jueves, septiembre 25, 2008

Villacañas, El VII gobierno de Franco

jueves 25 de septiembre de 2008

El VII gobierno de Franco

Antonio Castro Villacañas

A L terminar el Consejo de Ministros celebrado el 13 de julio de 1951, Franco dijo a los reunidos que nuevas circunstancias políticas -entre ellas las conversaciones que acababan de iniciarse para llegar a un acuerdo con los Estados Unidos- le aconsejaban introducir algunas modificaciones en la composición de su Gobierno. Hizo presente su agradecimiento por la colaboración que le habían prestado los allí reunidos, y por la labor que habían desarrollado para vencer la dura etapa de la escasez y demás dificultades que les había correspondido afrontar.
En aquellos momentos la situación económica, sobre todo la alimenticia, había superado las cotas más críticas. Se había abierto una esperanzadora época de sustanciales mejoras, que incluso permitió volver a autorizar la tan ansiada fabricación de pan blanco en vista de las ya existentes nuevas reservas de trigo.

Franco recalcó que personalmente sentía tener que tomar esa decisión, pero como Jefe de Estado no tenía más remedio que ajustar sus decisiones a lo que en cada momento estimaba más conveniente para el bien de España, y que había querido dar a los allí reunidos una prueba de su estima mediante la directa y personal comunicación de lo que no tenía más remedio que hacer...

El 20 de julio de 1951, al cumplirse los seis años de su designación, el "Boletín Oficial del Estado" publicó los ceses de quienes componían el Sexto Gobierno de Franco y el nombramiento de los integrantes del Séptimo.

Antes de analizar la significación política de este cambio, creo vale la pena detenerse unos momentos en dos aspectos del mismo. El primero es que Franco mostró en él una deferencia hacia sus colaboradores más inmediatos al comunicarles de modo directo y personal su cese, rompiendo con la costumbre hasta entonces establecida de hacerlo mediante una carta.
El segundo es que el VI Gobierno de Franco, durante seis años se mantuvo día a día sin sufrir ninguna variación, ni respecto de las personas que en él estuvieron desde su primer momento ni en el número --doce- de sus componentes.

Para valorar este VI Gobierno conviene tener en cuenta, como ya he dicho en otra ocasión, que le correspondió afrontar grandes problemas, derivados unos de nuestra reciente guerra y otros de la II guerra mundial, pues fue a raíz de terminar ésta cuando lo nombró Franco. A la falta de materias primas, de productos alimenticios y de otros medios materiales e industriales, todo ello a causa de la guerra civil, debemos añadir el acuerdo de Postdam, la retirada de embajadores, las sanciones económicas, y la invasión por la frontera pirenaica, todo ésto a consecuencia de haber ganado nuestra contienda y haber perdido la mundial sin participar en ella... Suma y sigue: años sucesivos de duras sequías y de malas cosechas cuando la agricultura era el fundamento económico de aquella España.

El 6 de febrero de 1941, en su empeño por conseguir que España se uniera al Eje Berlín-Roma-Tokio y participara en la II Guerra Mundial, Hítler le envió una carta a Franco en la cual le decía -entre otras cosas- que nunca el mundo democrático le perdonaría su victoria sobre la peculiar República instalada en España durante el periodo 1936-1939. Una demostración de la verdad contenida en tal aserto la encontramos en el choque frontal y la fuerte tensión que hubo de soportar el VI Gobierno franquista a lo largo de sus seis años de mandato. Franco ganó también esta "guerra", como lo demuestran tres hechos fundamentales: el regreso de los embajadores a Madrid, equivalente a un nuevo reconocimiento internacional de la antes negada legitimidad y legalidad de su Régimen; la visita a El Pardo del almirante Forrest Sherman, jefe de operaciones navales del Pentágono, preludio del acuerdo con los Estados Unidos; y las negociaciones con el Vaticano que dieron lugar a la firma de un nuevo Concordato entre la Santa Sede y España. Claro es que, como todas las "guerras", ésta de 1945-1951 exigió más de un sacrificio en prenda de su victoria. El mas importante de todos, a mi juicio, consistió en que España debía renunciar a su intento de ser un ejemplo de nuevo orden político, social y económico, y entrar en el redil común a todos los pueblos como una oveja más de ambos rebaños, el que pasta en los campos del espíritu y el que pace en los terrenales. Esa renuncia no podía ser total ni hacerse de golpe: por eso el VII de los gobiernos franquistas sólo nos ofrece en su constitución algunos indicios de la evolución que el franquismo iba a experimentar -a mi juicio, para peor- en posteriores años.

