miércoles, septiembre 03, 2008

Tomas Cuesta, El año de Torrente

El año de Torrente

TOMÁS CUESTA

Miércoles, 03-09-08
AL paso que vamos, el curso que ahora empieza tiene toda la pinta de acabar convertido en una secuela apócrifa de la saga cañí del inspector Torrente. Entre los unos y los otros -los hunos, por supuesto, son los del Gobierno-, a Santiago Segura, que ese sí es un lince y no los que frecuenta Zapatero, le han hecho el guión de arriba abajo y se lo han puesto a huevo y en bandeja, como las carambolas a Fernando VII. Si la tragedia del aeropuerto de Barajas no hubiese enlutado la galbana agosteña, los grandes protagonistas del maratón del cotilleo (el runrún que planea de chiringuito en chiringuito, de sombrilla en sombrilla, de sobremesa en sobremesa) serían, «ex aequo», la duquesa de Alba y Rodríguez Menéndez. Corramos, por decencia, un piadoso velo sobre el supuesto compromiso de la ancianita casadera y vayamos al grano (y a las pajillas) de Torrente. Rodríguez Menéndez ha interpretado a palo seco un episodio digno del policía más famoso de los últimos tiempos. Y ha puesto en evidencia que lo de «el brazo tonto de la ley» es algo tan consustancial al Ruedo Ibérico como el brazo incorrupto de Santa Teresa.
Ya saben que el arriscado picapleitos, que manchó las puñetas de la toga para pagarse el vicio putañero, purgaba sus pecados en una prisión gallega hasta que, el otro día, aprovechando la licencia de un juez benevolente, cogió el portante, se hizo humo y si te he visto no me acuerdo. En un país donde los delincuentes van al trullo igual que los jubilados van al médico (cinco minutos y a la calle, ¡pero si está como un chaval, abuelo!), el que Rodríguez Menéndez ande suelto parece, a todas luces, menos grave que contemplar la estampa del criminal De Juana Chaos pisoteando impunemente las aceras. Vamos, que no es un drama espeluznante; si acaso, un grosero sainete. Lo dramático es tener que acostumbrarnos a tomarnos a chacota y cachondeo que la Justicia, aquí, nunca desmienta al clásico y, en efecto, sea un perpetuo cachondeo.
Sin embargo, pueden estar seguros de que el desopilante asunto de la tocata y fuga del afamado leguleyo ha puesto a Rubalcaba de los nervios. No tanto por la fuga, sino por la tocata en los mismísimos que implica que el convicto solicitase formalmente un pasaporte y en horas veinticuatro (lo que tardaba Lope en hilvanar una comedia) tuviera en su poder el documento. La parte positiva es que el dichoso sambenito de «Vuelva usted mañana» que Larra estampilló con tinta cachicuerna, se vea desmentido por los acontecimientos. Pero a las hordas de pringados que hacen cola si quieren poner en orden sus papeles, vaya usted a contarles que Rodríguez Menéndez es la demostración, cabal y fehaciente, de que la burocracia, en ocasiones, es un ejemplo de agilidad y de solvencia.
Cuentan que don Francisco de Quevedo, cuando estuvo en Italia, «mi ventura», en busca de fortuna y de predicamento, fue acusado de espía y tuvo que darse el piro cojeando y oculto bajo un disfraz de pordiosero. Y cuentan, también, que, al encontrarse con un grupo de sayones encargados de prenderle, no pudo resistir la tentación de pedirles limosna en impecable dialecto. La historia huele a falsa de la cruz a la fecha, pero aboceta la dimensión de un personaje cuya soberbia no era menor que su talento. Rodríguez Menéndez -¡pues sólo faltaría!- no es Quevedo, mas en algo recuerda a los letrados quevedescos que iban en vanguardia camino del infierno. Y hay que convenir, en cualquier caso, que presentarse ante los guardias de una comisaría madrileña a fin de salir de naja con la documentación en regla es casi equivalente a demandar la caridad de un pelotón de lansquenetes.
Claro que el fugitivo jugaba con ventaja porque, fruto podrido o no, forma parte del gremio. Y sabe que, en España, los únicos sabuesos informáticos que no pierden el rastro ni echándoles pimienta son los que emplea Hacienda. Del trullo todavía te escaqueas; del fisco a duras penas y recurriendo a expertos. Santiago Segura, dicho queda, sacaría petróleo poniendo a Rubalcaba y a Rodríguez Menéndez al lado Torrente. Y, además, este año, el Atleti mete miedo.

http://www.abc.es/20080903/opinion-firmas/torrente-20080903.html

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