viernes, noviembre 18, 2011

Leah Bonnín, Antijudaismo e ignorancia

viernes 18 de noviembre de 2011

'EL JUDAÍSMO CLÁSICO', DE STEMBERGER

Antijudaísmo e ignorancia

Por Leah Bonnín


La mayoría de las veces el antijudaísmo, que desde la fundación del Estado de Israel ha derivado en un antisionismo intelectual y militante, obedece a un desconocimiento de los judíos y de lo que es el judaísmo como religión, pensamiento, cultura y forma de vida. Digo esto porque muchos de los que en las encuestas se manifiestan como antijudíos o antisemitas reconocen que en su vida se han encontrado con un judío y, desde luego, poco o nada saben de judaísmo.

La actitud viene de lejos, probablemente de antes del decreto de expulsión de los Reyes Católicos, y ha quedado fijada en la lengua a través de expresiones como judiada, que significa "acción mal intencionada o injusta ejecutada contra alguien", o sinagoga, que además de "templo para los judíos" sería una "reunión de personas que traman algo ilícito o una intriga", como se lee en el María Moliner.

Paliar semejante ignorancia no es fácil y, desde luego, no se conseguirá tachando o censurando entradas de un diccionario que, como su nombre indica, refleja el uso de la lengua española que hacían, y todavía hacen, los hablantes. Se necesitan tiempo y paciencia, como decían las madres, y, sobre todo, tener acceso a textos que ayuden a comprender lo que es el judaísmo, en tanto forma de vida, religión, pensamiento y cultura, y a los judíos, como uno de los pocos pueblos antiguos que perviven.

Es el caso de El judaísmo clásico, de Günter Stemberger, que se publicó en 1979 en alemán y que hasta ahora era imposible de encontrar en español; un texto de referencia, como lo es también la Introducción a la literatura talmúdica y midrásica, de Stemberger y Strack, que, a pesar de ser más técnico, contaba con dos ediciones, la de la Institución S. Jerónimo para la Investigación Bíblica (Valencia, 1988) y la de la editorial Verbo Divino (Estella, 1996), de difícil acceso para el lector no especialista.

Entre la investigación histórica, la aproximación religiosa y el análisis filosófico, en El judaísmo clásico el catedrático de Judaísmo de la Universidad de Viena explica cómo se sentaron las bases que han marcado el judaísmo hasta nuestros días y ofrece un detallado cuadro del periodo comprendido entre la destrucción del Segundo Templo en el año 70 EC, llevada a cabo por las legiones romanas al mando de Tito, hasta el fin de las academias rabínicas en el 1040 EC.

La obra de los rabinos desde el 70 hasta el 1040 ha repercutido hasta el día de hoy en la organización de la vida judía más que la Haskalá (la Ilustración judía que tuvo lugar en la Europa del siglo XVIII) y hasta más que la creación del Estado de Israel, en 1948. Se podría afirmar que, de no haber mediado el trabajo de los rabinos, es probable que los judíos hubiesen dejado de existir como pueblo.

El año 70 supuso una fractura tan profunda en la historia judía, que en la época rabínica la cronología se estableció ocasionalmente como "desde la destrucción del Templo". El trabajo rabínico fue impresionante y se inició justo después de la destrucción, cuando, reunidos en la ciudad de Yabne, junto al mar Mediterráneo, y liderados por Yojanán ben Zakkay, hombres de diversas tendencias, sacerdotes, maestros de la Ley, fariseos (que era un grupo más entre saduceos, esenios y zelotes) y otros empezaron a reconfigurar la vida judía sin el Templo.


