miércoles, septiembre 10, 2008

Pablo Sebastian, Debate y recesión socialdemócrata

miercoles 10 de septiembre de 2008


Pablo Sebastián
Dos cuestiones esenciales marcan el inicio del curso político que hoy se abrirá con el debate parlamentario sobre el deterioro de la crisis económica: la creciente debilidad y el deterioro del liderazgo de Zapatero, muy castigado por sus mentiras sobre la existencia de la crisis económica que percibe la gran mayoría de los ciudadanos, desde el umbral mismo de la recesión, como lo prueban las recientes regulaciones de empleo de las fábricas de Ford y General Motors en España; y el riesgo de que se abran en el PP problemas de cohesión interna como los que han hecho aparición en la UPN de Navarra, o como los que le podría plantear en los próximos días Esperanza Aguirre durante la celebración del congreso madrileño del PP. Problemas internos de los populares a los que no escapan los socialistas por causa de las demandas financieras que les plantean, para el Estatuto catalán, sus compañeros del PSC, o por peticiones similares que les llegan de los ayuntamientos socialistas, bajo el liderazgo del maño Juan Alberto Belloch, que está concertando su posición con otros alcaldes del PSOE y del PP, en contra de las consignas de su partido.
Es en este marco político en el que hoy se abrirá el segundo debate sobre la crisis económica de la presente legislatura. En el primero, meses atrás, el presidente Zapatero anunció una política económica socialdemócrata para abordar la crisis que negaba en los últimos años y que nos ha conducido a un empeoramiento de la situación, hasta el punto que su vicepresidente Solbes ya reconoce que el riesgo de la recesión existe, por no decir que ya estamos en ella, como lo anuncian otros indicadores y analistas.

Lo que permitiría concluir que dicha política socialdemócrata no sólo no funciona sino que empeora la crisis. Por más que Solbes, especialista en rectificar mes a mes sus propios pronósticos, ahora nos dice que la salida del túnel será visible en España a mediados de 2009. Una profecía gratuita como las suyas anteriores que cuando llegue el momento de reconocer su fracaso irá posponiendo al 2010, siguiendo la táctica del Gobierno de negar la realidad de la crisis y anunciar su final, lo que nos ha llevado a la curiosa situación de conseguir que España entre en recesión sin haber pasado por la crisis de la economía.

Naturalmente, ni Zapatero ni Solbes después de sus mentiras y errores van a asumir sus propias responsabilidades políticas, como la que incluiría el cese o la dimisión del vicepresidente económico, como responsable directo de la situación, utilizando ahora el argumento de que ello produciría alarma económica y social y pérdida de confianza. Cuando en realidad lo que hace falta es no sólo un político realista y con liderazgo, cosas de las que carece Zapatero en el momento actual, como lo certifican los últimos sondeos, que desvelan el deterioro de la imagen del presidente, sino también ministros con más audacia e ideas más claras, lo que no se ve en este Gobierno ni en la actual cúpula del PSOE —¿acaso son Blanco y Pajín la gran reserva de este Gobierno?—, especialmente cuando el ministro de Industria, Sebastián, que sí ha reconocido las dificultades del momento, ha lucido una serie de ocurrencias como posibles soluciones —la bombilla de baja intensidad, el fin de la corbata y el coche eléctrico—, lo que ha devaluado sus dotes para la dirección de la política económica, cuando muchos pronósticos lo situaban como el posible sucesor de Solbes.

¿Qué nos va a decir hoy en el Congreso de los Diputados Zapatero? Pues más de lo mismo: política económica socialdemócrata, más gasto social, planes de recolocación de parados, y más déficit presupuestario. Y si la oposición del PP le da la oportunidad, el presidente no la perderá para hablarnos de las tumbas de la Guerra Civil, del aborto y la eutanasia, con el objetivo de teñir de rojo su fracaso político y desviar la atención hacia otros derroteros. A la vez intentará escurrir el bulto sobre la inmigración, asunto que su ministro Corbacho ha comentado con más crudeza y realismo. De igual manera, Zapatero intentará soslayar el otro gran problema de la financiación autonómica (y corporaciones locales), con la esperanza de evitar un debate directo con los nacionalistas de CiU y ERC, así como con sus compañeros del PSC-PSOE, a los que Alfonso Guerra acusó, en el reciente mitin de Rodiezmo, de pactar con la derecha para derribar al Gobierno socialista de Madrid.

En este debate que abre el curso político, el Partido Popular tiene una mejor posición porque los hechos y las malas noticias de la crisis, con el paro a la cabeza, le están dando la razón, al tiempo que desmontan el discurso de la política socialdemócrata, porque no hay nada que dañe más a un Gobierno de la izquierda que las escandalosas e imparables cifras del paro.

Otra cosa es que el PP tenga en su poder la poción mágica para solucionar la crisis. Aunque sus recetas de control del gasto, y de ayudas fiscales a pymes y a las empresas medianas y búsqueda de medidas que faciliten los créditos están dentro de un escenario razonable, que Zapatero querrá desbordar con su discurso del gasto social sin límites y sus demagógicas alusiones a ciertas empresas a las que dice que el Gobierno no piensa ayudar porque ya han ganado demasiado dinero. Empresas entre las que se encuentran las que se han convertido en visitadoras habituales del palacio de la Moncloa, durante la guerra del sector eléctrico, que sigue coleando y siendo el juguete preferido del ministro Sebastián, en menoscabo de la industria básica española, que no puede soportar los inciertos y muy altos precios de la energía.

En cuanto a los problemas internos del PP en Navarra, y ya veremos si en la Comunidad de Madrid ahora, que Esperanza Aguirre llegará perfumada con los aromas ultraconservadores de la republicana Sarah Palin —y que no son menores que los del PSOE en Cataluña, o en las grandes alcaldías que regentan—, cabe imaginar que esta vez Rajoy no consentirá más desafíos y que impondrá su liderazgo en estos tiempos difíciles que le conceden una buena y segunda oportunidad. Sobre todo cuando el liderazgo de Zapatero sufre un progresivo deterioro, que apenas puede disimular su habitual cortina de humo propagandístico y su izquierdismo proverbial, cuando son muchos los españoles sin trabajo y miles las familias que sufren el impacto de este económico huracán.
http://www.estrelladigital.es/diario/articulo.asp?sec=opi&fech=10/09/2008&name=manantial

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