miércoles, septiembre 10, 2008

Una comparecencia inútil

Jueves, 11-09-08

SI Zapatero compareció ayer en el Congreso para tranquilizar a los ciudadanos ante la gravedad de la crisis económica y ofrecer una imagen de seguridad y control, no puede decirse que haya tenido mucho éxito. Los españoles vimos a un presidente confundido en el diagnóstico, parco en propuestas, escasamente ilusionante y demasiado persistente en la atribución exógena de responsabilidades. Resumió mejor Rajoy la crisis: «Algo se habrá hecho mal en estos cuatro años, muchísimo se ha dejado de hacer y alguna responsabilidad tendrá usted». El jefe del Ejecutivo insistió ayer en el conocido diagnóstico exculpatorio: son las turbulencias financieras internacionales y la subida del petróleo las responsables del estancamiento de la economía española. Pero la realidad es bien otra y los factores internacionales sólo pueden explicar la virulencia e intensidad del ajuste. Que la economía española no podía seguir viviendo de prestado, acumulando desequilibrios y perdiendo competitividad, era un secreto a voces entre los expertos nacionales o internacionales, calificados de agoreros desde la displicencia y arrogancia del poder. Es un punto relevante no sólo para saldar cuentas con la verdad, como exige una democracia madura, sino también desde la eficacia de la gestión económica. Si la culpa es de otros, suya es también la responsabilidad de arreglarlo, y al Gobierno sólo le compete gastar dinero para asegurarse que los españoles no sufran más de lo necesario. Esa actitud de esperar a ver qué hacen los americanos y mientras tanto inyectar liquidez a través del ICO y gastar la caja fiscal en mantener las prestaciones sociales es la única explicación posible a lo visto y oído ayer en la carrera de San Jerónimo. De hecho, las dos únicas medidas nuevas -más financiación para que las inmobiliarias hagan viviendas de protección oficial y la autorización de sociedades de inversión inmobiliaria a la francesa para fomentar el alquiler con una tributación del 1 por ciento- inciden en ese error de concepto. Hay otra posibilidad: que el Gobierno se haya quedado sin ideas, bien porque está amortizado en su levedad a los seis meses de haber tomado posesión o porque está tan dividido que es incapaz de ponerse de acuerdo en una política económica. Pero es demasiado inquietante, ya que nos llevaría a una situación política de extremada fragilidad, una vulnerabilidad que sería aprovechada precisamente por aquellos partidos que sólo piensan en sacar tajada de la aritmética electoral, como acaban de reconocer públicamente.
El presidente no tuvo su mejor día parlamentario. Es patente que no se siente cómodo en la economía, quizá porque ésta exige rigor, conocimiento preciso y decisiones concretas, algo muy alejado de su peculiar habilidad para torcer palabras y conceptos. Las cuentas, en cambio, tienen que sumar. Por eso cuesta tanto trabajo encontrar noticias relevantes después de un discurso de una hora que defraudó ampliamente las expectativas. Quizá la más significativa es el hecho de que Zapatero no se dignase a contestar directamente a Rajoy, un gesto que no sólo supone un desprecio a más de diez millones de votantes, sino una voluntad directa de confrontación. Frente a la oferta de pacto por el bienestar de los ciudadanos que le brindó el líder popular, el jefe del Ejecutivo prefirió ignorarlo. Un silencio revelador, una manifestación palmaria de que está dispuesto a hacer política de corto plazo con la economía, a negociar oportunistamente los Presupuestos y la financiación autonómica. Una alternativa coherente con su visión de un estancamiento económico pasajero que se supera con resignación, propaganda, algo de maquillaje contable y más déficit público. Lástima para él, y para los españoles, que ese diagnóstico sea completamente equivocado, como ayer mismo le recordaron el gobernador del BCE, que alertó de los excesos españoles, y la OCDE, que anunció que la recesión llegó con el verano. Un diagnóstico que lleva a alargar innecesariamente la crisis y a hacerla más profunda y que empuja al Gobierno a la irrelevancia.

http://www.abc.es/20080911/opinion-editorial/comparecencia-inutil-20080911.html

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