domingo, septiembre 07, 2008

Pedro Rizo, ¿Y donde estan los españoles?

lunes 8 de septiembre de 2008

¿Y dónde están los españoles?

Pedro Rizo

Q UERIDO amigo:

Contesto a tus comentarios a propósito de la historia más reciente de España y a tus opiniones que tildas de poco democráticas. “¿Y dónde están todos esos?”, me dices refiriéndote a los que aplaudían a Franco en los desfiles y llenaban las Conferencias Cuaresmales. Pues, mira, muchos ya están muertos en el calor de su conciencia, y los más comiendo pizzas delante del televisor.

¿Y el Ejército?, me dices. Maniatado por las herencias políticas y en la dulce protección de años de función pública, ajeno y lejano de la esencia que le distingue. Con dolorosa ironía, “atado y bien atado” sin soldados de reemplazo con que alimentar el alma. El español es un pueblo más entre la generalidad del planeta al que los medios de comunicación convencieron de las bondades del sistema impuesto por la ONU. ¡Qué contentos estamos de leernos en los periódicos como el pueblo que ha pasado más deprisa de los destinos eternos a la democracia inorgánica! Qué contentos de ser libres, solidarios y alternativos, desinhibidos y tolerantes… Nos hemos dado a nosotros mismos una Constitución asombro de los siglos... ¡Pero qué gilipollas! (Algún día te diré cómo nació este acertado adjetivo que no es tan taco como lo parece.)

La democracia es un ensueño bien urdido en el que los pueblos se dejan engañar otorgando poder a quien luego no le respeta. Es lógico que un pueblo amorfo, heredero de Mr. Lynch, colectividad deshilvanada de su propia historia, ya no es Nación, ni Patria, ni Estado... Y tampoco Reino. Es solamente partidos políticos que neutralizan su rango y nos someten al mayor de los timos. Ante las urnas el “ciudadano” − palabra mnemotécnica de Revolución − vota lo que el Marketing le sugiere. En las elecciones nos pasa como cuando entramos en el Super y nos llevamos en el carrito “esa cosa que tanto anuncian” y no es más que agua con burbujas, por traer el símil más afín. En esta democracia todo se puede dirigir hacia donde se quiera. La creación de opinión te lleva de la anillita en la nariz a votar “lo que parece menos letal” entre dos enfermedades igualmente mortales. Ya en septiembre de 2004 me aseguraba quien puede hacerlo, pues tiene amigos en los techos azules con siete estrellas, que los socialistas estarían ocho años. ¿Y quieren que votemos...?

Pero, eso sí, ya ves, somos más libres que nunca jamás. Y en esta era de libertades hemos descubierto el sexo, y gracias al wonderbra nuestras mujeres ya tienen domingas, como decía Campmany, que las españolas de antes se diría que eran todas “planicies esteparias”. Hemos aprendido a hacer el amor, verbo que ayer significaba “pelar la pava” pero que ahora es... “erotismo”. Que no teníamos ni idea, hombre... ¡Éramos tan atrasados...! El exponente de los beneficios del sistema se simboliza en que la TVE, la pública (reputada así con todas las acepciones de la palabra), nos puso a una experta señorita, cuyo nombre no recuerdo, a enseñarnos las virtudes salutíferas de la lujuria y la lascivia, a más de las desinhibiciones del bestialismo y la casquería orgásmica. El programa no tenía desperdicio. Creo que se llamaba “Hablemos de sexo” para una lluvia de estiércol que ilustraba a los españoles hasta hacer infantil el Kamasutra, libro “religioso” de esas culturas tan respetables para la Iglesia ecumenista. Quizás por eso no se oyó a la española, ni en pastorales ni en homilías ni en reportajes, criticar con fuerza y argumentos morales la degeneración diseñada en ese programa.
No dude nadie del gran adelanto que es para el Gobierno haber echado a Dios de las relaciones amorosas, es decir, de lo más cercano al alma. A partir de ahora ya no habrá reprimidos. Qué pena de gente antigua. Nos enseñaban que los ríos había que canalizarlos y represarlos para evitar las inundaciones y crear energía. Ahora eso es insano.