La periodización de esos casi mil años contempla la historia judía en sí misma y tiene sus orígenes y fijación en la Carta de Sadia Gaón en el siglo X, se desarrolla en el Libro de la Tradición (Sefer HaCabalá) de Abraham Ibn Daud y comprende cuatro periodos: tanaítas (tanna, del hebreo shaná, "repetir", "aprender") llega hasta el siglo II; amoraítas (en hebreo y arameo amar, "decir"), hasta aproximadamente el año 500 EC; saboraítas (del hebreo sabar, "comentar"), durante los siglos VI y VII, y los geonim (directores de las academias), hasta el 1040. Mil años en los que el pueblo judío vivió el levantamiento de Bar Kojbá contra la dominación romana, la cristianización del Imperio romano, la invasión de persas y árabes, el exilio en Babilonia. Mil años en los que se vio sometido sin someterse y aceptar mayoritariamente la imposición de cristianizarse o islamizarse. Mil años en los que tuvo lugar la redacción de la Misná –que, iniciada en el 138 por R. Meir, fue codificada por R. Yehudá HaNasí y constituye la recopilación y ordenamiento de leyes procedentes de la tradición oral desde los tiempos de la entrega de la Torá (Ley escrita) en el Sinaí– y la Tosefta o añadido a la Misná; la del Talmud (discusiones rabínicas sobre leyes judías, tradiciones, costumbres, leyendas o historias) de Jerusalén y de Babilonia y la del Midrash, comentarios exegéticos dirigidos a facilitar la comprensión de los pasajes más difíciles o contradictorios de la Torá.

A partir del año 70 se abre un periodo de transición desde la época del Templo, en la que los sacerdotes tenían trascendencia política, hasta una existencia sin Templo, en la que los rabinos intentaron imprimir su marca en la vida religiosa. La religión en el Templo, y sus sacrificios rituales, fue sustituida por el estudio de la Torá, la tefilá o plegaria y los rezos. Los judíos tuvieron que abandonar el sueño de un Estado y adaptarse a vivir en la diáspora, lejos de Palestina (aunque siempre quedaron judíos), y la experiencia religiosa y social, que había estado marcada por Eretz Israel (la tierra de Israel), se convirtió en vida religiosa y social en la comunidad, con sus exigencias y deberes, con su compromiso de estudio de la Torá, que tenía como núcleo existencial la sinagoga, cuya financiación y mantenimiento dependía de todos los miembros.

El pueblo judío, dice Stemberger, se convirtió en el pueblo del Libro, "principalmente por su sistema escolar, desarrollado ya en fecha temprana". Aprender es un ideal religioso que no sólo compete a los rabinos o a los dirigentes comunitarios, sino a todos y cada uno de los judíos, y son los padres los encargados de transmitir a los hijos los fundamentos de la educación. La Torá, que junto a las leyes sociales y religiosas incluye narraciones y cuentos sapienciales, para los que se elaboraron leyes interpretativas concretas, probablemente inspiradas en la exégesis griega, determina la totalidad de la vida, es el código universal a través del que el ser humano consigue una existencia plena y la armonía con el cosmos creado por D's. Y más que la creencia ("En el judaísmo no existe ninguna profesión de fe") es importante la realización de acciones según señala la halajá (del verbo hebreo halaj, "ir", "caminar"), que comprende las leyes que se derivan de la Biblia, las leyes que se justifican a sí mismas (se podría pensar en leyes naturales, pero los rabinos no establecen diferencias entre el derecho natural y el derecho divino) y las leyes a las que, sin ser bíblicas, se les busca un sostén bíblico. Vivir conforme a la halajá significa actuar, cumplir las mitsvot o preceptos, caminar bajo el yugo de la Torá, apoyándose en el conocimiento de la hagadá (del hebreo le-hagid, "contar, decir, exponer"), esto es, recopilación de exégesis bíblicas de corte no legal, así como de saberes profanos: breves comentarios a los textos bíblicos, relatos, anécdotas biográficas o históricas, leyendas, cuentos, fábulas, dichos o máximas ético-filosóficas, discursos de consolación, admoniciones, etc. Sin dogmas, a pesar de que la "creencia en un único Dios, la revelación de la Torá y la elección de Israel son indiscutibles".

Pese a la calidad de la traducción y la edición, que cuenta con unos inestimables apéndices y una tabla cronológica, señalaría algunos defectos innecesarios, como el uso de la adaptación del original hebreo o arameo que hace el alemán, al utilizar la k (halaká por halajá, Bar Kokba por Bar Kojba), cuando el español dispone de una hermosísima j que se corresponde a la perfección con el sonido jota hebreo y árabe y que lo distingue de otras lenguas casi tanto como la muy reivindicada ñ.



GÜNTER STEMBERGER: EL JUDAÍSMO CLÁSICO. CULTURA E HISTORIA DEL PERIODO RABÍNICO. Trotta (Madrid), 2011, 278 páginas. Traducción de Lorena Miralles Maciá.

http://libros.libertaddigital.com/antijudaismo-e-ignorancia-1276239591.html

No hay comentarios: