lunes, marzo 02, 2009

Carrascal, ¿La hora de España?

¿La hora de España?
... En cualquier caso, los cambios son amplios, profundos, espectaculares incluso, y si el adjetivo histórico no estuviera tan gastado, lo usaríamos: ETA ya no estará en el parlamento de Vitoria. Las fuerzas constitucionales tienen en él, por primera vez, la mayoría. Los nacionalistas gallegos han sido derrotados, y, sobre todo, la política de Zapatero de establecer un cordón sanitario en torno al PP a base de coaliciones con los nacionalistas ha fracasado...

JOSÉ MARÍA CARRASCAL

Martes, 03-03-09
Lo tenían todo preparado -puestos, perros, escopetas, ojeadores- para cobrarse a Rajoy, y a quien se han cobrado es a Zapatero. Los cazadores cazados. Pero más importante que los hombres y los nombres, son las naciones y las nacionalidades. El nacionalismo de vía estrecha ha sido derrotado, lo que significa una victoria de España. En la noche del domingo se pronunció más su nombre que en toda la campaña. ¿Suena la hora de España? Dependerá de cómo sabe administrar el PP su victoria, y el PSOE, su derrota.
En cualquier caso, los cambios son amplios, profundos, espectaculares incluso, y si el adjetivo histórico no estuviera tan gastado, lo usaríamos: ETA ya no estará en el parlamento de Vitoria. Las fuerzas constitucionales tienen en él, por primera vez, la mayoría. Los nacionalistas gallegos han sido derrotados, y, sobre todo, la política de Zapatero de establecer un cordón sanitario en torno al PP a base de coaliciones con los nacionalistas ha fracasado. En Galicia, estrepitosamente. En el País Vasco, indirectamente. El PNV se mantiene como partido más votado gracias a la ilegalización de cuantas formaciones abertzales intentaron presentarse, ilegalización a la que el PNV se oponía. Paradoja de paradojas, que deja al descubierto el substrato común de todos los nacionalismos cualquiera que sea su disfraz. Es como ir a misa y repicando, a lo que son tan aficionados los peneuvistas, aunque esta vez las cuentas no les salen, pues incluso reuniendo todos los escaños de su ámbito no pueden gobernar. En este sentido, el perdedor de las elecciones vascas es Ibarretxe, que tiene muy difícil seguir gobernando, incluso si aparca su plan soberanista, como ya hizo, muy cuco, a lo largo de toda la campaña.
Pero esa derrota de Ibarretxe es peccata minuta comparada con la de Zapatero, que ha perdido, en Galicia, la montura, y en el País Vasco, la armadura. Con esa frívola arrogancia que le caracteriza, incluso en las cuestiones más trascendentes, nos anunció que Paxti López sería el próximo lehendakari. Pero si Patxi López quiere ser el próximo lehendakari -y por lo que dijo anoche, lo quiere-, tendrá que pactar con el PP y con la UPyD de Rosa Díez. El mismo PP que Zapatero viene intentando expulsar de la escena política nacional y la misma Rosa Díez que abandonó el PSOE por disconformidad con la línea que le había marcado Zapatero. O sea, que éste tendrá que cambiar de discurso, de aliados y de talante si quiere salvar los muebles del naufragio de estas elecciones y evitar que su derrota no sea total. ¿Puede hacerlo? Sin duda. Los personajes sin principios y sin escrúpulos no tienen inconveniente en dar triples saltos mortales para mantenerse vivos y en hacer de la necesidad, virtud. Pero antes de hacerlo, buscará todas las argucias para evitarlo, empezando por una alianza del PSE con un PNV sin Ibarretxe, un «PNV moderado», como si la moderación no fuera para los nacionalistas otra cosa que una táctica y una máscara para alcanzar sus objetivos. Es ahí precisamente donde Patxi López va a darnos su verdadera talla y demostrarnos si es un personaje político con entidad propia o un mero muñeco de su jefe. Mientras éste ha perdido el aura de imbatibilidad que le envolvía y le hacía invulnerable a los ataques, tanto desde dentro como desde fuera de su partido. Como ha descubierto su equipo favorito, el Barça, la primera derrota suele venir seguida de otra. Y de otra. En cuanto los demás te pierden el respeto. Y a él, se lo han perdido.
