuencias sean todo lo terroríficas que presagian estos acontecimientos.

Fuimos a Afganistán a ejecutar una misión, luchar contra terroristas y denegarles una base. Abandonarla antes de cumplirla, garantiza que volverá el peligro, pudiendo extenderse. A Yemen por ejemplo. Si Vietnam fue desamparado, junto con toda Indochina, al menos fue consecuencia de la contracultura, del periodismo monopolista agresivo y de 58.000 reclutas muertos. ¿Los equivalentes hoy? ¿Las encuestas, los medios de comunicación medio quebrados, o los 6.000 profesionales muertos que suman los americanos entre Irak y Afganistán? La raza se deteriora, incluso con respecto al 68.

Si Obama se va es obvio que no pueden quedarse los españoles a hacer todo el trabajo por cuenta de una nación discutible, en crisis y que negocia con terroristas. Pero esta derrota, que es en lo que va camino de convertirse la desbandada, podría hacer, si no fuera blasfematoria la comparación, que Ben Laden ganara batallas, como el Cid, después de muerto. Fue él quien comparó el fracaso ruso en Afganistán con el americano en Somalia. "Después de dejar Afganistán los luchadores musulmanes fueron a Somalia y se prepararon para una larga batalla, pensando que los americanos eran como los rusos. Los jóvenes se quedaron sorprendidos por la baja moral del soldado americano y se dieron cuenta más que nunca de que el soldado americano era un tigre de papel y que después de unos pocos golpes huía derrotado".

GEES, Grupo de Estudios Estratégicos.

http://www.libertaddigital.com/opinion/gees/en-vilo-60222/

miércoles, junio 29, 2011

Pepe A. de las Asturias, Oda a Pepiño, que está tristiño por culpa de Alfrediño

miercoles 29 de junio de 2011

Oda a Pepiño, que está tristiño por culpa de Alfrediño

Pepe A. de las Asturias


A Y, Pepiño, Pepiño, que me miras con desaliño, ¿onde están esos ojos antaño tan graciosiños

Ay, Pepiño, Pepiño
¿qué te pasa, rapaz,
que andas tan tristiño?
¿Qué te ha hecho, dime,
el candidato Alfrediño?
¿Te ha dejado sin mando
en tu partidiño?
¿Te ha dado un puntapié
en todo el culiño
después de haberle entregado
tu alma y tu corpiño,
tu eterna fidelidad
y tu amor más puriño?
¿Por qué, por qué?
(que diría Mourinho)

Ay, Pepiño, Pepiño,
que me miras con desaliño,
¿onde están esos ojos
antaño tan graciosiños?
¿Onde está tu mirada
de astuto y osado topiño?
¿Onde está tu descaro,
tu valentía de niño?
¿Do, tu regate dialetico
al estilo Robinho?
¿Y onde tu amigo Z,
Onde está su cariño,
su estima, su confianza?
Dime, ay, mi Pepiño
¿No te habrá desterrado
de su corazonciño?

Ay, Pepiño, Pepiño,
¡que no puedo verte así,
que la diño!
Y cuídate de la Elena,
que quiere tirarte al Miño
con una urna de piedra
bien amarrada al tobiño.
Que ésta se arrima mucho
al oscuro Alfrediño
y ha salido con ganas
de comerte los carballiños.
¡Joder con la Valenciano,
bulldog de Rubalcabiño!
Sólo de verle la cara,
ay, me giño.

Ay, Pepiño, Pepiño,
héroe del atril,
estratega del aliño,
¡no llores nunca mais
que se me estremece el corpiño!
¡No sufras mais, carallo,
que se me encoje el rabiño!
¡Que vuelva a ti la alegría
entre ríos de albariño!
¡Que escampe la nevada
Y bailen los pingüiños!

Ay, Pepiño, Pepiño,
que no puedo verte así,
¡Que me estriño!
¿Cómo he de consolar
esos ojiños tristiños?
¿Hundiendo otro Prestige?
¿Comprándote otro atiquiño?
¿Conxurando a trasgos y meigas
para eliminar a Alfrediño?
¿O erigiéndote en líder de Sol
Y de sus indignadiños
Al grito de "¡Muera la Pepa
y que Viva el Pepiño!"?

