jueves, septiembre 04, 2008

Oscar Molina, Tuertos a manos de ciegos

viernes 5 de septiembre de 2008
Tuertos a manos de ciegos

Óscar Molina

S EGÚN el refrán, en el país de los ciegos el tuerto es el Rey. No siempre es cierto. España es un país de tuertos en el que mandan los ciegos. Un lugar en el que se ha hecho con el poder un grupo de gente cegada por la conservación del mismo, y que basa gran parte de su objetivo en conseguir polarizarnos; en lograr que veamos las cosas con un solo ojo y corramos de manera ordenadamente ovina al respaldo de su cargo ojeando desde un solo hemisferio asuntos que exigen ser contemplados con la objetividad de una mirada completa.

Yo no viví la Transición, nací en 1969, pero percibo algo más fuerte que una sensación cuando pienso que no hemos aprendido nada, y que vamos hacia atrás recorriendo un camino marcado en el que, más allá de la importancia que tengan ciertas cosas y dejando a un lado su condición de esenciales, hay quien se las apaña para que nos coloquemos a un margen u otro en razón de nuestras preferencias políticas. Somos una sociedad peligrosamente polarizada que se lanza al apoyo o al rechazo, a una perspectiva u otra, con independencia de la conveniencia general y únicamente al pairo de la papeleta que metamos en una urna cada cuatro años.

Aquí se da por sentado que si uno está a favor del Trasvase del Ebro, de que los padres elijan en qué idioma se educan sus hijos, o no le gusta el cine español es un facha. Si, por el contrario, cree que las uniones de homosexuales han de llamarse matrimonio, que con ETA se acaba negociando o ve las virtudes de la Educación para la Ciudadanía, es un rojo. Y lo peor es que la cosa funciona en sentido contrario, y son legión los que toman ante estos y otros temas una postura u otra en función de quién o quienes la defiendan en sus programas políticos, llevándonos a una nueva encrucijada sobre la anterioridad del huevo o la gallina que sólo consigue que acabemos sin tortilla.

Perdemos verdaderas oportunidades de oro para mejorar, nos dejamos hurtar debates fundamentales por un apoyo mal entendido a quienes tienen nuestra simpatía política, al dejarnos colocar unos enfrente de otros en situaciones que lo que exigen es la identificación de lo esencial por encima del azuzamiento que permitimos que lleven a cabo con nosotros quienes no tienen más horizonte que seguir viviendo de la Política lo mejor posible.

Les digo todo esto a cuenta del accidente de Spanair. La Ministra del ramo ya ha entrado en juego en su labor de escurrir el bulto y echar la porquería del asunto sobre la compañía aérea, revelando datos de la investigación en un momento tremendamente inadecuado. No ha hecho falta más. Desde ese instante los medios de comunicación de uno y otro signo, y las cohortes de ciudadanos alineados no importa con qué sino con quién, ya tienen postura. Los que apoyan al Gobierno creen que pedir cautelarmente un cambio de avión para minimizar el retraso es una muestra clara de la culpa de Spanair en el accidente; los que vean lógica la actuación de la compañía, son del PP. ¡Qué pena!

Denle un poco de tiempo al tiempo, dejen a los maestros de la división poner el acento en la responsabilidad de los Pilotos o el Ministerio de Fomento, y no tardarán en ver que quienes defiendan la profesionalidad de los Aviadores son de derechas, y los que creen que el sistema de control de la Seguridad Aérea en España es fetén, un ejemplo a nivel mundial de la inspección aeronáutica, son de izquierdas.

Es lamentable, porque cuando se cayó el Yak42 los de derechas defendían el sistema de inspección, y los de izquierdas la pericia de unos pobres pilotos que no pudieron mantener en el aire un avión que se caía a cachos. Da lo mismo que la investigación del accidente desmintiera a ambos, y nos mostrase que ni inspecciones de calidad ni problema de mantenimiento acabaron con el Yak estampado en la falda de una montaña. Ahora se habla de la no extensión de los “flaps” en el avión siniestrado como causa del desastre del pasado 20 de Agosto. Sólo nos falta que acabemos identificando la capacidad hipersustentadora de los “flaps” y su influencia en el despegue con unas u otras siglas.

Y en medio de todo esto otra ocasión tirada a la basura. Una situación más que adecuada para reflexionar sobre cómo mejorar la Seguridad Aérea en nuestro país, para tener un debate sereno y reflexivo que ponga a cada uno en su sitio, que se haga eco de las antiquísimas demandas y denuncias de muchos profesionales que nunca permitieron que se les dejase tuertos. Que ponga las faltas de control, las dejaciones públicas y la permisividad con ciertas prácticas empresariales al nivel de agresiones al interés general.

Y no me entiendan mal, no me coloquen a un lado o a otro. Las deficiencias del sistema de control de la Aviación en España, la connivencia con tanta gerencia cutre de las aerolíneas, no tienen un único responsable. No es de ahora, es una verdadera asignatura pendiente de nuestra democracia.


http://www.vistazoalaprensa.com/firmas_art.asp?id=4811

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