Borjita Vladimir va al cole
Pablo Molina
El reciente vídeo propagandístico de Rubalcaba, en el que vemos al hijo de un alto cargo del PSOE acudir a un colegio privado acompañado por la asistenta, revela el escaso aprecio que los socialistas tienen por el trabajo doméstico.
El reciente vídeo propagandístico de Rubalcaba, en el que vemos al hijo de un alto cargo del PSOE acudir a un colegio privado acompañado por la asistenta, revela en primer lugar el escaso aprecio que los socialistas tienen por el trabajo doméstico, porque los matrimonios trabajadores no obligan a las empleadas del hogar a vestir el uniforme cuando llevan a los niños al colegio público del barrio como sí hacen estos campeones de la igualdad.
Pero no contentos con reflejar con fidelidad ese chafarrinón estético, típico del ganapán que de pronto se ve disfrutando de un sueldazo sin haber hecho otra cosa que medrar en el partido sociata o el sindicato obrero, los autores de este documental sobre los hijos de los altos cargos de la izquierda ahondan en el ridículo con un texto que contradice el mensaje que supuestamente quieren transmitir al sector más borreguero de sus votantes
"Sólo una enseñanza de calidad garantiza la igualdad de oportunidades", se atreven a rotular los guionistas de esta primera entrega de Superproducciones Rubalcaba. En efecto, esa era la principal función de la enseñanza estatal, justamente hasta que los papás de los miles de Borja Vladimires que diariamente acuden a colegios de lujo, por supuesto acompañados de la yaya, se hicieron con el poder en España y pusieron en marcha una reforma educativa que ha invalidado a la educación pública como factor de promoción social, condenando de paso a la indigencia laboral a todas las generaciones posteriores.
Tan sólo al final los autores del montaje hacen una concesión a la realidad. Es cuando la asistenta, ya con ropa de calle tras haber terminado su jornada laboral en casa del alto cargo socialista, a la espera de que el señorito la inscriba en la Seguridad Social un año de estos, deja a su hija en un colegio público donde la chiquilla va a disfrutar de la pedagogía superprogre que los socialistas han destinado para ser disfrutada en exclusiva por los hijos de sus votantes.
"Corre, hija, corre...", le dice la madre. En efecto, es para salir corriendo. El problema es que la criatura, como tantos millones de niños españoles cuyos papás no son ricos ni izquierdistas con cargo público, no tiene a donde.
Pablo Molina es miembro del Instituto Juan de Mariana.
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