Ay, Pepiño, Pepiño,
¡cómo has podido caer
en las garras de Alfrediño!
Te ha metido la gaita
por el mismísimo calzonciño.
Te ha estampado el botafumeiro
en tu prominente fuciño.
Te ha maquinado en exclusiva
la Crisis del Pepiño.
Mas no te preocupes, rapaz,
que "O chegar o San Martiño,
mátase o porco
e bébese o viño".
Hasta entonces no llores mais,
no humedezcas tus ojiños.
Busca nuevos proyetos
lejos de Zapatiño,
lejos de Valenciano,
lejos de Alfrediño.
Lejos, muy lejos del mar
—no como tu atiquiño—.
Lejos, ya puestos, de España
¡Que nos tienes hasta os güeviños!

Ay, Pepiño, Pepiño,
que no puedo verte mais,
¡Que la diño!


http://www.vistazoalaprensa.com/contraportada.asp?Id=2742

Enrique de Diego, Gallardón empobrece a los madrileños

miercoles 29 de junio de 2011

Gallardón empobrece a los madrileños

Enrique de Diego (Elsemanaldigial.com)

G ALLARDÓN mintió en las elecciones. En la democracia basura que padecemos la mentira es la forma de comunicarse los políticos con sus súbditos y lacayos. La mayoría ya da por hecho que los políticos nos mienten en campaña y que eso es lo normal y lo lógico, incluso una muestra de inteligencia. Hasta estos niveles de degradación y servilismo han llegado buena parte de nuestros compatriotas.

Esos compatriotas, hooligans, llegan a entender que Gallardón no diga ni en su programa ni en campaña cosas tan importantes como que va a subir el IBI, porque, claro, eso quitaría votos. Comprenden que Gallardón no quite la Noche en Blanco en el año electoral, pero lo haga inmediatamente después de las elecciones, como una forma de pillería o de picaresca.

Esto es una democracia basura, pero son los propios súbditos los que la aceptan y han asumido su papel desmerecido.

Dado el abrumador desastre de gestión de Gallardón, en lógica democrática, nadie le debía haber votado, ni su partido haberle permitido concurrir con sus siglas, pero el caso es que su partido lo ha avalado y, a pesar de que ha perdido ciento veinte mil votos y tres concejales, ha ganado con mayoría absoluta, lo cual es una vergüenza que indica lo bajo en que ha caído nuestra sociedad.

La subida del IBI va a llevar a la indigencia a muchos ancianos, que ya no tienen para pagar más. Nadie parece haber pensado en esas situaciones, porque la clave era que ganaran los nuestros. Sin embargo, ni Gallardón ni Ana Botella se bajan de los coches oficiales, aunque eso representa miseria para los más desfavorecidos que han de pagar las tasas de basura del Ayuntamiento del príncipe de las basuras.

Tras haber engañado a los electores, Gallardón ahora pide que, ante la bancarrota del Ayuntamiento, pueda refinanciar la deuda. En una mentira más, dice que podría regularizar los pagos con los proveedores para 2015. Han escuchado bien: para 2015. Para dentro de cuatro años. Esto es una locura que permite y avala el PP. A ninguna empresa se le permitiría una gestión tan nefasta.

Gallardón ha subido el IBI, empobreciendo a los madrileños, y va a subir más impuestos, porque ha sido un manirroto y ha actuado con manifiesta prodigalidad, con una pésima gestión. Pero una mayoría de madrileños le han avalado. El alcalde del Ayuntamiento basura sí ha tenido quien le vote. Y encima hacía jornadas abiertas en el mausoleo del contribuyente que se ha montado en Cibeles.

Otrosí: Cada vez somos más los conscientes de que hay cuestionar todo lo hecho desde la nefasta transición. Así, Jordi Sevilla, en la Asociación de la Empresa Familiar de Murcia: "El modelo político y económico está agotado. No se trata de un cambio de gobierno sino que lo hemos hecho desde hace 30 años y que nos ha permitido dar un salto hacia delante ahora nos lo tenemos que cuestionar".

http://www.vistazoalaprensa.com/contraportada.asp?Id=2744

Enrique Arias Vega, Vivir mal o vivir peor

miercoles 29 de junio de 2011

Vivir mal o vivir peor

Enrique Arias Vega (Elsemanaldigital.com)

H ACE unos veinte años, cuando aún no había crisis económica ni se la esperaba, algunos sociólogos norteamericanos anticiparon ya que los hijos de aquella generación iban a vivir peor que sus padres. Razones: pérdida de los valores de esfuerzo, mérito, competitividad y sacrificio.

