viernes, noviembre 28, 2008

Garcia Brera, El paraiso hotelero de "Spring"

viernes 28 de noviembre de 2008
El paraíso hotelero de ‘Spring’

Miguel Ángel García Brera

C UANDO escribo este artículo, los hoteles-iconos de Bombay acaban de sufrir varios actos de terrorismo brutal. Hemos visto, tras su precipitado regreso, a la pobre presidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre, que se alojaba en uno de ellos, con el pánico escrito en la cara, sin que su rueda de prensa, -que bien hay que agradecer dado el estado en que se encontraba y por la deferencia de darla antes de ir a descansar- haya satisfecho nuestra curiosidad de de cómo logro salir del infierno y cómo es que no lo han hecho todavía varias personas de su séquito. Ya nos los explicará, y espero que la fábula de los dos amigos y el oso no le sea aplicable. Ya saben…, dos amigos que iban por el bosque divisaron al animal; uno de ellos salió corriendo, en tanto que el otro no tuvo tiempo para ello y el plantígrado se le acercó, le olisqueó la cara y se alejó. Pasado el peligro, regresó el huido y preguntó: “¿Qué te decía el oso al oído?”. “Únicamente que cómo un amigo me había abandonado”.

Para compensar el sentimiento doloroso que me embarga la acción terrorista de Bombay, me acojo al contrario, el placentero de evocar mi reciente paso por unos hoteles donde, en un ambiente de deliciosa calma, he valorado la suerte de encontrar un tipo de alojamiento maravilloso y seguro. Meditando sobre estos tiempos que vienen un poco revueltos, he pensado que la imaginación empresarial va a ser probablemente el mejor patrimonio de quien quiera sobrevivir desde el punto de vista económico. Con un grupo de amigos, también periodistas, he disfrutado de la invitación de la Cadena “Spring” para visitar sus cinco hoteles en Tenerife. En todos ellos, tanto los arquitectos como los diseñadores han dejado un sello de singularidad, y comodidad en unos lugares elegidos de tal modo que el mar y la alegría de la vegetación circunda los amplísimos espacios. La empresa hotelera ha aportado su imaginación a la hora de ofrecer servicios y posibilidades y cada uno de los directores con sus colaboradores ponen la suya en continuo funcionamiento. Como la ubicación de los cinco hoteles es fantástica, me agrada compartir con mis lectores, una mínima reseña de lo que he visto y vivido.

El primer día nos alojaron en el Arona Gran Hotel. Desde mi amplia habitación, se divisaba la mar, la playa y el puerto de los Cristianos donde la naviera "Olsen" atracaba uno de sus ferrys. Como el día era espléndido, se divisaba enfrente la suave silueta de La Gomera. Cenamos en un amplio comedor acristalado, desde cuya terraza teníamos iguales vistas y, en el curso de la cena ya pude darme cuenta de la imaginación de que hacían gala el director general de la Cadena “Spring”, Agustín Ávila, el director del hotel, Francisco Alameda Bosch, y el chef – su nombre, desgraciadamente, se me ha traspapelado-, cuya cocina de autor y su elección de muy buenos vinos moldearon la agradable tertulia. El Arona Gran Hotel tiene 391 habitaciones con terraza privada; los huéspedes disponen de todos los ambientes que puedan desear, con amplios programas de animación. Se puede elegir entre tres piscinas, climatizadas en invierno, con tumbonas y toallas a disposición del cliente, dos restaurantes, salón de té, piano bar, discoteca, gimnasio, sauna, pistas de squash, centro de Internet y salones que permiten concentrar hasta 450 personas.

Visitamos al día siguiente el Hotel Bitácora, en Playa de las Américas, ese emporio turístico cuyo entorno es un edén. Aquí la imaginación de quienes no la confunden con la fantasía sino que le dan todo el sentido práctico que conviene a un empresario, se ha volcado en poner al servicio de quienes viajan con niños, un concepto confortable de turismo familiar. Por eso, el hotel dispone de todas las comodidades que puedan ofrecerse a quienes gustan de hacerse acompañar por sus hijos, niños o adolescentes. Hay dos piscinas, un parque infantil, minigolf y pista de tenis. Aunque forma parte de la filosofía de la Cadena ofrecer una plantilla de personal donde la amabilidad sobresale, en este hotel alcanza el máximo, como se advierte en la dosis de paciencia que desarrollan con los pequeños. Tras conversar con el director y recibir la oportuna información, nos acercamos al Hotel Vulcano, también en Playa de las Américas, a sólo un kilómetro del campo de golf, con una atractiva entrada que concilia la botánica y el agua cayendo en armoniosa cascada. También con piscinas y servicios de la mayor calidad, el Vulcano oferta sobre todo ambiente de relax, práctica de deportes suaves y animación. Me entusiasmó la carta de cocteles, entre los que, como es lógico, había varios sin alcohol, no por ello menos agradables.

