martes, septiembre 07, 2010

Tomas Cuesta, ¡ Puños fuera !

¡Puños fuera!

¡Quién te ha visto, Guerrita, y quién te ve; apenas la sombrilla de lo que antaño eras!
TOMÁS CUESTA

Día 07/09/2010

ALFONSO Guerra, que es un señor muy peripuesto, debió pensar que eso de levantar el puño en la kermese heroica de Rodiezmo hacía juego con los vaqueros desteñidos, el pañolón bermejo, la camisa impoluta y el bronceado veraniego. Que le prestaba un aire juvenil, un hervor «revolté», un halo de farruca incandescencia, en el que se hermanaban la ética y la estética. Que le quitaba años, en resumidas cuentas, que es el único robo que siempre se agradece. Pero estaba de Dios que la foto del día tuviese más aristas, calado y perendengues aunque fuese, en las formas, igual de puñetera.
Estaba de Dios, con permiso de Hawking, o tal vez del diablo, según como se entienda. Porque el uno provee mientras que el otro enreda y ya es casualidad que en el imaginario dominguero aflore de improviso el acervo gestual que liga a los matones con los tribunos de la plebe. El socialismo, lejos de ser un humanismo como decía Sartre poniéndose estupendo, es un sonambulismo (el hallazgo es de Sloterjïk) que se resiste a abandonar la noche de los tiempos. Días de Guerra y Tregua, de disparate icónico y de aciagas coincidencias. Puñadas en el tajo y puñales en la tele. Sociatas encrespados, soci(eta)s irredentos y en la tierra de nadie un fantoche totémico. Un numen tutelar que, por que no se diga que andan chapoteando en el pretérito, ya no remeda a Marx —¡menudo muermo!— sino al campeador Mazinger Z. ¿Se acuerdan? Sí, hombre, sí, seguro que se acuerdan. ¡Qué sencillo era todo! ¡Puños fuera!
No obstante, al freír será el reír, y no caerá la breva de que el rocoso ex mandamás —«Un fox-terrier de pelo duro», apostillaba su dilecto Gil de Biedma— eche al olvido el desairado trance en el que se ha visto envuelto. Porque, si es de cajón (de pino, por supuesto) que la matinée estelar del Trío Calaveras figuraba en la agenda del Gobierno, no es menos evidente que al compañero del metal, al férreo paladín dispuesto a batirse el cobre donde sea preciso y contra lo que sea, le dejaron ayuno de noticias y no llegó a catar lo que bullía en el puchero. De ahí la triste figura que titubea en los retratos que aparecieron ayer en las gacetas. ¡Quién te ha visto, Guerrita, y quién te ve; apenas la sombrilla de lo que antaño eras! Con un acre mohín anclado a flor de lengua que es casi —y sin casi— un chirlo navajero. Y con el retintín añejo de «La Internacional» cascabeleando al filo de los dientes. Y con los taliboinas capturados (es un decir, naturalmente) en una pose idéntica a la de los agitadores de opereta. Tal cual Mazinger Z, o sea. ¡Puños fuera! Sólo falta que alguien —alguien con mala baba y peor leche— avive con carbón al alto el fuego y, en aras de subrayar los parecidos, establezca siniestros compadreos.
Lo obvio, en cualquier caso, es que, junto con los etarras, hay ilustres tramposos que completan la mesa. Tipos acostumbrados a pervertir los naipes y a saltarse las reglas. Gariteros expertos en amañar los hechos y en traficar con leyes. Tahúres que blasonan de virtudes fingidas y famas de cartón piedra. Falsificadores natos, embusteros acérrimos... Qué les voy a contar que ustedes no sospechen. De arranque, o de primeras dadas afilando la jerga, ha caído un pichón llamado Alfonso Guerra. ¿No era un gavilán? Exacto. Estén al loro que el espectáculo promete.

http://www.abc.es/20100907/opinion-colaboraciones/punos-fuera-20100907.html

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