Lo que no imaginaban ni de lejos es que, para más coña, los padres se iban a gastar los futuros ingresos de sus hijos, dejándoles hipotecados hasta las cachas.

Por eso, tanto las manifestaciones griegas como las protestas de los indignados españoles contra los recortes del estado de bienestar del que disfrutan resultan inútiles, por desgracia, ya que dicho estado ha dejado de existir.

¿Cómo se justifica, si no, la reciente bonanza de Islandia, un gélido país del tamaño de Andalucía y con los mismos habitantes que Badalona? ¿O que los irlandeses, históricamente pobres de solemnidad, dispusiesen de la renta per capita más alta de Europa? ¿O que en España todo el mundo tuviese una segunda residencia, dos coches y el AVE a la puerta de su casa?

Simplemente, porque todo ha sido ficticio, porque ese bienestar se logró gastando lo que sus beneficiarios no habían producido.

Lo dramático, pues, es que nadie pretende reducir los derechos de nadie. Lo que discuten la UE, el FMI, las agencias de rating… es cómo conseguir que solo se viva mal durante una temporada, mientras se sale lo antes posible de la crisis.

La alternativa, lo siento, no es seguir viviendo bien, sino hacerlo incluso peor (¿o es que nadie se acuerda del crack del 29?). Y eso no lo quieren ni los denostados mercados financieros, tan perjudicados como el que más ante tal hipótesis.


http://www.vistazoalaprensa.com/contraportada.asp?Id=2745

Oscar Molina, ¿Indignados? ¿Ahora?

miercoles 29 de junio de 2011

¿Indignados? ¿Ahora?

Óscar Molina

V AYA por delante que todo atisbo de rebeldía cuenta, al menos, con mi curiosidad complaciente. Vaya como previo también, que considero que algunas propuestas del famoso movimiento pudieran ser plausibles y hasta necesarias. Y quede claro que soy perfectamente capaz de distinguir entre la manada de okupas que tratan de capitalizar el asunto y mucha otra gente que tiene una sana intención de cambiar lo que no funciona. Los primeros siempre han estado ahí, para escupir en la comida a diario; los segundos llegan tarde… y mal.

Los motivos para indignarse conviven con nosotros desde hace tiempo, pero la anestesia generalizada los ha venido nublando, y la aceptación acomodaticia de tantas cosas los han convertido en un montón de inmundicia tan grande, que andar ahora a ver si limpiamos la cagada de la mosca resulta patético.

Porque sí, es cierto que hace mucho tiempo que apesta el ventajismo de unos cuantos para hacernos pagar facturas que llevan un porcentaje en sus primas; ya huele desde hace largo que se premien con “bonus” gestiones mediocres que sólo recortan costes, ofrecen lo cutre como producto y talan condiciones laborales. Pero es que hace el mismo tiempo, o más, que sólo unos pocos se han venido atreviendo a plantar cara a los listos de la retribución variable. Y les hemos señalado con el dedo, les hemos llamado despectivamente “privilegiados”, y sólo hemos sido capaces de tragarnos las acusaciones de “elitismo”, formuladas por quienes saben perfectamente que cortando cabezas los pies ya sólo son aperitivo.

Cortedad de miras, enanismo culpable y hasta doloso, el de quienes no se escandalizaron ni un poquito por el hecho de que se pudiesen endosar condiciones laborales por decreto, se menoscabaran derechos de huelga con amenazas mafiosas o se pusiera a caer de un burro a los únicos indignados ejercientes. Total, a nosotros no nos tocaba ¿verdad? No somos malos, somos sumisos. No somos una casta favorecida, somos humildes, a nosotros no nos pasará…hay que joderse, y sobre todo, estar ciego.

A los ciegos hablo, en la esperanza de que no estén también sordos. Y lo hago con la expectativa de que escuchen cómo aún les venden la burra todos los días. La penca coja que pisotea a los últimos rebeldes que aún se juegan su hijuela llevando en el lomo a un tropel de farsantes, supuestos garantes de la esperanza de otra nueva existencia a crédito. Ahora están indignados, manda huevos, pero antes se indignaron con quienes todavía podían derrotar a los que ahora, de repente, tienen títulos de multipropiedad en nuestro Infierno.

