miércoles, septiembre 10, 2008

Pablo Sebastian, Zapatero en el problema y la solucion

jueves 11 de septiembre de 2008

Zapatero en el problema y la solución

Pablo Sebastián

El anuncio de que la economía española ha entrado en recesión, hecho por el comisario europeo Joaquín Almunia, cuando se celebraba el debate sobre la crisis económica en el Congreso de los Diputados, era conocido, desde hace algunos días por el Gobierno de Zapatero y, por ello, horas antes el vicepresidente Solbes contempló la recesión como algo muy probable y, sabedor de la pésima noticia, el presidente del Ejecutivo no tuvo, esta vez, mas remedio que reconocer la gravedad de la situación anunciando que los próximos trimestres serán “duros y complicados”. Al tiempo que aparcaba su discurso del pasado 2 de julio cuando anunciaba que las soluciones a la crisis, que empezaba a reconocer, pasaban por una “política económica socialdemócrata”, a la que Zapatero no se ha vuelto a referir.
Es decir, que las cosas irán a mucho peor en el paro y en la recesión, lo que en las actuales circunstancias hace muy difícil que se genere confianza en la presunta fortaleza de la economía española y su sistema financiero, por más que el presidente insista en culpar a los problemas internacionales del alcance de la crisis española y que intente convencernos de que, pronto, en el segundo semestre del 2009, se iniciará la recuperación y el crecimiento que para ese año, y sin argumentos, sitúa en el 1 por ciento.

El presidente está tocado y su liderazgo palidece y se diluye, poco a poco, en el sumidero de esta crisis de alcance y duración imprevisible por varios motivos que están a la vista. Y que han llevado a muchos ciudadanos a ver con más nitidez las mentiras del Gobierno sobre este problema —que se van acumulando a las anteriores sobre el Estatuto catalán, la negociación con ETA, o la inmigración, por citar algunas—, como empiezan a entender que se ha perdido mucho tiempo al negar la crisis y no preparar el país para la llegada de este destructivo huracán. Y todo ello adornado de una clara y preocupante consecuencia como es la desconfianza, no sólo en la economía y sistema financiero español, sino en la capacidad de nuestros gobernantes para afrontar la crisis que no quisieron admitir mientras, como dijo Rajoy en el debate, ocultaban el problema para beneficiarse de ello en la pasada campaña electoral.

No quiso el líder de la oposición hacer sangre ni sobre la recesión en curso ni sobre las dificultades reales que sufre el sistema financiero español, para, precisamente, no dañar la teoría de la necesaria confianza, pero sí acusó Rajoy a Zapatero de ser parte del problema y, en definitiva, de la ausencia de confianza y de soluciones de choque para la crisis. Al tiempo que el jefe de la oposición insistía en la búsqueda de ayudas fiscales para las pequeñas y medianas empresas, como elemento dinamizador y para evitar el cierre en cascada de empresarios que tienen problemas financieros, no sólo para sus nuevos proyectos de desarrollo, sino también para la marcha normal de sus centros de trabajo.

Pero el presidente no entró ni aceptó esta propuesta aunque, de una manera un tanto sorprendente y desdiciéndose, por enésima vez, de sus palabras y de las del vicepresidente Solbes, anunció dos medidas llamativas para el sector inmobiliario, al que anteriormente habían dejado a su suerte. Por una parte ofreció créditos del ICO —por valor de 3.000 millones de euros— para las empresas constructoras y promotoras con dificultades, para concluir sus proyectos en marcha, siempre que esas viviendas se ofrezcan para alquiler —¿cómo se controla eso?—; y al mismo tiempo propuso ayudas fiscales y la posibilidad de que coticen en Bolsa —para buscar liquidez— empresas del sector inmobiliario que, según se explicó después, podrían llevar a cabo su iniciativa bursátil en compañía de bancos y cajas de ahorro, lo que supone una sorprendente novedad que habrá que valorar.

Por lo que vimos ayer en el Congreso, el presidente está asediado y perdido en el laberinto de la crisis económica que negó. Sabe que todo ello le afecta de manera muy negativa a su liderazgo, no está en condiciones que ofrecer una fecha creíble para el final de la crisis y, vistas todas las intervenciones de ayer en el debate económico, el presidente, su Gobierno y el PSOE están bastante solos.

Lo que no sabemos es si esa soledad se reproducirá de cara al esperado gran debate de los Presupuestos del 2009, donde, otra vez, Zapatero llegará a la Cámara pidiendo árnica para él y su Gobierno con el argumento de la traída confianza. Así, de la misma manera que ahora pide a la oposición (y a los medios de comunicación) que no hablen demasiado de la crisis para no destruir la confianza —como si los inversores españoles y extranjeros fueran ciegos—, en unas pocas semanas dirá, con cierto dramatismo, que si no se aprueban los nuevos Presupuestos se estará dañando la situación económica y las nuevas medidas que el Gobierno propone para hacer frente a la crisis.

Zapatero sabe, aunque lo niegue y diga que asume su responsabilidad sin explicar el cómo —¿acaso cesando a su vicepresidente económico?—, que él forma parte del problema, como le ha dicho Rajoy, pero al mismo tiempo está convencido de que su salvación también está en eso. Porque si se le ataca a Zapatero, se denuncia con contundencia la recesión y los problemas financieros y se le echan abajo los Presupuestos, la crisis, según él, iría a mucho peor. Lo que no es precisamente cierto, ni mucho menos, pero es lo que intenta transmitir y lo que hace más difícil la labor de la oposición, que pasaría de ser tildada de catastrofista —a pesar de que la catástrofe ya está aquí— e irresponsable, por decir la verdad y no salvarle los Presupuestos del 2009 al Gobierno.

En definitiva, Rajoy acierta cuando afirma que Zapatero forma parte del problema económico español, y Zapatero está encantado de que eso sea así porque piensa que eso le hace invulnerable y obliga a los demás a echarle una mano para salir del agujero y facilitarle su salvación. Lo que supone tanto como decir que él es, a la vez, el problema y la solución. Una trampa en la que podría caer, debilitando sus posiciones, la oposición, pero no los ciudadanos, que son los verdaderos paganos del problema y de la recesión.

http://www.estrelladigital.es/diario/articulo.asp?sec=opi&fech=11/09/2008&name=manantial

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