martes, septiembre 16, 2008

Pablo Sebastian, Los ministros, a palos

martes 16 de septiembre de 2008
Los ministros, a palos

Pablo Sebastián
El espectáculo que está dando el Gobierno ante la crisis económica y los problemas de falta de cohesión y entendimiento del que hacen gala varios de los ministros, constituye una prueba del deterioro del liderazgo y de la ausencia de autoridad del presidente Zapatero, desde el inicio de la legislatura, marcada por la negación de la crisis económica. De ahí que las palabras del líder de la oposición, Rajoy, calificando de “obsceno” el espectáculo que ofrece el Ejecutivo, respondan a un análisis objetivo de una realidad que se proyecta de manera preocupante sobre el conjunto de la sociedad española, que no sale de su asombro ante la catarata de despropósitos que emana del Palacio de la Moncloa y del Consejo de Ministros.
La noticia —difundida por el diario El País— de la última discusión entre los ministros de Industria, Sebastián, y de Ciencia y Tecnología, Garmendia, a propósito del control y la representación española en la Agencia Europea del Espacio, no es un caso aislado de lucha descarnada entre miembros de un mismo Gobierno por un limitado espacio de poder, sino que se suma a otros muchos incidentes ocurridos en los últimos meses entre los distintos miembros del Gabinete de Zapatero, y aquí incluidos los vicepresidentes De la Vega y Solbes, que han tenido sus particulares problemas con otros titulares de departamentos que los vicepresidentes consideran del área de su influencia.

Hemos visto, en fecha muy reciente, la pública divergencia entre el titular de Justicia, Bermejo, y la vicepresidenta De la Vega, a propósito del pacto y reparto del poder judicial entre el PSOE y el PP, el primero muy crítico con el modelo que apoya su Gobierno y su partido, y la segunda defendiendo lo indefendible de esta burda intromisión del poder político en la vida judicial, al tiempo que criticaba las decisiones del CGPJ sobre la sanción al juez del caso de la niña Mari Luz, asesinada por un delincuente que debió estar en prisión, lo que hubiera impedido el crimen. Una flagrante contradicción de De la Vega porque lleva a la conclusión de que, al final, los responsables de este y otros casos son los políticos que nombran a los miembros del Consejo General del Poder Judicial entre sus “amigos políticos”, que luego son los que actúan mal, como ocurrió en el caso ‘Mari Luz’, provocando la consiguiente alarma social.

Que la vicepresidenta sea partidaria de la injerencia del Ejecutivo en el poder judicial no es nada nuevo, como se apreció en la pública bronca que ella misma le propinó a la presidenta del Tribunal Constitucional, María Emilia Casas. La novedad consiste en la pública discrepancia que de sus posiciones intervencionistas ha hecho el ministro Bermejo.

Discrepancia que se suma a otra, también pública, de la vicepresidenta De la Vega con el ministro de Trabajo y Asuntos Sociales, Corbacho, al que no tardó en desautorizar en rueda de prensa, y desde La Moncloa, cuando este miembro del Gobierno anunció que las contrataciones “en origen” de nuevos inmigrantes quedarían reducidas “a cero”. A pesar de la rectificación de De la Vega, el ministro de Industria, Sebastián, salió a la palestra a decir que Corbacho tenía razón, con lo que el desconcierto creció, una vez más, sin que el presidente Zapatero o el vicepresidente Solbes hicieran algo y acto de aparición para clarificar la polémica entre sus ministros.

De las discrepancias entre Solbes y Sebastián se podría escribir un libro si incluimos en ellas las desavenencias de la anterior legislatura e injerencia de Sebastián en los terrenos del vicepresidente, por ejemplo en el campo de las compañías eléctricas. Y estos problemas, y otros de Solbes con distintos departamentos del Gobierno que parecen ir cada uno por su lado, ha hecho que el vicepresidente —como se ha dicho— hubiera ofrecido al presidente su posible dimisión, lo que provocó el intento de Zapatero de apaciguar las aguas en este sector, incluyendo a Solbes en los “maitines” de La Moncloa, para participar con De la Vega y los dirigentes del PSOE —que también van por su cuenta en estos conflictos, véase a Juan Alberto Belloch criticando el recorte presupuestario de Solbes a los ayuntamientos o el desplante de José Montilla sobre la financiación autonómica—, para intentar Zapatero darle a Solbes una vara más alta y una mayor autoridad.

Si a todo ello sumamos el extraño reparto de funciones del nuevo Gobierno, que, por ejemplo, le ha quitado al Ministerio de Educación la Universidad, para rellenar Ciencia y Tecnología, y que ha encargado a la ministra Aído, de Igualdad, la nueva ley sobre el aborto, que debería corresponder al titular de Sanidad, veremos que a las públicas discrepancias se suma la confusión de funciones y competencias, como lo ha evidenciado el último pulso entre Garmendia y Sebastián. O como lo confirmaba la noticia, no desmentida, de que el vicepresidente Solbes tachó, de un plumazo, varias iniciativas de tres ministerios que Zapatero pretendió llevar al Congreso de los Diputados para presentarlas como medidas contra la crisis económica en el debate del pasado día 10.

Precisamente, en ese debate fue el presidente Zapatero quien desautorizó al propio vicepresidente Solbes al anunciar medidas importantes para ayudar al sector inmobiliario y de la construcción, en contra de lo que había dicho el máximo responsable de la política económica de su Gobierno días atrás. Y puede que, molesto por esta rectificación, Solbes volviera a la carga para decir el disparate de que la recesión no es mala si limpia la economía. Otra salida de tono que él mismo tuvo que rectificar. Aunque, para rectificación y modelo del mayor desconcierto, el propio de Zapatero al tener que aceptar la realidad de la crisis y los “trimestres duros y complejos” que ya están al llegar.

http://www.estrelladigital.es/diario/articulo.asp?sec=opi&fech=16/09/2008&name=manantial

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