¿Es que a nadie le ha venido indignando que le traten como ganado cada vez que se sube en avión? ¿No viene siendo indignante desde hace mucho que los señores del “scanner” nos hablen como a vacas “por nuestra seguridad”? ¿Es que nadie ha visto antes la necesidad de rebelarse contra los administradores de nuestro miedo en forma de bombas, pandemias inexistentes y demás debacles? ¿Nadie ha caído hasta ahora en que la mejor forma de controlarnos es que estemos cagados? Cagados por enfermar, por morir… pero sobre todo por poder perder nuestro modo de vida regalada. Regalado porque creímos que se nos concedió, aún pensamos que se nos toleró vivir a cambio de no hacer mucho ruido y de acojonarnos a demanda. Indignados…ahora…cuánto tiempo perdido.

¿Y a nadie le había indignado aún ese creciente control del Estado sobre nuestra forma de pensar, de vivir, de educarnos y hasta de creer? ¿Es que es poco indignante que nos vengan diciendo desde hace tanto qué nos conviene, qué no, y cuáles son nuestros principios…? ¿Es que a nadie le ha sublevado hasta ahora que nos retuerzan los conceptos, nos los amolden y nos los entreguen en un plato a la voz de “son lentejas”? ¿Es que a quienes vienen pilotando nuestra vida con nuestro consentimiento no se les veía venir la querencia de que además pagásemos su billete en Primera Clase? Ahora estamos indignados. Qué bien, vaya tela.

Aquí lo único que pasa es que España ya no es de colores. Ni más ni menos. El paraíso de lo fácil que nos prometieron se ha caído sobre nuestras cabezas, nuestro bolsillo y, sobre todo, sobre nuestro futuro; y eso, eso sí, nos indigna. Porque habíamos creído en la imposible eternidad de un aberrante pacto según el cual íbamos a vivir en un parque temático a cambio de entregar nuestras vidas, y resulta que al dueño de la barraca le han cortado la electricidad que pagaba con nuestro dinero, nuestra desidia y el espejismo de lo irrompible.

Indignados, sí, pero apuesto lo que haga falta a que a poquito que nos caigan migajas volveremos a comprar la mercancía averiada. Unos se retratarán pasando la tarjeta en pos de la que venden las franquicias populares, otros adquirirán a golpe de cacerola la que se entrega con una rosa empuñada, pero volveremos a caer. Volveremos a llamar apestados a quienes se atrevan a sublevarse de verdad, y volveremos a dejar que nos mande, nos castigue y nos instruya quien nunca fue nuestro padre ni nos quiere como tal.

¿Indignados, ahora? ¡¿No te jjjjode!?

http://www.vistazoalaprensa.com/firmas_art.asp?id=6171

Felix Arbolí, El hombre de la ‘baraka’ y el Cid Campeador

miercoles 29 de junio de 2011

El hombre de la ‘baraka’ y el Cid Campeador

Félix Arbolí

C UENTAN las crónicas de la época que el Cid Campeador, inspiraba tal miedo a sus enemigos, que lo ponían a cabalgar después de muerto y huían despavoridos. La cuestión es que don Rodrigo Díaz de Vivar, el más famoso y admirado mercenario de nuestra Historia, continuó ganando batallas y atemorizando a sus enemigos incluso después de muerto. Hay personas cuya influencia y circunstancias son tan notables, - sean en sentido negativo o positivo-, que se perpetúan más allá de su propia vida. Y esto parece estar ocurriendo con aquel “ Franquito”, que a sus treinta y dos años era el general más joven de Europa, gracias a su probado valor en las campañas y murió cuando le llegó su hora, como vulgarmente se dice con las botas puestas, aunque en su caso fuera una prolongada, inhumana y dura agonía entre cables y operaciones. Ese hombre que salió airoso en el famoso y comentado enfrentamiento con Hitler, dueño absoluto de Europa entonces, librándonos de entrar en la segunda guerra mundial contra todo pronóstico. Algo que gobernantes contemporáneos y con interlocutores mucho más fáciles de capear, no han sido capaces y nos han metido y siguen haciéndolo en conflictos bélicos que en nada nos incumben y tanto nos cuestan en vidas humanas y recursos económicos. El mismo que a pesar del duro aislamiento internacional al que fue sometido, a la condena y rechazo de la ONU y la amenaza constante del comunismo internacional entonces pujante, continuó firme al frente de nuestra nave, sorteando las más procelosas aguas de un mundo soliviantado que aún sufría las secuelas de una terrible contienda mundial.

