jueves, marzo 05, 2009

Jose Melendez, Rajoy derrotó a Zapatero

jueves 5 de marzo de 2009
Rajoy derrotó a Zapatero

José Meléndez

L A primera y evidente conclusión que se desprende de las elecciones del pasado domingo en Galicia y el País Vasco es que Mariano Rajoy ha infringido a José Luis Rodríguez Zapatero la primera derrota electoral que sufre en los cinco años que lleva al frente del gobierno de la nación. Y esto es así porque Zapatero, que tiene bien probado ser un fracasado émulo de Malaquías en cuanto a sus profecías y rivaliza con el juez Baltasar Garzón en egolatría, se empeñó en darle a los comicios celebrados un carácter personal, creyendo que su talante, su labia y su carisma llenarían las urnas gallegas y vascas, presentando, además, las elecciones como un definitivo examen del líder de la oposición, seguro de que no lo aprobaría.

Cuando las encuestas internas de los partidos, que son las que valen, avisaron a los socialistas del peligro que corrían en Galicia, Zapatero optó por poner todo su peso en la balanza y acudió el último día de campaña en auxilio de un Touriño acosado por sus propios errores. Quizá se esté arrepintiendo ahora Zapatero de la frase que pronunció en su último discurso en la víspera del día de reflexión, cuando dijo rotundamente: “Votar a Touriño en estas elecciones es como votar a Zapatero en las generales”, y el resultado está a la vista Y quizá se esté arrepintiendo también el sinuoso Pepiño Blanco –otro fracaso personal, porque fue él quien diseñó la campaña del PSG- de haber llevado a Galicia las insidias de la “operación Gürtel” en una autonomía fuertemente castigada por la crisis económica y con el mayor índice de paro de España.

El triunfo de Alberto Núñez Feijóo es indiscutible y ha devuelto al Partido Popular la autonomía que perdió Manuel Fraga hace cuatro años, no en las urnas, donde volvió a ganar, sino en los arreglos postelectorales entre socialistas y nacionalistas gallegos. Los despilfarros suntuarios de la Xunta, las desproporcionadas dimensiones de una fanática política lingüística y la total ineficacia para resolver los problemas reales de la autonomía no aconsejaban a Zapatero identificarse de tal forma con su candidato porque lo único que ha conseguido con ello ha sido añadir a los errores de Touriño los que viene cometiendo él mismo a nivel nacional. Y algo parecido le va a suceder en el País Vasco, donde tanto él como los suyos se aferran a la notable subida de votos que ha tenido el PSOE vasco y a las perspectivas de Patxi López de convertirse en el primer lehendakari que no es nacionalista. Pero el resultado de las elecciones en Euskadi depara otro gran quebradero de cabeza para Zapatero.

Estas elecciones han representado una derrota sin paliativos para los nacionalismos radicales. En Galicia, por la rotundidez del resultado y en Euskadi porque, a pesar del triunfo del PNV como partido mas votado, que no le sirve para gobernar, por primera vez en la historia democrática reciente, las fuerzas constitucionalistas han superado a las soberanistas. El voto vasco ha sido elocuente: un 47.6 por ciento ha apoyado a los partidos constitucionalistas frente a un 43.5 por ciento que lo ha hecho a los nacionalistas, como ha de subrayarse el también histórico hito de que por primera vez ni ETA ni sus tentáculos políticos estarán en el parlamento autonómico. Ello ha sido posible por la subida en votos y escaños del PSOE vasco y porque el Partido Popular ha resistido el acoso al que ha estado sometido y a los vaticinios negativos, logrando 13 diputados con lo que solamente pierde dos de los 15 conseguidos por María San Gil hace cuatro años y le sirven para ser determinante en el futuro político de esa autonomía. El diputado logrado por Unión, Progreso y Democracia es una pica que la batalladora Rosa Díez ha puesto contra viento y marea en el panorama político vasco y la convierten en la llave de un futuro gobierno que, según la lógica y la aritmética parlamentaria, sería de una coalición PSOE, PP y UPyD, con Patxi López al frente. Pero, ¿le conviene a Zapatero que esto sea así? Y aquí es donde, por una endiablada carambola, se muestra el segundo triunfo electoral de Mariano Rajoy si lo enfocamos en sus consecuencias nacionales.

El hecho de que el bisoño Antonio Basagoiti haya defendido numantinamente las posiciones del PP con el menor detrimento posible, ha trastocado los planes de Zapatero que contaba con una holgada victoria de su candidato y el hundimiento del PNV y, sobre todo, del PP para aprovecharse del voto no nacionalista. Y ahora resulta que el tener que pactar con el PP en Euskadi echa abajo cinco años de buscar por todos los medios el aislamiento y la desaparición del PP y le pone en la desesperada situación de tener que conservar el favor del PNV en el Parlamento nacional si quiere salir adelante con su escasa e inestable mayoría parlamentaria. Y esa necesidad imperiosa de contar con los votos del PNV para seguir manteniéndose en la Moncloa es lo que ha determinado la ambigüedad con que el presidente del gobierno ha acogido los resultados electorales. Decir que no comenta lo que la gente ha dicho en las urnas es un nuevo paseo por sus transitados cerros de Úbeda y decir que está seguro de que Pachi López cumplirá sus compromisos es una forma de pasarle el balón para que algún defensa pueda romperle la espinilla.