En primer lugar, merece la pena destacar que aumenta el número de ministros integrantes del Gobierno, que pasan de ser trece a dieciséis, siempre bajo la presidencia de Franco. De todos ellos, cuatro continúan en su anterior cargo, uno cambia de cartera, otro se reincorpora al Consejo y diez son totalmente nuevos, aunque todos ellos tengan conocido historial político y/o administrativo. Que el nuevo Gobierno tenga tres miembros más que el anterior se debe a la creación de tres nuevas carteras: la de Comercio, desdoblada de la de Industria; la de Información y Turismo; y la de por muchos conceptos atípica Subsecretaría de la Presidencia del Gobierno.

Los cuatro ministros que permanecen en su puesto tienen una personalidad política concreta y acusada. Son el de Asuntos Exteriores, Alberto Martín Artajo; el del Aire, Eduardo González Gallarza; el de Gobernación, Blas Pérez González; y el de Trabajo, José Antonio Girón de Velasco. Raimundo Fernández-Cuesta y Merelo cambia su anterior cartera de Justicia por la resucitada Secretaría General del Movimiento. El general Agustín Muñoz Grandes vuelve al Gobierno como ministro del Ejército.

Antonio Iturmendi Bañales se hace cargo del ministerio de Justicia que deja Fernández-Cuesta. El teniente general Dávila es sustituído por el general Muñoz Grandes, y el almirante Regalado deja la Marina en manos del también almirante Salvador Moreno Fernández. El siempre muy importante ministerio de Hacienda pasa de don Joaquín Benjumea Burín al en apariencia menos politizado don Francisco Pérez de Llano. Lo contrario sucede en el ministerio de Obras Públicas, ya que aquí el significado monárquico don Fernando Suárez de Tangil, conde de Vallellano, sustituye al en apariencia más técnico don José María Fernández Ladreda. En Agricultura, un notorio falangista, Carlos Rein Segura, deja su despacho a Rafael Cavestany y de Anduaga, más preocupado por los problemas técnicos de este Departamento que por sus aspectos sociales. Juan Antonio Suanzes y Fernández, creador del INI, es sustituído en el ministerio de Industria por Joaquín Planell Riera y reemplazado al frente de los asuntos de Comercio por don Manuel Arburúa de la Miyar, quien demostrará con hechos ser más libre y menos disciplinado que su antecesor. El cada vez más importante Ministerio de Educación Nacional deja de estar encomendado a don José Ibáñez Martín, uno de los políticos más y mejor representativos del franquismo, y pasa a las manos de Joaquín Ruiz-Giménez Cortés, alférez provisional en la guerra, catedrático de Universidad, procedente de las juventudes católicas de la derecha y cercano a las falangistas. Parecido en algo a él, pero mucho más tibio en todo, Gabriel Arias-Salgado y de Cubas es el primer ministro de Información y Turismo tras haber dirigido lo más sustancial de estos servicios en la Secretaría General del Movimiento y en el Ministerio de Educación...

El nombramiento más significativo y de mayor trascendencia política fue el del almirante Luis Carrero Blanco, titular desde el 7 de mayo de 1940 de la Subsecretaría de la Presidencia del Gobierno, que once años después se ve ascendido de categoría, pues pasa a ser ministro sin dejar por ello paradójicamente de ser subsecretario, al tiempo que se atribuyen a su cargo las funciones de secretario del Consejo de Ministros.

Merece la pena estudiar con un poco más de detalle la composición y la obra de este VII Gobierno de Franco, así como la razón de su cambio puesto que ya conocemos la de su nombramiento. Dios mediante trataré de hacerlo en apuntaciones posteriores.

http://www.vistazoalaprensa.com/firmas_art.asp?id=4834

1 comentario:

Anónimo dijo...

Prof. Joaquín Ruíz- Giménez Cortés, recientemente fallecido