En contra de lo que muchos presagiaban y deseaban, su régimen se afianzó y uno tras otro, (los Estados Unidos, primero) , todos se fueron acercando a él y ofreciéndole su reconocimiento y amistad. Ese pequeño y terco militar gallego había vencido nuevamente una de sus más difíciles batallas. Y esto es Historia vivida, así como las numerosas visitas de los Jefes de Estado, que ayer le criticaban con saña, mostrándose ante el mundo sonrientes y satisfechos junto al odiado “dictador”.

Que fuera mejor o peor, más autoritario que indulgente, severo con sus enemigos y excesivamente controlador de los ciudadanos, es otra cuestión. No intento canonizar a nadie. En su tiempo tuve los únicos impedimentos de la censura por algunos de mis artículos que intenté publicar, entre ellos algunas entrevistas con Buero Vallejo, que quedaron inéditas, al ser entonces persona “non grata”, a pesar de que fue un hombre excepcional en toda la acepción de este adjetivo. Muchos cerebros privilegiados y científicos notables tuvieron que exiliarse ante la amenaza constante y el acoso gubernamental. Me gusta resaltar lo bueno y malo de todo cuanto expongo. Espero que en esta cacareada libertad y democracia me dejen expresar con entera libertad estas opiniones sin ningún tipo de represalias, aunque se trate de un tema tabú en los tiempos que corren.

Ni he sido franquista, ni le debo nada al franquismo, salvo un periodo de paz, de respeto cívico, trabajo, unidad nacional y dignidad, que no he vuelto a gozar desde entonces, ni tampoco me considero un anti franquista radical, aunque en muchas ocasiones no haya estado de acuerdo con sus métodos y excesiva tutela. A Dios lo que es de Dios y al César lo que es del César.

Dicho lo cual, he de aclarar que me parece una cobardía cebarse con una persona muerta que ya no puede defenderse y a la que en vida temían y acataban como si fuera una especie de personaje mitológico y símbolo sagrado. Es fácil y al parecer queda muy “guay”, hacer ostensibles burlas y escarnios de un personaje, que quieran o no, pertenece a nuestra Historia e hizo cosas censurables, no lo vamos a negar, pero también logros y aciertos, que no debemos omitir y en mucha mayor medida y beneficio comunitario que nuestros actuales políticos tan empeñados en enlodarlo todo. Ni me emociona, ni me produce rencor la figura de Franco, pero si me infunde respeto y en algunos aspectos gratitud. Al menos no había tantos desahucios, ni parados, empresas en quiebra y gobiernos y políticos que mantener. Si hubo en cambio, pantanos que hoy nos permiten asegurar el consumo de agua y energía eléctrica; la fundación del INI con su enorme aporte industrial de cara al mundo; prestigiosas empresas de fabricación de automóviles, camiones y otras clases de vehículos netamente españolas, como SEAT y PEGASO, que los nuevos jerarcas malvendieron en la primera oportunidad que tuvieron a empresas foráneas. Asimismo, teníamos una industria en alza constante que nos llegó a colocar en el octavo lugar como potencia mundial, sin olvidar, por supuesto, la invención del Instituto Nacional de Previsión, con la Seguridad Social, el plan de sanidad y de pensiones y las cargas familiares o puntos para ayudar a incrementar la maternidad, que nos evitó tener que soportar esta incontrolada y masiva inmigración sin cualificación, ni beneficio para nuestra colectividad, que llega a diario a nuestras costas y la mayoría con sus vientres fertilizados. Ya no es cuestión de humanidad, sino de simple supervivencia y defensa de nuestra identidad nacional.

Otro asunto de enorme interés e importancia fue la fundación de la ONCE para la protección de los ciegos y discapacitados, siendo la primera nación europea y creo que sigue siendo la única, que se ha preocupado de ellos, aunque pocos de sus protegidos tengan la honestidad de reconocerlo. Años en que se valoraba en su justa medida e importancia la integridad de la Patria, que hoy nos parece una entelequia, el respeto y la veneración a nuestros símbolos y tradiciones y un largo etcétera que haría exhaustiva esta relación. Todo se ha perdido en nombre de esta sacrosanta democracia, que nos permite largar y despotricar a nuestro albedrío, -por eso lo hago-, aunque nos cueste no poder encontrar trabajo, ni vivir seguro y dignamente bajo un techo. Hasta Marruecos nuestro exigente y nunca satisfecho vecino, -ante el que se inclina servilmente nuestro nuevo candidato a presidente y actual vicepresidente primero cuando se halla ante él-, le mostraba su sonrisa más complaciente y actitud más amistosa porque creía que ese hombre tenía “baraka”. Confundían los atributos masculinos con las veleidades de la fortuna. Su cambio de actitud se produjo en el mismo instante en que nuestro “generalito” agonizaba en un hospital, con esa falacia de la “marcha verde” y se ha ido recrudeciendo con los gobernantes que han llegado posteriormente.

