jueves, septiembre 16, 2010

Ismael Medina, El Islam nos hace la guerra y hay que combatirla sin remilgos para ganarla

jueves 16 de septiembre de 2010

El Islam nos hace la guerra y hay que combatirla sin remilgos para ganarla

Ismael Medina

M UAMAR GADAFI no se corta. Se hace portavoz de la estrategia expansiva del islamismo a la conquista de Europa. Aprovechó su segunda aparición en Roma, esta vez el aniversario de la firma del acuerdo de amistad italo-libio, para ratificar la estrategia musulmana de recuperar no sólo Al Andalus, sino de dominar la entera Europa.

Dos frases inequívocas y desafiantes de Gadafi, evacuadas con cínico desparpajo y prepotencia en una Italia de la que era huésped y de mayoría católica, no dejan lugar a dudas: “El Islám debería convertirse en la religión de toda Europa”; y “”El primer paso para la islamización de Europa será la entrada de Turquía en la Unión Europea”.

Muamar Gadafi se valió para lanzar el órdago del islamismo, no sólo del calificado fundamentalista, de la convocatoria selectiva de doscientas jóvenes entre 25 y 30 años en la Academia de Libia para un seminario sobre el Islam. Entre ellas tres ya conversas a la religión musulmana. Mera operación de proselitismo en tierra ajena a conquistar, ya que también Italia es parte de la Europa a islamizar. Y Silvio Berlusconi dejándole hacer. La nostalgia de que Libia fuera durante algún tiempo italiana tras la ocupación mussoliniana (de ahí el segundo aniversario del acuerdo de amistad italo-libio) y de su harto más lejana pertenencia al Imperio Romano, parece perdurar en el animo de su actual y peculiar República.

UN RUDO TIRANO AMPARADO POR LAS MULTINACIONALES DEL PETRÓLEO

CURIOSO que Muamar Gadafi, contrariamente a los usos coránicos, esté defendido personalmente por una guardia pretoriana de mujeres equivalentes en edad y estatura a las convocadas para el seminario a que antes aludía. Ni burkas, ni velos ni otras chorradas. Uniforme militar y metralleta en ristre. Acaso esté persuadido el tirano libio de que mujeres bien entrenadas para matar y rematar lo hacen con mayor frialdad y determinación que el hombre. Y acaso también por eso mismo siempre comparta una mujer las bandas asesinas del terrorismo, como sucede en ETA, al entrenamiento de cuyos criminales dio cobijo Gadafi en el ámbito de la Internacional del Terror.

Gadafi ha sido desde el principio un tirano musulmán que no dudó en eliminar a sus enemigos ni en ayudar a los terroristas de cualquier vitola ideológica. Fue proscrito por Occidente. ¿Qué cambió para que, pese a ese pasado, fuera aceptado en el espacio democrático occidental? Sólo cabe una explicación plausible. No otra que sus yacimientos petrolíferos abiertos a compañías multinacionales, tan vinculados al NOM. Algo muy similar a lo que ocurre, por ejemplo, con Arabia Saudí, cuyo fundamentalismo coránico no difiere en su práctica del más rudo que pueda encontrarse en el ámbito musulmán. El petróleo, del que tantos financieros y políticos chupan, le otorga vitola de moderado y patente para financiar la construcción de mezquitas en Occidente, al tiempo que persigue y prohíbe cualquier manifestación o iglesia cristiana en su reino.

Quienes hayan leído el Corán con atención conocen que tiene mucho más de político que de religioso. Una suerte de enredosa norma constitucional que se vale de Alá para construir un modelo de despotismo teocrático encaminado a unir a las familias dispersas y montar un imperio musulmán con esos mimbres. La lectura de Corán también descubre la actual falacia de distinguir entre islamismo fundamentalista e islamismo moderado. El primero configura la fuerza de choque contra el Occidente a conquistar. El segundo es su engañosa cobertura para dividir a los países occidentales en la apreciación del gravísimo peligro que se cierne sobre ellos.

