lunes, julio 18, 2011

Amando de Miguel, Las dos (o tres) Españas

Las dos (o tres) Españas

18-07-2011 | 2 comentarios

Lo malo es que algunos de los factores de los años treinta se repiten hoy en día.

Amando de Miguel

Buena la hizo Antonio Machado con lo de “españolito que vienes al mundo”. El catedrático de Francés se refería al recién nacido o incluso al nasciturus. Pero a partir de esos versos, todos los españoles más o menos adultos nos hemos empezado a considerar españolitos. Lo peor fue el conjuro. Nada menos que una de las dos Españas nos iba a helar el corazón. El asunto es más bien intelectual. Quiero decir que somos los escritores, escribas o escribanos los que nos hemos enzarzado en la angustiosa polémica. Ahora bien, dado que influimos, el resto de los españoles acaban cogiéndole la afición a la pelea. Las palabras no hacen mucho daño, pero sí las bofetadas y no digamos los tiros.

La última Guerra Civil se produjo por una conjunción única de factores: (1) Una crisis económica sin resolver. Entonces los gobernantes no sabían ni papa de Economía. (2) Un exceso de población agraria poco productiva, adscrita a la gleba, por la falsa idea de una malhadada reforma agraria. Esa gran masa de población era carne de paro. (3) Una política que rebosaba de intelectuales, muchos de ellos sin lectores. La República de profesores se llamó. (4) Un sentimiento de odio entre los dirigentes de los distintos partidos y a veces entre los de los mismos partidos. El odio suele ser producto de la mediocridad. (5) Predominio de las ideologías excluyentes, del todo o nada, de ellos y nosotros. Era el producto de la mentalidad revolucionaria de la época. (6) Ante la dificultad de resolver los problemas materiales, los políticos de varios partidos empezaron a soñar con utopías. Por ejemplo, querían acabar con la propiedad, con la religión, con la familia, en definitiva, con la Historia. Pero eso era como saltar sobre la propia sombra.

Lo malo es que algunos de esos factores de los años treinta se repiten hoy en España, salvando todas las distancias. Por ejemplo, también arrastramos hoy una crisis económica sin resolver, un paro desaforado y el odio entre algunos dirigentes políticos. La clave está en las ideologías excluyentes. Todos los nacionalismos lo son. Sigue una oposición radical entre la izquierda y la derecha. Ya tenemos las tres Españas. La gran diferencia con la situación de los años treinta es que ahora los nacionalismos aparentan ser de izquierdas, aunque pacten tranquilamente con la derecha.
Al menos en los años treinta las derechas se identificaban como tales. Ahora se consideran de centro, lo que resulta absurdo. Al menos los de este periódico “estamos orgullosos de ser derechas”. También sería bueno que hubiera otros que se sintieran orgullosos de ser de izquierdas. Pero tampoco se produce esa identificación con claridad. Los de izquierdas desean pasar por progresistas, que nadie sabe lo que significa. Quizá sea volver a la utopía, esto es, lo que nunca puede tener lugar. Los progresistas interpretan que la derecha es extrema derecha, esto es, violenta. Se trata de una aberración, una más.

Han pasado ya más de dos generaciones desde la última Guerra Civil y todavía no se habla de ella con estudio y sin ira. En la izquierda dominante (por lo menos en el aspecto cultural) predomina una actitud de venganza, de resentimiento. Casi todas las películas subvencionadas que se han hecho durante los últimos años se narran desde el punto de vista de los rojos. Imaginan, además, que la República era un régimen democrático normal sin censura, sin desorden público. Da la impresión de que la izquierda quisiera retornar al pasado y hacer ver que no perdieron la guerra. Pero la perdieron. Por lo mismo que los nazis perdieron la segunda Guerra Mundial. La verdadera Memoria Histórica está en reconocer el pasado como realmente fue. De no realizar ese esfuerzo mental o anímico, las dos o tres Españas volverán a enfrentarse. A diferencia de los años treinta, Europa no está ahora para guerras. La novedad es que la tercera Guerra Mundial es ahora el ataque del terrorismo a la democracia. Es una guerra sin campos de batalla. Además de los terroristas islámicos, en España tenemos la originalidad de los terroristas autóctonos, los etarras. Llevamos medio siglo con esa amenaza. Es como una extraña supervivencia de la Guerra Civil. Sólo que ahora una banda se enfrenta al Estado.

La paz con los terroristas autóctonos no tendría que significar rendirse a ellos. Pero otra vez se da en España una situación única. De forma simbólica, en Guipúzcoa los terroristas están al frente de las instituciones teóricamente democráticas. El Gobierno Vasco no sabe imponer la ley de banderas. Es decir, hemos perdido la dignidad y tendremos la guerra, si me permite recordar a Churchill. En efecto, lo de Bildu es un remedo de lo que sucedió en la Alemania de Hitler. En España lo han conseguido a través de una traición, la del presidente del Tribunal Constitucional, cual nuevo Vellido Dolfos, o como se llamara el felón. Yo no lo veré, pero a Pascual Sala lo juzgará la Historia. Lo siento por sus herederos y conmilitones.

*Amando de Miguel es sociólogo.

http://www.intereconomia.com/noticias-gaceta/opinion/opinion/o-tres-espanas-20110717

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