martes, septiembre 23, 2008

Pello Salaburu, La vuelta de la estupidez

La vuelta de la estupidez

23.09.2008 - PELLO SALABURU

L o cierto es que en estas fechas la preocupación de las familias y los jóvenes suele estar más centrada en los problemas que depara el comienzo de curso. Vuelven los universitarios a sus clases. Por desgracia, no son los únicos, porque han encontrado viejos e involuntarios compañeros de camino. Las instituciones educativas intentarán inculcar, de forma directa o indirecta, con mayor o menor fortuna, valores como civismo, tolerancia, confrontación libre de ideas, etcétera. Son esos valores los que hacen posible que podamos vivir en comunidad y no acabemos matándonos unos a otros. Sin embargo, los militantes de ETA entienden que con la eliminación del adversario y el asesinato de quien piensa de otro modo podrán vivir ellos de forma libre y sin ataduras. Ellos solos, claro, porque el resto habrá desaparecido. Sólo entonces triunfará la libertad.
Si la estupidez humana se alía con un psiquismo traumatizado y acomplejado, de esos que se estudian en los libros, acabará alcanzando grados de perfección directamente proporcionales a la dificultad de encontrar palabras para describirla. Euskadi es un buen laboratorio para eso. Aquí hace tiempo que perdimos la expresión apropiada, porque cuando la idiotez acaba encarnada por ignorantes sin escrúpulos que pretenden imponer la verdad que poseen en exclusiva al resto de los ciudadanos, nuestros códigos lingüísticos muestran también ciertos límites.
Solamente la ceguera impide, al margen del daño personal y enorme dolor causado en cada ocasión a sus víctimas directas, como ahora con los coches bomba; solamente limitaciones intelectuales preocupantes impiden, digo, no darse cuenta del radical cambio que se ha producido en la sociedad vasca a lo largo de estos años ulcerosos: las acciones que durante decenios se han vivido como enormes sacudidas sociales se perciben cada vez más como restos de una enfermedad tediosa. Más tediosa que peligrosa, aunque siga proporcionando súbitos accesos de fiebre. Abandonados por la sociedad a su propia suerte, despreciados por la mayoría (¿pretenden que nos preocupemos todavía de sus problemas?), puestos en tela de juicio, de forma tímida, eso sí, incluso por quienes ven con horror cómo la artillería enemiga (¿no estábamos en guerra?) va desmoronando con precisión y sin piedad los muros sobre los que durante años se han sentido inexpugnables, no lo ven. No ven cómo cambia el mundo. No ven que los problemas son otros. No ven que cada vez están un poco más lejos. No lo ven. Lo peor es que no lo pueden ver. Porque hay ciertas realidades que sólo pueden ser desmontadas por quien las crea.

http://www.elcorreodigital.com/vizcaya/prensa/20080923/opinion/vuelta-estupidez-20080923.html

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