jueves, septiembre 25, 2008

San Martin, El problema no es (solo) ETA

El problema no es (sólo) ETA

EDUARDO SAN MARTÍN

Viernes, 26-09-08
YA en su tiempo me asombraba cómo una mayoría muy significativa de ciudadanos encuestados por las empresas de opinión repetía imperturbable que el terrorismo era uno de los principales problemas de este país cuando pasábamos por épocas en las que España registraba cifras de paro del 24 por ciento (cerca de tres millones de desempleados contantes y sonantes). Es verdad que, en el periodo al que me refiero, ETA asesinaba con una siniestra reiteración, y también que, en momentos inmediatamente anteriores, la estabilidad de unas instituciones aún bastante inmaduras habían sido sometidas a duras pruebas por los embates del terrorismo y las repugnantes reacciones que éste provocaba. Pero, ¿ahora?
Si en estos días pende alguna amenaza sobre el orden constitucional no es la que pueda provenir del empecinamiento del terror. Y si hablamos de muertes, sólo en los tres primeros meses de este año el número de asesinatos ha aumentado un 46 por ciento en Madrid, mientras que el año pasado las víctimas causadas por el tráfico, aun habiendo descendido de manera notable, alcanzaba la insoportable cifra de 2.741. Por no hablar del agujero que la crisis está provocando en nuestros bolsillos y del repunte del desempleo. Aun así, cada vez que ETA vuelve a matar, reaccionamos, las instituciones, los medios y muchos ciudadanos, como si se nos viniera encima todo el edificio en el que albergamos nuestras seguridades y compartimos nuestras esperanzas. Sigo, pues, sin salir de mi asombro.
Puede que en el temor que el terrorismo suscita en los ciudadanos subyazga un intuición, la de que ETA no sea sino el ariete de otras amenazas, que aprovecharían la grieta abierta por aquél en las defensas del Estado para plantar sus tiendas intramuros del sistema. Una intuición popular que sería difícilmente imaginable si el terrorismo fuera realmente tratado como un fenómeno marginal y sus promotores, como parias del sistema. Eso es lo que todos proclaman, pero sólo algunos practican. Cuando medios e instituciones sobrerreaccionamos, concediendo al fenómeno de ETA y a la solución del llamado «conflicto vasco» una dimensión que no se corresponde con la realidad de los desafíos a los que se enfrenta España, muchos ciudadanos tienen derecho a pensar que en el asunto del terrorismo, y del «problema vasco», hay algún gato encerrado. Seguimos actuando, comunicadores y políticos, como si ETA constituyera todavía hoy una amenaza para el Estado. Y lo peor no es que contagiemos a los ciudadanos esa falsa sensación, provocando en ellos una alarma inaudita, sino que continuamos alimentando a la fiera haciendo creer a los asesinos eso mismo, que representan una amenaza real para el Estado.
Algo parecido podría decirse, salvando todas las distancias y eludiendo cualquier paralelismo (allá cada cual), con la sobreprima de notoriedad que concedemos hasta al más mínimo estornudo del Partido Nacionalista Vasco. Durante la transición se fabricó una leyenda, que sigue contando con muchos adeptos, según la cual el PNV «es imprescindible» para cualquier solución en el País Vasco. En una democracia, sin embargo, la única medida de la «imprescindibilidad» de un partido la da su fuerza electoral. Y, si aceptamos esa regla de oro del sistema representativo, resulta que el PNV es algo más imprescindible que el PSE (ya veremos dentro de unos meses) y, desde luego, menos que la suma de PSE y PP; y, en lo que se refiere a los asuntos de España, el PNV resultaría tan imprescindible como, por ejemplo, el PP de Murcia. No deja de constituir un sarcasmo, por otro lado, que muchos de los que defienden el necesario concurso del nacionalismo para cualquier arreglo político en el País Vasco no hayan visto ningún inconveniente en que un partido que a nivel nacional representa más de lo que significa el PNV en su comunidad haya sido orillado en la mayoría de los pactos parlamentarios de la pasada legislatura.
Ni ETA ni las veleidades soberanistas del PNV representan un problema mayor para España. Lo son, sí, para los ciudadanos vascos. Y muy gordo. En el resto del país, el verdadero problema lo constituyen las respuestas, ora equívocas, ora histéricas, que damos a ambos envites.

http://www.abc.es/20080926/opinion-firmas/problema-solo-20080926.html

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