miércoles, diciembre 10, 2008

La manzana podrida en Chicago

La manzana podrida en Chicago

Jueves, 11-12-08
EL jefe de Policía que ha detenido al gobernador Rod Blagojevich ha dicho que si existiera una competición para designar al Estado más corrupto de la Unión Americana, el de Illinois tendría muchas posibilidades de llevarse el gran premio. La ciudad de Chicago había sido consagrada por el cine como la imagen de la mafia, la corrupción y la violencia, pero era también una idea general que fueron prácticas propias de comienzos del siglo pasado. Y sin embargo, contemplando el hecho de que Blagojevich es el segundo gobernador consecutivo en ser detenido -su antecesor George Ryan cumple seis años de condena- y que en las últimas tres décadas ya son cuatro los que han pasado por este trance, sin distinción entre demócratas y republicanos, la cuestión adquiere las dimensiones de una epidemia.
Parece legítimo que haya quien se pregunte cómo ha logrado medrar en este ambiente pútrido el presidente electo, Barack Obama. Se sabe que durante la campaña devolvió donaciones procedentes de personas involucradas en los peores usos y abusos de la política y que han salido a la luz en el caso del gobernador Blagojevich, de lo que se deduce indudablemente que está al tanto de que en el Estado del que era senador estaban sucediendo cosas inaceptables en una democracia civilizada. Es más, algunos de los que ahora le defienden han afirmado en su descargo que las circunstancias que han llevado a tan espectacular operación policial se han precipitado porque, durante la campaña, Obama habría logrado que se aprobase una legislación para disminuir la influencia del dinero en la política local, lo que ha obligado a los ahora acusados a actuar antes de que entrase en vigor el próximo 1 de enero. En todo caso, parece evidente que Obama -quien ya ha pedido la dimisión del gobernador- debe contribuir desde la Casa Blanca a limpiar el sistema de prácticas ilícitas y que no hay otra posición más apropiada para él, ahora o cuando haya asumido sus funciones presidenciales.
Por desgracia, la corrupción política es el reflejo de algunas de las partes más oscuras de la condición humana y no es realista esperar que se termine algún día de forma natural con el riesgo de que personas a las que la sociedad ha conferido poderes, se dejen seducir por la tentación de utilizarlos en su propio beneficio. Lo que sí se puede -y se debe- es perfeccionar los mecanismos para evitarlo o para descubrirlo en su caso y sacarlo a la luz para recordar que este es un problema al que hay que hacer frente permanentemente. Airearlo debe ser, en efecto, un elemento fundamental para hacerle frente, a pesar de que en un primer momento ello pueda hacer aparecer un caso como el de Chicago como si fuera un estigma insuperable. La transparencia contra la corrupción no es mala para la sociedad que la padece, sino todo lo contrario, como se aprecia comparando este caso con lo que sucede en el vecino México, donde en ciertos aspectos las cosas están mucho peor y todo discurre bajo una apariencia apacible, porque es mucho más difícil ver allí una escena como la detención de un alto cargo corrupto. En España no podemos ignorar que existen casos en los que el sistema -sobre todo en las administraciones local y autonómica- ha preferido el silencio a la luz con el pretexto de que se trata de asuntos menores, o que se desvirtúa porque un partido lo haya utilizado para arrojarlo contra sus adversarios. Pero lo que hoy puede parecer un caso insignificante, puede acabar siendo un problema letal. En cierto modo, la corrupción se comporta como un virus que tiende a contagiar a todos los tejidos sociales que entran en contacto con ella, lo que la convierte en un mal endémico de las sociedades donde se ha instalado. Por ello, el mejor antídoto para luchar contra esta injusticia que perjudica sobre todo a los débiles es la transparencia y la democracia. En eso se distingue Estados Unidos, no en estar libre de corruptos, sino en la energía con la que la ley los combate cuando son descubiertos.

http://www.abc.es/20081211/opinion-confidencial/manzana-podrida-chicago-20081211.html

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