lunes, enero 26, 2009

Manuel de Prada, Plan de espionaje contra el paro

Plan de espionaje contra el paro

JUAN MANUEL DE PRADA

Lunes, 26-01-09
EL ministro Sebastián nos reclamaba el otro día que interrumpiéramos de inmediato nuestra suscripción al Wall Street Journal y la sustituyésemos por una suscripción a un diario económico autóctono, para menear un poco el producto interior bruto. Pero, como en España ni Dios está suscrito al Wall Street Journal, el plan de Sebastián se queda en un brindis al sol de Minnesota, en cuya universidad Sebastián se doctoró, en lugar de hacerlo en una universidad autóctona. Cuando estudias en Minnesota puedes permitirte el lujo de erigirte en arbitrista y proponer las soluciones más disparatadas como remedio a los males patrios; pero Sebastián, no contento con ello, también se permite el lujo de atribuir a sus compatriotas hábitos tan exóticos o estrafalarios como el de suscribirse al Wall Street Journal. Y los compatriotas de Sebastián, que son capaces de soportar que sus políticos propongan remedios disparatados a la crisis (a fin de cuentas, la figura del arbitrista posee una honda tradición hispánica, como registran nuestros autores del Siglo de Oro), empiezan a mosquearse cuando los toman por políglotas o doctorandos de Minnesota.
Las cifras del paro corren raudas hacia la cifra de los cuatro millones, pero los españoles están la mar de engolosinados con ese escandalete de los espías o anacletos que pululan por la Corte. Y es que al español medio, que le importan un ardite los artículos de fondo del Wall Street Journal, en cambio le pone mogollón fisgonear los chanchullos de los politiquillos. Todo español lleva dentro de sí un Diablo Cojuelo; y nada le pirra tanto como levantar tejados ajenos, aunque sepa que si levanta muchos acabará descubriendo que la parienta se la pega con un vecino. También sabe que, si levanta los tejados de los politiquillos, descubrirá que el dinero de sus impuestos se lo pulen luego ellos en francachelas y saraos; pero al español, que ha llegado a ese punto de postración moral del cornudo consentido, le puede más la curiosidad malsana que la indignación ante el destino de sus impuestos. Así, mientras pende sobre su cabeza la espada de Damocles del paro, se entretiene con el escandalete de los espías o anacletos que pululan por la Corte, ansioso de nuevas revelaciones que le distraigan la congoja.
Si yo fuera Zapatero y deseara combatir en serio el crecimiento del paro, mandaría callar al doctor de Minnesota y organizaría una red de comandos de espionaje que vigilasen a los politiquillos de la facción opositora. Por supuesto, dejaría que fuese la propia facción opositora quien organizase tales comandos de espías o anacletos, asegurándome tan sólo de sufragarlos sin cicatería. Y así, Zapatero debería impulsar un Plan de Financiación para Comandos de Espías o Anacletos del que sólo pudieran beneficiarse los ayuntamientos y comunidades autónomas regidos por la facción opositora, con la condición -puramente retórica- de que existan desavenencias y malos rollos en el seno de su organización. Como las desavenencias y malos rollos intestinos son a la facción opositora como el hidrógeno al agua (esto es, un elemento constitutivo), no habría municipio ni comunidad autónoma pepera que no se apuntase a la sopa boba gubernativa. Y, como no hay municipio ni comunidad autónoma que no padezca hipertrofia de altos cargos, en unos pocos meses, a razón de un comando de espías o anacletos por cada politiquillo de la facción opositora, el problema del paro se habría solucionado. Además, la vocación de Diablo Cojuelo propia del español medio habría quedado satisfecha; y el peligro de que la facción opositora vuelva a gobernar algún día, definitivamente conjurado.
Y como, inevitablemente, esta multiplicación de comandos de espías o anacletos favorecería la circulación de dossieres en los que se relatasen los chanchullos de los politiquillos de la facción opositora, los diarios económicos autóctonos podrían aumentar su tirada, sin necesidad de que los españoles cancelen sus suscripciones inexistentes al Wall Street Journal, como pretendía el doctor de Minnesota. Y así, en fin, crecería una barbaridad el producto interior bruto, gracias a la facción opositora; porque, desde luego, a bruta no hay quien la gane.
www.juanmanueldeprada.com

http://www.abc.es/20090126/opinion-firmas/plan-espionaje-contra-paro-20090126.html

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