El batacazo socialista ha comenzado a producir cadáveres políticos. Primero fue el polémico ministro de Justicia Mariano Fernández Bermejo, que pagó las consecuencias cuando la descarada conjura de desprestigio contra el Partido Popular salió a la luz pública y quince horas después de cerrarse las urnas el derrotado Emilio Pérez Touriño presentaba su dimisión como secretario general del PSOE gallego, echando la culpa de su fracaso a la crisis económica que atenaza a España a nivel nacional. El otro derrotado de la jornada en Galicia, Anxo Quintana tiene todas las papeletas para seguir ese camino en el próximo congreso del BNG. Como las tiene Juan José Ibarreche que, aunque vencedor por votos, no ha sido capaz de salvar al nacionalismo vasco por el hundimiento de sus compañeros del tripartito. La caída libre de Eusko Alkartasuna, que decidió presentarse en solitario y se ha quedado con dos diputados ha determinado la dimisión de su líder Unai Ziarreta y el tonto útil de Javier Madrazo, que apoyó servilmente a Ibarreche en las dos últimas legislaturas a cambio de la conserjería de Vivienda se ha quedado sin escaño en el parlamento mientras su grupo descendía a un solo diputado.

Lo más indicado sería la formación de un bloque constitucionalista formado por el PSOE, PP y UPyD que está legitimado para gobernar por el mandato de las urnas. Pero quedan tres meses para la investidura del nuevo lehendakari y me temo que en ese tiempo puedan suceder muchas cosas y, si Ibarreche desaparece de escena –puesto que tiene ya mucha contestación dentro de su propio partido- Zapatero podría encontrar una de sus soluciones de aprendiz de brujo sacrificando las fundadas aspiraciones de Patxi López o dando de alguna forma entrada en el gobierno al PNV. Ya ocurrió esto en 1.986 cuando el PSOE vasco de Chiqui Benegas obtuvo dos parlamentarios más que el PNV y tuvo que conformarse con la vicepresidencia. Quienes no opinan así, ponen como ejemplo al catalán José Montilla, que desobedeció las órdenes de Zapatero de llegar a un acuerdo con CiU y repitió el tripartito para mantener la Generalitat. Pero Montilla,
como secretario general del PSOE catalán, aporta 17 diputados al sostenimiento de Zapatero en el Parlamento central y Patchi López está en una situación mucho mas precaria para hacer frente a su jefe de filas.

Mariano Rajoy ha salido reforzado como líder del nuevo PP que diseñó en el último Congreso de Valencia, resistiendo el incalificable acoso de un ejecutivo sin escrúpulos y un juez socialista –fue diputado por el PSOE- e ideológicamente sectario y se presenta como el gran vencedor del 1M, Por el contrario, José Luis Rodríguez Zapatero es el gran derrotado. Los resultados electorales le han mostrado claramente que hay un deseo de cambio en el panorama político español y, lo que es peor para él, que su imagen ya no vende como hasta ahora. Si permite que Lòpez sea el nuevo lehendakari constitucionalista que piden las urnas, se habrá ganado la enemiga de los seis diputados del PNV en el Parlamento de Madrid. De hecho, el PNV ya ha anunciado que considerará ese apoyo a López como una “agresión política”. Los dos diputados del BNG, cuyos votos salvaron los últimos presupuestos generales de Zapatero es obvio que también desertarán por la guerra de reproches mutuos que ha ocasionado la derrota en Galicia y los catalanes de CiU, que tienen diez diputados en Madrid, ya ha afirmado que no volverán a actuar de salvavidas del PSOE. Por lo tanto, a lo mas que puede aspirar Zapatero de ahora en adelante para salvar su gobierno es a lograr acuerdos puntuales en los que los nacionalistas le pondrán el pié en el cuello. Y las arcas nacionales tienen cada vez menos dinero para hacer frente a esas exigencias. Un mal panorama que puede agravarse si el resultado de las próximas elecciones al Parlamento europeo –que ya son a nivel nacional y pueden representar la mejor encuesta para medir la tendencia de los españoles- le siguen siendo desfavorables al gobierno socialista.

La pincelada de humor –humor negro si se quiere- la ha puesto el Fiscal General del Estado, Conde Pumpido quien ha dicho que “la operación Gürtel no ha influido para nada en las elecciones gallegas y vascas”. Le ha faltado decir ”desgraciadamente”.

http://www.vistazoalaprensa.com/firmas_art.asp?id=5087

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