Antes de proseguir también conviene una necesaria aclaración a la que más de una vez me he referido. Sólo una minoría del inmenso mundo islámico es árabe. Y esa minoría (palestinos, libaneses y sirios de cepa) son por su lejano origen tan semitas como los judíos no ashkenazis. Y aunque los judíos se apropiaron en exclusiva durante el siglo XIX del monopolio de la condición de semitas, es preciso anotar que en buena medida es entre semitas la batalla que libran Israel y Palestina. La pugna, en la que Israel se juega su supervivencia, cuestión básica y cada día más radicalizada, tiene en realidad un trasfondo religioso de muy difícil conciliación: mosaísmo frente a islamismo. O si se quiere, confrontación entre la Biblia y el Corán.

¿QUIÉNES FUERON LOS PRIMEROS EN PALESTINA?

NO me resisto en este punto a reproducir una expresiva anécdota ocurrida tiempo atrás durante un debate en la Asamblea de las Naciones Unidas. El representante de Israel demostró ingenio y habilidad para provocar al palestino. Comenzó su intervención:

"Antes de empezar mi discurso querría contarles algo sobre Moisés: Cuando Moisés golpeó la roca y de ella salió agua, pensó "qué buena oportunidad para darme un baño". Se quitó la ropa, la dejó junto a la roca y entró al agua. Cuando acabó su baño y quiso vestirse, su ropa no estaba allí. Se la habían robado los palestinos”.

El representante palestino, más torpe, entró al trapo y respondió airado: "¡Qué dice! ¡Si los palestinos no estaban allí entonces!".

El representante de Israel, satisfecho de su éxito, sonrió y prosiguió:: "Muy bien… y ahora que ha quedado claro lo de quienes llegamos primero a este territorio y quienes fueron sus invasores, comenzaré mi discurso".

Es común a los nacionalismos exacerbados reafirmarse en sus orígenes, aunque no los tengan en puridad histórica. No les resta otra escapatoria que inventarlos, hacer dogma de ellos e imponerlos por las bravas o valiéndose de desajustes electorales y de mayorías parlamentarias adventicias.

Es cierto históricamente que la dominación romana y luego el imperio otomano provocaron la diáspora masiva de la población judía e instalaron el dominio musulmán. Sólo restó en su tierra original una minoría celadora del relato bíblico. Pero pasaron los siglos, se creó la Orden de los Iluminados y el primer Congreso Mundial Judío, celebrado en Basilea, decidió la recreación del Estado de Israel, la cual se consumaría tras la segunda guerra mundial con el decisivo concurso de Gran Bretaña. Y de otras potencias occidentales en que los judíos ejercen indiscutible influencia, caso de los Estados Unidos de Norteamérica.

Una primera oleada de palestino huyeron de sus tierras acosados por el implacable terrorismo israelí, sobre todo a la vecina Jordania. Luego se registraron otras salidas importantes hacia países de la mal llamada Liga Arabe, aunque consecuencia en buena parte de las luchas intestinas entre las diversas formaciones partidistas de los propios palestinos. También influyeron, sin duda, las guerras libradas y los subsiguientes establecimientos judíos en Cisjordania. Carezco de datos fehacientes. Pero es muy posible que hoy haya más palestinos en otros países musulmanes, aislados y con frecuencia maltratados, que en Gaza y Cisjordania. Núcleos propicios para la captación al fundamentalismo y al terrorismo por Hamas e Hizbolá. Líbano es una prueba.

Otro aspecto paradójico del común islamismo reside en sus diversas ramas religiosas derivadas de los familiares de Mahoma. Fieles todos al Corán disputan la supremacía, en particular suníes y chiíes. Resulta expresivo en este aspecto que abunden los atentados contra mezquitas de unos y otros o indiscriminados contra los fieles de una u otra facción coránica. Pero al propio tiempo con el mismo objetivo de expulsar a los ejércitos occidentales e impedir la modernización política y económica que éstos persiguen en Iraq y Afganistán. ¿Pero cómo democratizar a quienes viven anclados en la fidelidad a una rígida tradición coránica?

He considerado convenientes los anteriores recordatorios para un mejor entendimiento del disparate que para la estabilidad y el futuro de Occidentes, en particular de Europa, supone la Alianza de Civilizaciones, patrocinada por la Secretaría General de las Naciones Unidas y a la que nuestro Rodríguez se enganchó con prisa, improvisación y su habitual e irreflexivo seguidismo.