Ha venido a perderlo en el lugar más insospechado. En Galicia. Zapatero engañó a los catalanes, engañó a los vascos, engañó al resto de los españoles con sus carantoñas al nacionalismo, que alcanzaron desde la negociación con ETA a concesiones estatutarias que posiblemente desbordan el marco constitucional. Pero no ha engañado a los gallegos. Los gallegos han comprobado que dar un amplio espacio de poder a sus nacionalistas no resolvía sus problemas. Al revés, en muchos aspectos los aumentaban y en uno clave, lo envenenaban. La barra libre que los socialistas habían concedido a los nacionalistas en la cuestión de las lenguas iba en detrimento del español, tan necesario para andar por el mundo. Y esto, tan simple, que catalanes y vascos no vieron, lo han visto los gallegos, pueblo andariego por excelencia. Como que esos despilfarros lingüísticos no les traían el AVE que les habían prometido, ni las inversiones que necesita su comunidad, mientras los dispendios de la Xunta más que de socialistas y nacionalistas, parecían de magnates del petróleo. Así que, a la primera ocasión que se les ha presentado, les han mandado a su casa, para que comprueben cómo vive el pueblo fuera de los coches, mansiones y yates suntuosos. Aunque, conociéndoles, ya verán ustedes como se las arreglan para no dejar los coches, los despachos e incluso los yates, pues esta gente, tras probar el lujo, le ha cogido gusto, y siempre habrá personajes dispuestos a proporcionárselo, a cambio de algo, desde luego. De ahí que lo más importante fuera alejarles de la pomada. Mejor dicho, lo verdaderamente importante era detener el plan Zapatero de que el futuro de España se basaba en la alianza con los nacionalistas, otra mentira suya, posiblemente, la mayor de todas: con los nacionalistas no se va al futuro, sino a la liquidación de España. Hay que aceptarles porque, mucho les pese, son españoles. Pero la única política con ellos es, a los violentos, derrotarlos, y a los que se representan como moderados, no hacerles la menor concesión, ya que, en vez de agradecerlas, lo tomarán como un derecho que les asiste y pedirán más, y más, y más, hasta acabar con España. Finalmente, en una de las esquinas más hermosas, humildes y trabajadoras de España les han dado el alto.
Era hora más que sobrada pues nuestra deriva no podía ser más inquietante, con una confrontación creciente, una falta absoluta de criterios y un abandono suicida de los problemas más urgentes, que han sido las características de los cinco últimos años. Más, cuando la crisis económica exige una coordinación de esfuerzos, una escala rigurosa de prioridades y una estrategia tan pensada como eficaz. Algo de ello vimos ya en la noche del domingo, tras conocerse los resultados electorales. La aceptación de la derrota por parte de Touriño y su disposición a trabajar con el vencedor, así como la promesa de éste de gobernar para todos los gallegos tuvo ecos del «efecto Obama», pero esperemos que sea algo más que eso. Mientras el anuncio de Patxi López de que no renuncia a presentar su candidatura a lehendakari con un programa de cambio, para el que recabará los apoyos necesarios, es una bocanada de aire fresco en la empantanada atmósfera vasca y de todo el país. Una sacudida gozosa ha estremecido éste al comprobar que el nacionalismo no es imbatible y que no estamos condenados a someternos a su chantaje y a su matraca. Ahora, sólo falta que los españoles creamos en nosotros mismos, como han creído los gallegos.

http://www.abc.es/20090303/opinion-tercera/hora-espana-20090303.html

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