miércoles, septiembre 17, 2008

Pablo Sebastian, Vertigo politico y financiero

miercoles 17 de septiembre de 2008
Vértigo político y financiero

Pablo Sebastián
Un cierto vértigo político y financiero planea, cual negra sombra, sobre el conjunto de los españoles ante el cúmulo de incertidumbres económicas, sociales y políticas que se ciernen sobre nuestro territorio, y a las que se acaba de sumar la reaparición de ETA, con la bomba lapa colocada en el coche de un policía de Bilbao, coincidiendo con la ilegalización de ANV y con el rechazo del referéndum de Ibarretxe por el Tribunal Constitucional. Aunque la mayor de las incertidumbres viene de la gigantesca crisis del sistema financiero norteamericano y de sus posibles efectos sobre los países de la Unión Europea, España incluida. Así lo reconocía, en la tarde de ayer, el propio presidente Zapatero con una declaración, no exenta de dramatismo, pidiendo consensos españoles, una concertación europea y afirmando que el sistema financiero está “en una situación extremadamente difícil”, aunque asegura que el sistema financiero español está sólido. Y esto lo dice, con ojeras y muy mala cara, el presidente del Gobierno que, hasta hace muy pocas semanas, se había negado a reconocer la existencia y el alcance de la crisis económica.
De momento, el ojo del huracán financiero permanece como un imaginario King Kong agarrado a las torres de Wall Street, desde donde el Gobierno estadounidense y las primeras entidades financieras de ese país viven momentos de gran incertidumbre, ante el riesgo plausible de que un “efecto dominó”, que ya ha arruinado varias empresas emblemáticas —Lehman Brothers es la última—, se extienda a otros mastodontes de las finanzas, como ocurre con la aseguradora AIG, cuya supervivencia está pendiente de la Reserva Federal de Estados Unidos u otros posibles aliados.

Pero aunque la tempestad permanece en la sede financiera de Nueva York, en las principales capitales europeas ya se teme que este temible huracán pueda sacudir a algunas entidades europeas, y aquí incluidas las españolas, por más que las autoridades monetarias de la UE, como el BCE, pretendan tranquilizar los mercados a base de inyectar grandes sumas de dinero, que ayer alcanzaron los 70.000 millones de euros, para atender los problemas de liquidez de los bancos europeos.

El trepidante fin de semana neoyorquino de los pasados días, con los altos ejecutivos de las finanzas americanas entrando y saliendo a toda velocidad en la sede de la Reserva Federal de Estados Unidos (FED), agarrados a sus teléfonos móviles, en conexión directa con sus analistas, consejeros jurídicos y consejos de administración, llegará muy pronto a las grandes pantallas del cine americano porque, a buen seguro, los primeros guionistas de Hollywood ya están trabajando a todo gas, por más que el final de esta debacle del poder financiero americano aún está por conocerse y escribirse. Entre otras cosas, como la guinda negra o colofón de los catastróficos dos mandatos de George W. Bush, y de la herencia que dejará a sus posibles sucesores, Barack Obama, o John McCain, que han comenzado a entrar en el debate económico, dejando de lado la literatura política sobre el cambio en Washington o el populismo que hasta ahora había marcado el arranque de sus respectivas campañas electorales.

Pero esta neumonía del sistema financiero americano, que ya se ha cobrado notables víctimas, y la confusión política que acarrea ante la debilidad del liderazgo del desprestigiado George W. Bush, está infectando también el territorio europeo y, seguramente y en nuestro nivel, el español sin que por el momento el presidente Zapatero y su Gobierno ofrezcan una imagen de fortaleza, garantía y estabilidad, sino más bien de despiste y confusión a la espera de acontecimientos. Cuando lo más lógico sería que la creación de un gabinete especial para el seguimiento de la crisis, en el que participaran actores destacados del sistema financiero español y el primer partido de la oposición. Cosa que no hace Zapatero con el posible argumento de no crear más alarma política, económica y social, cuando en realidad algo así lo que transmitiría sería fuerza y confianza, porque los españoles sabrían que el Gobierno, la oposición y los líderes financieros nacionales están unidos y atentos para prevenir cualquier vendaval que llegue del exterior.

Puede que algo de esto se esté haciendo en silencio y que el gobernador del Banco de España esté actuando con diligencia y firmeza, pero lo cierto es que aquí nada se sabe, y el silencio, desconcierto e incertidumbre empiezan a hacer mella en los nervios del empresariado español y de los ciudadanos de a pie, que están viendo los telediarios y los periódicos como si se tratara de un avance de esa película del terror de las grandes finanzas que con toda seguridad ya se está escribiendo en Hollywood.

En medio de estas tensiones, la imagen del presidente Zapatero asistiendo a la cena del fin del Ramadán en Turquía en compañía de su amigo —y único aliado internacional, y compañero de su alianza de civilizaciones— Erdogan, ha provocado, en las últimas horas, más inquietud que aires de confianza y de tranquilidad, que es lo que suele hacer Zapatero cada vez que está en la víspera de un estallido nacional. ¿Se acuerdan de su sonrisa del pasado 29 de diciembre del 2006, unas horas antes de que estallara la bomba de ETA en Barajas, o de su demencial negación de la crisis económica? Quizás por eso —como en su dramática y desconcertada aparición el 30 de diciembre del 2006, tras el estallido de Barajas—, Zapatero decidió hablar ayer de la crisis económica y financiera con un dramatismo que no había utilizado hasta el momento y cara de cansancio y pocos amigos, como si supiera más, y nada bueno, de lo que sabemos los demás.

Naturalmente, el presidente insistió en que la causa de la crisis está en Estados Unidos, como para salvarse él de su negación de la crisis, pero esta vez Zapatero reconoció los graves riesgos que entraña para Europa y para España. Habló de la “gravedad” del momento y afirmó que “el sistema financiero se encuentra en una situación extraordinariamente difícil”, por lo que pidió máximo esfuerzo de concertación de la UE. O sea, que en pocas semanas hemos pasado del no hay crisis a una situación “extremadamente difícil”. Y su vicepresidente Solbes, tocando en el violón la negación de la recesión.

http://www.estrelladigital.es/diario/articulo.asp?sec=opi&fech=17/09/2008&name=manantial

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