martes, septiembre 23, 2008

Tomas Cuesta, Ninguna trascendencia

Ninguna trascendencia

TOMÁS CUESTA

Miércoles, 24-09-08
DE todos los ministros que se asoman, día sí, día también, al ventanuco de la tele, don Miguel Ángel Moratinos es el único que dice la verdad como el chavo del ocho, sin querer queriendo. ¿Acaso es más honesto Moratinos que el resto de los miembros y las miembras de la fuerza de choque del señor Zapatero? ¿O, quizá, es el más torpe? ¿O, por ventura, el más ingenuo? En cualquier caso, al responsable de Exteriores -que de tan plano merecía ser manchego- no hay que enmendarle la plana casi nunca, sino aferrarse a la literalidad de lo que expresa. Sostiene Moratinos, por ejemplo, que los recelos que ha expresado el senador McCain respecto a la figura del Sultán de Occidente «no revisten ninguna trascendencia». ¿Qué se puede añadir a una declaración tan elocuente? Lo que afirma va a misa (con perdón); podría decirse, incluso, que es el Evangelio (con perdón de nuevo). Tras ganar de chiripa una mano siniestra, Zapatero creyó que estaba en racha y que podía ir de farol a los tapetes del Gran Juego. Ahí se reveló que era un panoli, un membrillo acabado de la cruz (mil perdones) a la fecha. De los que hablan por no callar, callan cuando no deben y no aprenden jamás, ya sea por vanidad, ya por ceguera. Que la política internacional -y la europea, ni les cuento- es una escuela de puntos filipinos y una academia de fulleros nos lo advirtió el señor Aznar en su momento. Claro que Aznar no era un pichón, ni se dejaba desplumar sin enseñar los dientes, ni le perdió la cara a los gallitos de pelea. «Lasciate ogni speranza» en cuanto a Zapatero. Un membrillo seráfico -y orgulloso de serlo- no tiene remedio. Porque si, cual es fama, los cornúpetas se enteran tarde y mal de la condecoración que llevan, por lo menos se enteran. Los membrillos, ni eso.
Hemos quedado, pues, en que el mosqueo de McCain apenas fue una anécdota. ¡Menuda novedad! El notición habría sido que un firme aspirante a conquistar el título de los grandes pesos se hubiese tomado en serio a Rodríguez Zapatero. Excepto para aquellos infelices a los que nos ha puesto a dieta de lentejas (¡Qué ricas las lentejas! Si quieres las comes y, si no, las dejas) el presidente no reviste ninguna trascendencia. ¿Quién va a tener en cuenta a un personaje cuyo objetivo cumbre es hacer de King-Kong subido a un minarete? A alguien que se escabulle por alá (o por alí, depende) a fin de no estar nunca donde debe. El pobre Moratinos bastante curro tiene con apañar el paño, arrastrar la cartera y arrostrar el desdén de sus colegas. Le adorna la fidelidad conmovedora de los antiguos viajantes de comercio. Y no le duelen prendas por dedicarse a vender peines. Ni se le caen los anillos por colocar la mercancía con la mañosa labia de un charlatán de feria: «¡Pasen y vean, damas y caballeros», «madames et monsieurs», «ladies and gentlemen»! ¡Recién llegada desde Madrid, Spain, el país del No a la Guerra, aquí traigo la fórmula que acabará con los conflictos, que hermanará a los diferentes, que implantará la paz perpetua! ¡La celebérrima Alianza de Civilizaciones del doctor Zapatero! ¡Ahí es nada, distinguidos amigos y futuros clientes! Pregúntense ustedes cuánto nos costaría erradicar la violencia del planeta. ¡A la de una, a la de dos, a la de tres! ¡La Alianza de Civilizaciones es el camino y la respuesta! ¡Y no rompan la hucha, no importa el dinero! ¡Porque no se la dejo ni por diez, ni por nueve, ni por ocho, ni por siete...! ¡Mi última oferta es... cero, pásmense! ¡El genuino cero Zapatero! Ustedes hacen bulto y la factura corre por nuestra cuenta».
Agoniza septiembre, dentro de unas semanas «mister» Bush caerá sin estrépito, igual que las hojas muertas. Un nuevo crupier repartirá las cartas y, Moratinos «dixit», nos perdonará las deudas. El sol del membrillo, que no le luce al presidente, transforma, mientras tanto, la otoñada en un cojín de terciopelo y la crisis se prueba el uniforme del General Invierno. Por lo demás, no hay que revista ninguna trascendencia.

http://www.abc.es/20080924/opinion-firmas/ninguna-trascendencia-20080924.html

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