LA TRAMPA PARA OCCIDENTE DE LA ALIANZA DE CIVILIZACIONES

HAY algo mucho más perverso en la Alianza de Civilizaciones que la equiparación entre dos culturas difícilmente conciliables. Aludo al hecho de que se sustenta sobre el relativismo materialista e iluminista, en vez de una reafirmación de la propia cultura occidental en sus fundamentos históricos. Un relativismo que desarma los resortes defensivos de la sociedad frente a un enemigo implacable.

El presidente de los Estados Unidos de Norteamérica es el portaestandarte de esta suicida cesión. “No estamos ni estaremos en guerra con el Islam”, proclamó en el aniversario de los atentados contra las Torres Gemelas en los que perdieron la vida unas tres mil personas. Por si fuera poco, respalda la construcción de un gran centro islámico, mezquita incluida, en la inmediata vecindad de las destruidas Torres Gemelas. Una ofensa a las víctimas y a la entera sociedad occidental que el recrecido imán Rauf mantiene y promueve a despecho de la reacción contraria de una buena parte de los norteamericanos. ¿Lo podría hacer con tanta impunidad y prepotencia sin el respaldo de Obama?

También el desplome de las Torres Gemelas se llevó por delante una iglesia ortodoxa. Pero, a diferencia de la mezquita, el gobierno norteamericano hace oídos sordos a las demandas de reconstrucción. Dos varas de medir que confirman la falacia de la Alianza de Civilizaciones, cuyos dos esquizofrénicos puntales, bajo la dirección del NOM, radican en las continuas cesiones al islamismo y una campaña artera y sostenida contra la Iglesia católica en particular. Y genéricamente, contra la cristiandad.

“Nadie sabe cuál es la religión de Obama. Parece cada vez más confundido”, sostuvo en el curso de una entrevista Jackie Mason, líder de la oposición a la megamezquita. Aunque a Mason lo califiquen de extremista los conciliadores del relativismo, su acusación no es desdeñable. Muy al contrario. Cada vez son más los persuadidos de que Obama es musulmán y de que sólo apareció inserto en la iglesia evangélica a efectos electorales. Tampoco por casualidad. No puede obviarse que la iglesia evangelista es el instrumento del NOM en la batalla para la erradicación del catolicismo, con especial hincapié y riqueza de medios en Iberoamérica. Acción favorecida, además, por los regímenes neomarxistas que pastorea el venezolano Chávez.

Quienes exploran el pasado de Obama al margen de su biografía oficial tropiezan con crecientes zonas oscuras de difícil esclarecimiento. Uno de ellos, acaso el más empeñado en la investigación, afirma que ni tan siquiera ha logrado encontrar la partida de nacimiento de Obama, pese a haber indagado en múltiples registros civiles y religiosos. Su pasado, el verdadero, sigue siendo un enigma. Un dramático y hasta trágico enigma para Occidente. Y más aún para Europa.

ERDO0GAN NUEVO DÉSPOTA ISLAMISTA EN ORIENTE MEDIO

EL presidente de Turquía, el más fervoroso partidario de la Alianza de Civilizaciones junto a Rodríguez, ha logrado su propósito de aprobar por referéndum la reforma constitucional. Sectores de la izquierda mediática y política se apresuraron a suponer que el triunfo de Erdogan acerca Turquía a Europa. Un apriorismo suicida.

Erdogan ha conseguido con la reforma constitucional concentrar en sus manos todos los poderes del Estado. No sólo destruye el legado laicista y modernizador de Kemal Ataturk. La gran cuestión a dilucidar radica en que hará con tan omnímodo poder. Dos factores, entre otros muchos, han de tomarse en consideración: el triunfo del sí a la reforma constitucional lo debe a la mayoría islamista que se ha expandido en Turquía; y su estrecha relación con el régimen iraní. Podrá disimular vocación europeísta para forzar su ingreso en la Unión Europea y vencer las lógicas resistencias a esa pretensión, las de Alemania sobre todo. Pero cuenta con Obama y el decadente, pacifista y mostrenco progresismo occidental.