Me parece absurdo y nada ético que se menosprecie únicamente a Franco, mientras se ensalza y ennoblece a otros personajes a mi entender más siniestros y dignos de repulsa, que hablan de dictadura franquista cuando ellos fueron artífices de nuestros años más nefastos bajo la dependencia de la dura dictadura estalinista. No obstante, éstos que ayer se hallaban escondidos en los “paraísos del proletariado”, por puro miedo y otros que lucieron entorchados e insignias de alto rango, son hoy los más exaltados detractores de un régimen gracias al cual sus padres y ellos mismos se dieron la gran vida. Hay apellidos muy sonados en este aspecto. Yo que en toda mi vida recibí un simple apretón de manos de las jerarquías de entonces, me enervo y sublevo contemplando tanto cinismo e hipocresía. Ni los propios nietos del llamado “dictador” salen a la palestra para defender al abuelo que tan bien situados les ha dejado. En eso Zapatero ha demostrado ser más coherente respecto al suyo.

Sé que este artículo no caerá bien a muchos lectores, incluso familiares, pero quiero llegar al final de mis días con la cabeza alta y libre de sonrojos. Ya no es hora de cambiar de postura, aunque tampoco lo haría si me quedaran otros muchos años de vida. Cuento y comento lo que sé por experiencia y no a través de textos leídos e historias oídas, ya que pueden estar escoradas a la diestra o a la siniestra y ninguna de ambas tendencias me interesan lo más mínimo. El hombre debe ser fiel a sus principios y morir con la dignidad y la satisfacción de haber dicho siempre su verdad sin ambages.

No sé qué nos pasa actualmente que al no poder vivir como Dios manda, nos dedicamos a remover las sepulturas intentando soliviantar el merecido sueño eterno de los caídos en nuestra guerra. ¿Para qué?. ¿ No es mejor dejar a los muertos descansando su paz eterna, que andar exhumándolos para volverlos a enterrar?. Con la creciente incineración se evitarán estos problemas. Tengo encomendado que mis cenizas las echen al viento de mi bahía gaditana y si no pudiera ser en cualquier otro lugar donde el aire las esparza en todas las direcciones. Sólo quiero que perdure mi recuerdo entre aquellos que me quisieron y que recen una oración, si tienen fe, por si me hiciera falta esta influencia. Lo demás carece de importancia, pura parafernalia y sacaliña de dinero.

Ahora a todos les ha dado por hablar del cadáver de Franco y aunque lleva treinta y seis años muerto, no se ponen de acuerdo donde lo quieren trasladar. Como si fuera ese jarrón, regalo de la suegra, que se cambia de sitio, para que se vea lo menos posible. A todos parece molestarle de repente donde está enterrado el que durante cerca de cuarenta años rigió los destinos de España. Hasta Fernando VII el “indeseable”, descansa tranquilo en su tumba y nadie se ha preocupado en cambiarle de lugar. ¿Por qué este hombre causa tanto pavor y recelo a sus adversarios?. ¿Es un caso similar al de nuestro Cid Campeador que citaba al principio de mi artículo?. ¿ Tanto le temen y odian para llegar al extremo de ensañarse con sus restos, ya convertidos en ceniza?. ¡Qué proeza y machada ganar la batalla a un muerto!. Me estoy acordando del libro de mi inolvidable y admirado Fernando Vizcaíno Casas :“Y al tercer día resucitó”. Es de vergüenza ajena. ¡Déjenlo en paz de una vez, aunque sólo sea por el respeto debido a todo cadáver!. .Preocúpense de los vivos y sus problemas, que son los que verdaderamente necesitamos los recursos públicos y atenciones gubernamentales para dejar de ir como “zombis” por la vida, ya que vamos a terminar por comernos los unos a los otros, como en la famosa tragedia de los Andes.

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