Seguimos viaje, y nos alojamos otro par de noches, a un paso de Playa de la Arena, en el Hotel Costa Los Gigantes. Así pudimos comprobar que, a veces, también la imaginación es patrimonio de algunos políticos, pues celebramos junto a los representantes de la prensa local, una rueda de prensa, con asistencia del alcalde de Santiago del Teide, al que se notaba entusiasmo al reseñar lo que ese hotel ha supuesto para el desarrollo de la zona. A la hora del almuerzo, el alto grado de especialización en la cocina moderna, exigió la presencia del chef, Filiberto Chinea y del maître, Pablo Fernández, para ser felicitados y aplaudidos. Desde luego hay que tener imaginación, y ser un experto maestro de cocina, para conseguir el consenso general sobre la preparación y sugerente sabor de una carta que comprendía gazpacho de fresas y remolacha con espuma de apio; hojas de lechugas nobles y langostinos rociados con vinagreta de pistacho; tomate deshidratado y jengibre; sorbete de limón y hierbabuena; y darné de bacalao confitado sobre lecho de patatas encebolladas; para terminar con un parfait de Bayleys, café e infusiones, acoplando el menú, sabiamente, al blanco “Suertes del Marqués” de 2006, denominación de origen de La Orotava y al tinto “El Lomo” de 2007 y denominación de origen Tacoronte.

Enmarcado entre el mar, por un lado y, por otro, el bello pico del Teide, siempre blanco, en el Costa los Gigantes nos alojamos en amplios apartamentos adosados - el menor de 42 metros cuadrados-, situados a tres niveles, rodeados de exuberantes jardines, y distribuidos en un dormitorio, con televisión, para 2 adultos y 2 niños, o para 4 adultos y una cuna, así como amplio salón con minibar y otra pantalla gigante de televisión, terraza abierta al mar y a las piscinas, y cuarto de baño completo. Un coche eléctrico nos condujo desde el hall inmenso - acristalada su terraza de impresionante vista al mar-, hasta nuestras residencias, aunque el corto recorrido no lo exigía, salvo para el equipaje. Ya sin coche, el paseo desde los apartamentos hasta cualquiera de las dos piscinas, a los cuatro restaurantes, a la bolera americana, a las salas de estar, a la discoteca con espectáculo en vivo cada noche, al centro de internet o a cualquier otro lugar, resultaba muy grato, siempre con vistas admirables. De este comodísimo hotel, donde parece sobrar terreno por todos lados, dada la dimensión de las piscinas, el ancho de los paseos, la capacidad de los salones y demás, cabe destacar dos cosas: Pese a su precio muy moderado, ofrece el régimen de todo incluido y, por otro lado, ofrece una especie de doble hotel para comodidad y diversión de los niños. Ellos disponen, entre otras cosas, de su propia piscina, su parque especial, su cine particular, su minigolf y sus específicos programas de animación.

Por si fuera poco, el Hotel Costa Los Gigantes, dispone de un magnífico spa. Disfrutarlo en toda regla merece dedicarle unas dos horas, para sentir el efecto de su duchas y chorros especiales que masajean el cuerpo, a más de las saunas, baño turco, terma romana y cabinas de masaje, incluyendo una piscina de agua salada en la que el bañista flota como en el Mar Muerto. Gustar de su amplia y exquisita oferta gastronómica, según ya he anticipado, y de su carta de vinos, licores y cocteles, en sus restaurantes, en sus bares, o en alguna de las terrazas abiertas en los floreados jardines, es un lujo que sería imposible imaginar en un establecimiento de todo incluido.

Nuestra visita a los hoteles de la Cadena terminó en el Playa la Arena donde las dimensiones de su hall y la ornamentación vegetal alcanzan proporciones asombrosas. A un paso de la playa de arena volcánica, y con vistas al acantilado de Los Gigantes, dispone de varias piscinas, tenis, distintos restaurantes y el resto de comodidades que distingue a los “Spring”; además un centro de convenciones de 400 plazas. Con acceso a la calzada, mediante puerta que abren las mismas llaves de cada habitación, basta cruzarla para tenderse en la arena; el descenso por el interior del hotel, jalonado por una larga cascada, le hace a uno sentirse en plena naturaleza. Su Director Ramón Michán, senderista y extrovertido, ofreció una cena cuya calidad, originalidad y sabores dejó encantados a los comensales, lo que aprovechó el director general, Agustín Ávila, también presente, para remarcar, lo que ya todos habíamos comprobado: los excelentes y variados menús de los buffet y del servicio a la carta de esta empresa. En la tertulia de sobremesa salió a relucir otro dato interesante: Todo el agua que se emplea en los establecimientos procede de una desaladora de la propia Cadena que surte a todos, como a todos surte también un centro de adquisición de alimentos, bebidas y ropas, de modo que la calidad es la misma en cualquiera de los que uno se aloje. Pero como se cocina al gusto de cada chef, los huéspedes que tengan contratada media pensión o pensión completa, con un simple aviso, puede disfrutarla en el comedor de cualquiera de los cinco hoteles.

Nuestros anfitriones, como despedida, nos reservaron plazas en el minicrucero turístico para el avistamiento de cetáceos en alta mar. El barco velero sale del encantador Puerto Santiago y, bordeando los acantilados impresionantes de Los Gigantes, hace una corta travesía, acompañado de numerosos delfines, ballenas, y gaviotas que se acercan a comer en la mano de los marineros, mientras los turistas dan cuenta de una paella hecha a bordo.

Ya el regreso a Madrid , la conclusión general de los periodistas era idéntica: El bello paisaje, las playas tranquilas, la animación de las gentes en los paseos llenos de comercios, locales de ocio y restaurantes, y la seguridad que se respira en las zonas donde se alzan los hoteles visitados, son en sí mismo un indudable atractivo, pero quien, además, sepa elegir los establecimientos que se han disfrutado en este viaje de prensa, habrá tomado la mejor decisión para pasar unas vacaciones inolvidables

http://www.vistazoalaprensa.com/firmas_art.asp?id=4941

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