lunes, enero 26, 2009

Garcia Brera, Entre mentiras y golpes

lunes 26 de enero de 2009
Entre mentiras y golpes

Miguel Ángel García Brera

A veces pienso si no estaré volviéndome loco. Me ocurre principalmente cuando escucho a Zapatero, a Solbes o a Pepiño, pero también en la audición de otros dirigentes de cualquiera de los Partidos que juegan la liga política española.

En estos días el Ministro Sebastián ha propuesto con absoluta firmeza que, para salir de la crisis, no hay mejor modelo que consumir productos españoles, con lo que está convocando a la suspensión de pagos a todas aquellas empresas que ofrezcan productos foráneos como único objetivo de su tráfico mercantil o como una de las secciones de su oferta. Y, si el patriotismo nos llevara a importarnos un pito la quiebra de esas empresas, que ya es mucho decir, cuando, de otra parte, muchos titulares de ellas son españoles, más negro se presenta el panorama si pensamos en las plantillas laborales que, si bien puede que incluyan algún extranjero, no cabe duda que, en su mayoría, se componen de trabajadores españoles. En ambos casos, además, el paro, ya de por si trágico, sería un infortunio para las arcas de los fondos de desempleo. No sé si las empresas que sólo venden “made in Spain” resolverían con el consejo sus problemas, pero las consecuencias personales para muchos españoles y las económicas para la nación, serían de gran envergadura. Eso sin contar con que, la desatención de la investigación española, hace que sea imposible consumir sólo productos españoles, debido a la falta de muchos de ellos. Y no quiero ni pensar el daño que esa recomendación puede hacer a unos productos que, aunque son tan españoles como los de otras Comunidades, considerarlos tales puede ser ofensivo para los nacionalistas que no quieres saber nada con España; aunque mucho me temo que, frente a la estupidez ministerial, no habrá empresa catalana, vasca o gallega que pretenda defender una identidad distinta de la que es la suya, la española. No obstante, Zapatero, queriendo echar una mano a tan delicioso ministro, ha alabado la opinión del de Industria, con un énfasis propio de quien sólo parece que recibió al comienzo de su mandato unas horas de clase de economía.

Bien es verdad que Zapatero ya había indicado como motor de la renovación necesaria de nuestro maltrecho modelo económico el consejo de consumir. La recomendación podría no ser del todo mala en otras circunstancias, pero resulta cínica y hasta despiadada, cuando los oyentes de esos discursos somos una población donde los parados aumentan cada día, van camino de los cuatro millones y los que aún tienen trabajo ven sus sueldos prácticamente congelados. Sólo desconociendo lo que vale un café, por tener el privilegio de poder tomarlo a bajo precio en el Congreso, cabe decir a la España encadenada por el paro y el endeudamiento de quienes se apuntaron a las hipotecas baratas, que consuma.

A veces la mentira deja paso a la estupidez, y ahí me viene a la cabeza el pendulazo de nuestro presidente que pasa de poner a Bush a bajar de un burro o no saludar a la bandera de los Estados Unidos – esa que ha presidido a miles la toma de posesión de Obama -, a situarse como gregario emocionado del nuevo presidente de Estados Unidos, intentando hacernos creer que tiene mucho de común con un hombre que inicia su mandato en el nombre de Dios y lo completa dando paso a un sermón de exagerada extensión a cargo de un clérigo. Pero es más, Zapatero no sólo se emociona ante Obama sino que en el colmo de la ridiculez afirma que lo va a “apoyar de manera intensa”, como si tal apoyo, de otro lado imposible más allá de la intención dada nuestra escasa estatura internacional en este momento, fuera algo que necesite Obama y no más bien un perjuicio para la imagen del americano.

En fin, que disfrutamos de unos políticos que mejor estarían retirados, incluyendo también a aquellos que inventan o protagonizan las recientes disputas sobre espías y contraespionaje, inoculando en la vida política un veneno que, entre otros efectos, provoca la desafección de un pueblo harto de que no se gobierne con limpieza y eficacia. Aunque aún hay que agradecer que las bofetadas entre los políticos no hayan llegado a lo físico, como parece que ha ocurrido con esa escritora, Lucia Etxebarría, que, según dicen, no ha encontrado mejor modo de desahuciar a su amiga, que “manu militari”, haciéndolo a golpes, mientras, paradójicamente, las Fuerzas del Orden, con orden judicial por medio, no se atreven a desalojar a los okupas.
http://www.vistazoalaprensa.com/firmas_art.asp?id=5029

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