En la “antigua URSS” las novias llevaban sus flores a la tumba de Lenin. Qué bonito, mira tú. Puede que pronto las novias españolas le disputen la diosa Cibeles al Real Madrid. La ventaja de llamar sexo a lo que antes era amor es referirnos a una práctica corporal que puede entenderse lo mismo entre los amantes ‘homo’ como entre los ‘hetero’, o si con un caimán o con una muñeca hinchable. “Masturbación asistida” lo llaman. Gracias a las libertades que nos hemos dado a nosotros mismos el sexo es un comodín antípoda del amor, muy útil para liberar al cuerpo humano de su realidad trascendente. ¡Ah, el humanismo! Qué cosas se derivan de tan bufa filosofía aceptada como el no va más por los papas de la Nueva Ola y por sus obispos. Una ventaja del erotismo es que la esposa, o el esposo, tiene que perdonar al traidor pues que “lo hice por sexo”. Y tan contentos. Como en la Mafia, por negocio. En los institutos se promociona la homosexualidad y el lesbianismo aconsejando, además, a los muchachos que tales inclinaciones no se confíen a los padres. En 2007, algunos colegios de la Comunidad de Madrid educaban a los púberes de doce años en el arte de masturbarse. ¡Qué deuda con nuestros obispos que en la Transición democrática promovieron con entusiasmo el cauce político que ha traído estos avances! ¿Que no sabían, los pobres, de estas consecuencias...? Vamos, no nos tomen el pelo.

¿Que dónde están los españoles? Pues en el mismo sitio adonde van a parar los barcos sin timonel, las ovejas sin pastor, los vasallos sin señor, los templos sin fe. Estamos en la ruina. Eso sí, muy bien acompañados con el resto de los europeos. (Y yo suspiro que todavía nosotros con reservas de reacción, ¡ojalá!).

Claro que en otros pueblos están muchísimo peor, pasan hambre. Y este consuelo de tontos nos enorgullece como país de acogida. Somos otro primo colaboracionista en el plan de Naciones Unidas para dejar Europa sin su cultura y sin europeos... Y, mientras, la “Nueva Evangelización” de los papas posconciliares, bajo epígrafes de paz, nos alaba la promiscuidad del agnosticismo sin rostro que iguala a Cristo con Prometeo, con Mahoma, con las piedras y con Baphomet. Y más aún a olvidar que hace poquísimos años hubo españoles que trabajábamos y crecíamos, lo cual nos hermanaba con los que murieron por Dios y por España. No, oye, que no; táchame eso. Son cosas que levantan odios y por las que nos llaman soberbios. Pero, ya sabes, Caín no odiaba a Abel por sus ofrendas sino porque Dios, que sabía que las de Abel eran sinceras, le premiaba a éste y rechazaba las suyas, mentirosas, rácanas y obligadas. Y el rechazo de Dios le resultaba insoportable. Así tenemos que el relieve de Caín no es significativo por matar a Abel sino por los motivos que tenía en el corazón. Esto es que le mató porque no podía matar a Yahvé. De nada, hombre. Ahora ya comprenderás el ‘fusilamiento’ al Sagrado Corazón, de Madrid, y las torturas a los mártires del 36.

Oye, pues que no lo sé. Que no sé dónde estarán aquellos católicos españoles que te sorprende no encontrar. Puede que haya muchos que lo son quizás sin saberlo, especialmente jóvenes que aborrecen el sistema pero no pueden hacer nada, de momento, para mejorarlo. Ahora quizás están estudiando sus carreras por las noches, porque por el día trabajan, inclusive los que tienen dinero para no trabajar, esforzándose para que alguien les señale como “fachorros” y “pijos”, algo que va a terminar siendo el mayor de los piropos.

Y es que, desde que Roma colocó papelitos rojos en el faro de luz que fuera antaño, en España la partitocracia se zampó a la meritocracia en preferencia por los orígenes humildes. El clero se llenó de plebeyos y proletarios con esa hipocresía de humildades de tren de montaje. Mucho antes de que nos llegaran de África los futuros votantes del PSOE, nos vinieron de América o de Roma unos curas con cara de comisarios del KGB, héroes del socialismo humanista para que aprendiéramos cristianismo. ¡Ay!, ese indigenista, el arropado en los años cincuenta por los frutos Tondi de Montini. Allá se fueron y de allá volvieron para catequizarnos rijosos de impureza, engreídos con el icono del Ché, convertidos en maestros de seminaristas, de novicios y monjitas flojas. Tan arrogantes de su santa entrega al bien de los pueblos irredentos. Un Caballo de Troya no hecho con madera sino con teorías condenadas por la Iglesia desde antes de Arrio. Así, no fue raro que ellos o sus discípulos alcanzaran enseguida, por gracia de nuncios y obispos de su cuerda, puestos de cancilleres, pro-vicarios, priores y prioras. Y también cardenales. La vuelta de tortilla hacia una Iglesia inicua. Con gran reparto de titulaciones que los nuevos doctores del anti-Credo traían como salvoconductos emitidos por universidades ostentosas.

