miércoles, febrero 11, 2009

Juan Pablo Vitali, Es curiosa, muy curiosa… tanta doblez

A vueltas con el caso de Eluana Englaro

Es curiosa, muy curiosa… tanta doblez

Es curioso que quienes predican poner la otra mejilla parezcan odiar a todos los que comparten diariame Patria e intereses con ellos, pero disienten en un punto por demás opinable, como es el que nos ocupa, y del cual ninguno de nosotros volvió para contarlo. Es curioso cómo la Iglesia defiende la vida, siendo que todas las almas las está perdiendo. Es curioso cómo hombres y mujeres que han decidido no dar la vida a hijo alguno se ponen a pontificar sobre vida y vegetales..

Juan Pablo Vitali

11 de febrero de 2009

Es curioso cómo las personas que no pueden pensar libremente teorizan y argumentan que, dado A, indefectiblemente ocurrirá B. Quiero decir que, si los padres de la infortunada muchacha italiana deciden que ella deje de vivir su limitada vida, se impondrá la eutanasia, los campos de concentración y el asesinato de defectuosos (cosa que somos todos, quien más quien menos).

Es curioso cómo personas que en su vida cotidiana son graciosos burgueses que disfrutan de la vida burguesa mundialista, se convierten en bravos defensores de la vida cuando una familia toma una decisión que, presumiblemente, es la que está más en línea con los criterios de la interesada, dado que son sus familiares más allegados quienes la están tomando.

Es curioso cómo de discusiones de casos individuales se piensa que pueden sacarse conclusiones de hechos colectivos. En realidad, esos hechos colectivos, o sea: la política, las finanzas, los grandes capitales, la plutocracia y los centros de control mediático de la población, muestran algo que, por doloroso que sea, no es más que un hecho intrascendente para el destino del mundo, pero muy útil para desviar la atención de aquellas cosas en las cuales no queremos comprometernos, porque otro sería el riesgo de opinar.

Es curioso cómo los felices inquisidores se ponen en la piel de unos padres en cuyos zapatos no quisieran estar, y cómo se desligan las convicciones de los padres de las de los hijos por parte de los mismos que argumentan a gritos a favor de la familia. Sería muy bueno que cada uno de nosotros pudiera ser a su vez censor de sus vidas privadas, cosa que jamás podremos ser porque sería blasfemar, y además porque no nos interesa.

Es curioso cómo todos se acuerdan ahora del alma y del espíritu, cuando Europa perdió su dimensión espiritual hace tiempo sin que nadie dijera esta boca es mía.

Es curioso que quienes predican poner la otra mejilla parezcan odiar a todos los que comparten diariamente Patria e intereses con ellos, pero disienten en un punto por demás opinable, como es el que nos ocupa, y del cual ninguno de nosotros volvió para contarlo.

Es curioso cómo aparecen el Estado, la Iglesia y los partidos… cuando la televisión está presente, para luego, cuando se va, abandonar los cuerpos de los vivos y de los muertos a su suerte.

Es curioso cómo el Estado ha avanzado sobre todos los órdenes de nuestras vidas, y cómo las grandes empresas oligopólicas se han convertido en sucedáneo del Estado y no nos dimos cuenta, y ahora nos damos cuenta que el Estado avanza hacia la eutanasia.

Es curioso cómo la Iglesia defiende la vida, siendo que todas las almas las está perdiendo.

Es curioso oír frases como “Todos somos Eluana” o “A Eluana la necesitamos entre nosotros” por parte de personas al borde de las lágrimas, en un constante orgasmo mediático que muestra a las claras, cuál es la espiritualidad y la estética europeas hoy en día.

Es curioso cómo todos saben si Eluana sufre, piensa, siente, desea o espera, y la llaman por el nombre cuando mañana mismo no se acordarán de ella, porque su sensibilidad dura lo que dura en la pantalla de la televisión.

Es curioso cómo la mayoría de los que opinan mirando la foto de la sonriente Eluana (habría que utilizar una foto actual, para poder opinar con más precisión) no tienen ni idea de cuántos compatriotas se mueren por falta de atención adecuada.

Es curioso cómo nadie parece notar que la muerte digna también es un valor, y que Eluana fue dañada por una de las máquinas que tanto veneramos y que seguirán embistiendo muchas Eluanas, porque ésa es nuestra forma de vida moderna.

Es curioso cómo cuando, dentro de no mucho, superaremos seguramente las más atrevidas novelas de ciencia ficción, tendremos microchips insertados bajo nuestra piel y viviremos conectados a los aparatos múltiples que nos manejan, los medios de comunicación nos seguirán mostrando la imagen sonriente de alguna Eluana, y entonces volveremos a discutir sobre su vida, sobre sus derechos y sobre su sufrimiento y el de sus padres.

http://www.elmanifiesto.com/articulos.asp?idarticulo=3004

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