Turquía sigue siendo para Washington un elemento preponderante de su estrategia militar en Oriente Medio. Una plataforma indispensable para su despliegue bélico en la zona. De ahí su interés desmedido en que Turquía formara parte de la OTAN. Si la Casa Blanca supedita la defensa de Europa frente al islamismo a su política militar y fuerza la entrada de Turquía en la UE se habría cumplido la amenaza de su islamización pronosticada por Gadafi en Roma.

A Turquía se la han consentido no pocas tropelías como, por ejemplo, las brutales y sangrientas represalias contra los kurdos dentro de su territorio y mediante incursiones aéreas en el norte de Iraq de mayoría kurda. Washington y las cancillerías europeas miraron para otro lado sin parar mientes en lo que a otros condenan por mucho menos. Erdogan es consciente de su superioridad y jugará las cartas islamizadoras con maniquea determinación.

RODRÍGUEZ HA HECHO DE ESPAÑA LA PLATAFORMA PREFERENTE PARA LA ISLAMIZACIÓN DE EUROPA

ESPAÑA, al amparo de la exaltada y zafia versión de la Alianza de Civilizaciones no sólo se ha convertido en inestimable aliado para Erdogan. Ha hecho de nuestro territorio la plataforma indispensable para la penetración musulmana en Europa. Ofrece toda suerte de facilidades para la proliferación de mezquitas. Cede una instalación militar, el emblemático castillo de Figueras, para que los seguidores del Corán cierren el mes del Ramadán. Consiente que el marroquí Abdelwahab Houzi, el más radical de los imanes salafistas, reúna en Lérida de manera impune a unos 3.500 seguidores, pese al informe elaborado por la Policía Nacional sobre los diez más peligrosos de todo ellos bajo la dirección de Hauzi. También pasa por alto las páginas web del yidahismo que amenazan a España con atentados si el gobierno no se doblega aún más a sus exigencias. Le traen sin cuidado las reacciones sociales que crecen por doquier contra invasión islámica de nuestro suelo y sus descaradas manifestaciones de prepotencia.

Sería incorrecto atribuir al obanismo de Rodríguez su descabellada inmersión islamizadora. Viene de más lejos. De su plena subordinación al NOM que lo alzó al poder “por accidente”.

EL ISLAM NOS HACE LA GUERRA Y HA DE SER COMBATIDA CON TODAS SUS CONSECUENCIAS

ESTUVO lo bastante claro cuando Rodríguez cometió la ostentosa incorrección de permanecer sentado al paso de la bandera norteamericana en un desfile militar. También con la inmediata y vergonzosa retirada de nuestras tropas destacadas en Iraq nada más instalarse en el palacio de La Moncloa. Una contradicción con la presencia y permanencia ahora en Afganistán sin dimitir de la coartada de “misión de paz” cuando se trata de una guerra que tantos muertos nos ha costado. Una guerra atípica, pero una guerra.

El filósofo Gabriel Albiac es uno de los pocos en sostener entre nosotros que estamos en guerra con el Islam. O si se quiere, para mayor precisión, que el Islam nos hace la guerra desde múltiples frentes. Y no caben argucias dialécticas para encubrir esa ominosa realidad.

Las guerras hay que afrontarlas con todas sus consecuencias y con la resuelta voluntad de ganarlas sin reparar en medios. Entre ellos, por ejemplo, romper amarras con todo el islamismo, saltar por encima de esa línea indecisa y artera de la distinción entre musulmanes fundamentalistas y moderados, exigir a éstos una equivalente contraprestación respecto de las continuas cesiones occidentales y, en fin, impedir a toda costa que el islamismo nade en Occidente como el pez en el agua que, en seguimiento de la estrategia revolucionaria de Lenín, hizo suya el maoísmo. O se le quita al islamismo el agua del quintocolumnismo invadiente o la guerra estará perdida. Es el reto inocultable a que se enfrenta Occidente. Y Europa sobre todo. No afrontarlo en sus justos y radicales términos conducirá a la derrota a no largo plazo

http://www.vistazoalaprensa.com/firmas_art.asp?id=5838

1 comentario:

Anónimo dijo...

ismael medina, un legado contra el nom