Junto a esto el Opus Dei tuvo su gran baza de controlador de la derecha, que no se daba cuenta de nada, pobre tonta, y no sabía ver las condenas que merecieron en otro tiempo sus postulados más queridos. Hay quien asegura que sin la Obra de Escrivá, España ya no sería católica. Bueno, otros podemos pensar lo contrario. La misión cumplida por el Opus Dei fue eso, domesticar y descapitalizar la posible reacción anti-conciliar y contrarrevolucionaria. No catequizaba a paganos sino a las familias que se distinguían con cuna y abolengo católicos. A las cuales en pocos años y con el deslumbre de sus estandartes -- «¡Nos han hecho ministros!» -- inocularon a los no siempre ingenuos burgueses de engreimiento, de afición al puesto recomendado, de mimetismo gregario en el pensar y en el hablar, en el vestir y en el viajar. La preferencia en sus clientes objetivo estaba en los que tuvieran propiedades y boyante economía, los funcionarios de alto nivel, las parroquias y santuarios de ricas y abundantes colectas.

Algunas otras congregaciones nacidas desde el Vaticano II para acá están compuestas de creyentes sin instrucción, pero de bovina beatitud, muy útiles para llenar parroquias dando palmas y besitos de paz. Ahora bien, observar es un deber de vida. Jesús de Nazaret, antes conocido como Nuestro Señor Jesucristo − como Teresa de Ávila, que ya no es Santa ni de Jesús −, nos enseñaba por activa y por pasiva que abrir los ojos es esencial para ser cristiano. Muy necesario, por cierto, para identificar a nuestros capitanes en “la-barca-que-hace-aguas-por-todas-partes” (lo dijo Benedicto XVI y ahí quedó como elogio a sus antecesores), para conocer a esos nuevos purpurados que desde la muerte de Pío XII se fueron apoderando de los resortes ejecutivos, coactivos y ‘sugestivos’ de la Iglesia. Justamente esos que hoy son Jerarquía a la que obedecer, ayer contestaban a Pablo VI por no aprobar las conclusiones de la Asamblea Conjunta de Zaragoza. (Si Pablo VI no se las admitió, ¡cómo serían!)

Hay que rezar, sí. Tienes razón. Rezar por el Papa reinante, el único papa. Como pedían los misales antiguos en las letanías menores de Pascua: «Que te dignes mantener en tu santa religión al Soberano Pontífice y a todas las órdenes de la jerarquía eclesiástica, te rogamos Señor nos oigas.» (Vicente Molina, Valencia, 1947) Porque hoy el maligno es tan descarado que sólo una obcecación idolátrica puede excusar que papas, estadistas y mandatarios están mediatizados por ese “poder sombrío” de la Bestia que cita el Apocalipsis y repugna citar. Lo que tú observaste de que Benedicto XVI dijera en la ventana de su día: “Los señores cardenales me han elegido...”, en lugar de: “El Espíritu Santo me ha elegido...” Pienso que sería un lapsus de aguda democratitis por haber entrado al cónclave como delfín de Juan Pablo II.

¿Qué preguntabas...? Ah, sí. Yo creo que aquellos españoles ya no existen porque la Iglesia en España casi tampoco existe. Por más que todos crean que sí, como el ciego sueña que ve. Aquellos españoles, sabiéndose protegidos por un gobernante lleno de defectos pero que amó a España hasta el último aliento de su vida, no se perdían en arribismos – excepto el mínimo resto político necesario -- y se dedicaron a trabajar y a vivir en paz con Dios y con ellos mismos. Confiaban en que les gobernaba el ganador de la guerra, como ha sido normal en todas las civilizaciones. Claro que ahora resulta que se nos había dado gato por liebre, que Franco era un militar incompetente... Pero de eso tu opinión tendrá más créditos que la mía.

Un abrazo para ti y a toda tu familia.

http://www.vistazoalaprensa.com/contraportada.asp?Id=1762

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