jueves, noviembre 27, 2008

Alfonso Garcia Nuño, Los retablos del Santa Maravillas

jueves 27 de noviembre de 2008
PLACA EN EL CONGRESO
Los retablos de Santa Maravillas
Por Alfonso García Nuño
Pasado mañana iré a Madrid a la Fundación Xavier Zubiri. Sus dependencias están en la casa en que vivió el filósofo donostiarra desde 1942 hasta su muerte en 1983. En la fachada del edificio, dando a la vía pública, hay una placa con el escudo de la Villa que recuerda que un pensador de relevancia estuvo avecindado y escribió su obra allí. Como esta placa hay otras muchas por infinidad de poblaciones.

Y no solamente en España. Zubiri tal vez se encuentre ahora con un problema y es que era católico y ejercía como tal. Pero no es el único caso, en nuestra Historia es frecuente. Incluso muchos de nuestros notables compatriotas eran clérigos, monjas, frailes, monjes; hasta obispos, cardenales y algún Papa.

De momento a nadie se le ha ocurrido pensar que las calles a ellos dedicadas, las placas conmemorativas o las esculturas fueran un acto confesional. Quién sabe, acaso empiece una oleada de revisión de la memoria callejera y a Lope de Vega le quiten la sotana en las efigies. Todo sea por la neutralidad. Pero no seamos pesimistas, una golondrina no hace verano; esperemos que Sta. Maravillas de Jesús no sea pionera en esto. Aunque ya no es posible que lo sea, porque en todo hay quien gane. En cierta ocasión, paseando con un amigo por Ávila, vimos un colegio de reciente construcción que se llamaba Juan de Yepes y mi acompañante me preguntó quién era. No pude por menos que satisfacer su curiosidad con ironía: "Creo que en el extranjero lo conocen como San Juan de la Cruz". Memeces de este tonelaje saturan nuestra geografía y hablan elocuentemente de nuestra sociedad y gobernantes.

La ciudadana Mª. Maravillas Pidal y Chico de Guzmán nació y vivió un tiempo en la Carrera de S. Jerónimo nº. 36; hoy en día, allí está uno de los edificios que forman parte de las dependencias del Parlamento. Más gente habitó ahí, pero la de mayor relevancia internacional es ella; éste era el motivo por el que se pretendía colocar una placa conmemorativa. Pero esta ciudadana tiene una mancha en el expediente, fue monja y además santa. Así que finalmente la mesa del Congreso de los Diputados se echó atrás. El portavoz del grupo socialista, José Antonio Alonso adujo la aconfesionalidad del Estado (está vez no era laico). Pero, que yo sepa, poner una placa no es ni un acto de culto ni una profesión de fe.

Nuestra comatosa Constitución –éste es un hecho más que confirma el diagnóstico– dice sencillamente en su artículo 16.3: "Ninguna confesión tendrá carácter estatal". ¿Me puede decir alguien cómo un hecho así da carácter estatal a una confesión religiosa? Difícilmente me podrán quitar de la cabeza que no fue por la aconfesionalidad del Estado, sino por la confesionalidad laicista de algunos, por sus alergias. Las raíces de la irracionalidad de todo este asunto creo que quedan muy bien reflejadas en estas palabras de J. Juaristi referentes a la Teología: "La modernidad no es antiteológica por defender la Razón, sino por su afán de mantenerla bajo mínimos. No rechaza la Teología porque deteste a Jerusalén (hasta Bin Laden dice amarla), sino porque odia a Atenas. No es la idea de Dios lo que la modernidad no ha podido soportar, sino la idea del Dios razonable. La modernidad es el resultado de la deshelenización de Europa y de su consecuente abandono a los dioses oscuros e inexplicables". Muy bien podrían haberse escrito con motivo de una placa:

"No consentiré yo que en mis días y en mi presencia se le haga superchería a tan famoso caballero y a tan atrevido enamorado como don Gaiferos. ¡Deteneos, mal nacida canalla, no le sigáis ni persigáis; si no conmigo sois en la batalla!". Así gritaba don Quijote creyendo ser reales los títeres de maese Pedro. Y otros, en una placa, vieron sus más oscuros fantasmas y lucharon bravamente contra ellos. Ahora, como en el otro retablo cervantino, el de Las Maravillas, los Chanfalla y las Chirinos intentarán hacernos ver que es por la aconfesionalidad del Estado y que no se hace de menos a nadie por sus creencias. Pero siempre habrá un Furrier que diga: "¿Está loca esta gente?".

http://iglesia.libertaddigital.com/los-retablos-de-santa-maravillas-1276235843.html

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