domingo, noviembre 30, 2008

Ladron de Guevara, Cuando la politica se hace repugnante

lunes 1 de diciembre de 2008
Cuando la política se hace repugnante

Ernesto Ladrón de Guevara

D ESDE que Zapatero alcanzó la Secretaría General del PSOE, con la excusa de la renovación, el espíritu de la Transición ha sido sustituido por el del 11-M en lo que se refiere a la falta de respeto a unas reglas mínimas de convivencia política y de una dignidad elemental en el juego democrático.

Probablemente la actuación del PP con respecto a la guerra sucia del GAL supuso un punto y aparte en la actuación del PSOE con su principal rival electoral. Las razones de Estado, incluidas las que se refieren al respeto mínimo a las reglas democráticas y a una elegancia esencial en la pugna política, fueron sustituidas por las razones de poder. Y la conquista o sostenimiento del mismo nos ha traído un nuevo estilo cuya expresión más significativa fue aquella frase que un día fue captada por un micrófono del “sea como sea” que pronunció Zapatero.

Lo ocurrido estos días atrás en Bombay nos deja al descubierto la cara más mezquina y perversa que tiene la ausencia del respeto humano.

Nada más aterrizar la presidenta de la Comunidad de Madrid en Barajas se han sucedido dos críticas a la forma de actuar de ésta. La primera de un eurodiputado de CIU hechas al calor de las circunstancias que después no ha sido reiterada ni corregida, probablemente por haber llegado a la conclusión de la injusticia de la misma al tener más conocimiento del desarrollo de los acontecimientos. Quizá esta crítica, en la que se vertían acusaciones a Esperanza Aguirre de haber abandonado a la delegación desplazada a Bombay y de haberse puesto a salvo sin pensar en los demás, fuera realizada de forma un tanto precipitada y su autor, al haberse dado cuenta de su error, simplemente ha optado por el silencio posterior respecto a este juicio hecho de forma apresurada e irresponsable. La segunda crítica procede de José Blanco, Secretario General del PSOE, quien entre otras cosas ha comentado que "se marchó corriendo de India sin importarle la gente que quedaba allí en situación de dificultad". Evidentemente esta acusación debería ser objeto de una querella criminal por la gravedad contenida en dichas palabras.

Es suficiente mal trago haber estado al borde de la muerte, y haber tenido que huir de una situación en la que lo primero que le viene a uno a la cabeza es cómo salir de ella sin daños físicos. La presidenta de la Comunidad de Madrid, en cualquier otro país de nuestro entorno occidental habría sido agasajada y todo el mundo estaría pendiente de su estado de salud y de su conmoción emocional. Todo el arco parlamentario se volcaría en interesarse por su estado anímico, como el de cualquier otro ciudadano o ciudadana que pasara por esa atribulada circunstancia, sólo que Esperanza Aguirre no es una persona corriente, sino una mandataria de una de las más importantes comunidades españolas. Pero en España no. En España los políticos se comportan de forma cainita con sus propios compañeros de representación, sin atisbo de piedad ni de compasión. Y eso es una desgracia, pues nos deja al descubierto que la España fraticida no ha sido enterrada, sigue latente y auspiciada por quienes están en el interés permanente de abrir las fosas y resucitar los odios pasados.

La revelación por la Jefe de Gabinete de la Presidencia de la Comunidad de Madrid de los hechos sucedidos por el asalto terrorista a Bombay es estremecedora y, por otra parte, clarificadora de la realidad de lo ocurrido y del comportamiento de Esperanza Aguirre. Cualquier ciudadano o ciudadana habría procurado salvar el tipo de la forma que hubiera podido, como es normal en circunstancias como las sucedidas en la ciudad financiera de India, pero Esperanza Aguirre actuó de forma solidaria con el grupo que le acompañaba.

"Una vez que la delegación logró agruparse y salir del hotel en pleno bombardeo, yo permanecí en la entrada preguntando a la Policía dónde estaban la presidenta y el resto de la delegación y pidiendo que los sacaran de allí, pero la Policía sólo me decía que abandonara las inmediaciones del hotel, que me marchara inmediatamente, y salí corriendo, crucé la carretera y huí con mis compañeros hacia el malecón". "Entonces, llamé a la presidenta al móvil pero no contestaba. Insistí e insistí y finalmente lo cogió. Presidenta, sal de ahí como puedas, el hotel está ardiendo. Esto es horroroso, hay explosiones, tiros..., no sabemos qué pasa pero salid de ahí". "Ella me preguntó dónde estábamos. Le dije que en el malecón y me preguntó que a qué altura estaba, que iban a buscarnos. Estamos a unos 200 metros, le dije, pero no nos dejan movernos. De todas formas, estamos bien. Ella insistió en esperarnos. Vale, espera a ver si podemos escaquearnos de aquí. Corred, venga, decía ella. Pero al llegar al cordón policial, nos impidieron avanzar más y entonces le insistí: presidenta, largaos de aquí, nosotros estamos protegidos" Es lo que relata Isabel Gallego, Jefe de Gabinete de Esperanza Aguirre, mientras que califica las declaraciones de representantes del Partido Socialista como “despreciables”.

Ciertamente, es miserable, ruin y lamentable, intentar descalificar al adversario en unas circunstancias como las referidas, mientras don José Blanco estaba cómodamente en un despacho cálido y enmoquetado. Es vomitivo y deja al descubierto la verdadera cara humana del interfecto y de sus compañeros de filas. Esta forma de hacer política repugna a cualquier sensibilidad, independientemente de la ideología o forma de pensar. Pero a don José Blanco no le remuerde la conciencia por su mal proceder y la maldad de esta insidia. Sus acompañantes en esa estrategia mezquina tampoco levantan la voz no sea que pierdan las prebendas.

Las dos Españas siguen vigentes para la desgracia de los ciudadanos. Y eso traerá muy malas consecuencias más pronto que tarde.

http://www.vistazoalaprensa.com/contraportada.asp

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