jueves, septiembre 18, 2008

Nuestra crisis particular

Nuestra crisis particular

Jueves, 18-09-08
LAS tensiones en los mercados financieros continúan sin resolverse. Si el lunes fue la quiebra de Lehman Brothers, ayer fue el rescate de AIG. La Reserva Federal parece haber considerado que la compañía de seguros era demasiado importante para dejarla caer. Por su tamaño, 1,5 billones de dólares en activos, pero sobre todo por la naturaleza de su negocio: asegurar las operaciones de los demás bancos e instituciones de crédito. La quiebra de esta compañía habría producido inmediatamente una rebaja en la clasificación crediticia de gran parte de las entidades financieras en la medida en que sus obligaciones se hubieran quedado inmediatamente sin cobertura garantizada. Con ello, la crisis de confianza se hubiera hecho masiva y la sequía del crédito más profunda y dramática. Las autoridades americanas intentan desesperadamente poner orden en el proceso de desendeudamiento que necesariamente se tiene que producir. Solo el tiempo dirá si lo han conseguido, pero no hay que precipitarse porque ayer mismo las Bolsas volvieron a tambalearse en un clima de pesimismo generalizado.
La recesión española es ahora más probable y será sin duda más virulenta por estos acontecimientos internacionales. Pero no hay que buscar excusas. Nuestros problemas económicos tienen causas propias que no desaparecerán por mucho que se arreglen los problemas internacionales. Incluida la bajada del precio del petróleo. Hemos vivido unos años excepcionales gracias a la abundancia de dinero barato. Eso explica que hayamos podido financiar sin dificultad once puntos del PIB, el tamaño del déficit por cuenta corriente, y que los niveles de endeudamiento de empresas y familias hayan alcanzado marcas históricas. Es verdad que hemos sabido aprovechar ese escenario internacional gracias a la consolidación fiscal, la participación en la Unión Monetaria, las privatizaciones y las reformas liberalizadoras de nuestro mercado interior llevadas a cabo en las dos legislaturas del PP y no revertidas en esta última. Pero esa época se ha acabado y viene el momento de pagar las deudas. Y de descubrir que hemos pecado de complacencia y que el Gobierno de Zapatero ha practicado el tancredismo económico. La política económica de estos años, y no solo la monetaria americana con su excesiva provisión de liquidez, ha sido fundamentalmente irresponsable, contentándose con vivir alegremente de la marea y desaprovechando una nueva oportunidad para consolidar las reformas necesarias para mejorar la productividad y mantener la competitividad. Hemos oído muchos discursos oficiales sobre la necesidad del cambio de modelo económico, pero poco se ha hecho para impulsarlo. Probablemente porque se sigue pensando que lo puede hacer el Estado a través de más gasto público, más subvenciones y más desgravaciones fiscales.
Como no ha habido reformas, el ajuste será ahora más intenso y doloroso. Sacrificar la economía al buenismo político; pensar que el superávit fiscal era permanente, estructural, y no meramente cíclico, producto de una recaudación extraordinaria, que podía gastarse alegremente en promesas electorales y populistas disfrazadas de conquistas sociales; erosionar la unidad de mercado por pura aritmética electoral y reducir el atractivo internacional de España con una política exterior populista son errores políticos que ahora pasarán una costosa factura.
No es el momento de pedir responsabilidades, pero tampoco podemos ignorar el pasado inmediato. Sobre todo porque desde el Gobierno se intenta esquivar el bulto aludiendo a la inevitabilidad de la crisis. Era previsible, lo venían diciendo todos los expertos y organismos internacionales. No es verdad que no se pueda hacer nada. Hay limitaciones, como siempre, pero hay políticas que aliviarán el sufrimiento y mejorarán la capacidad de recuperación. El problema es que el presidente está demasiado confundido, y el Ejecutivo socialista demasiado dividido, como para conocerlas y aplicarlas. Y que sigue empeñado en aislar al PP en vez de convocarle a un gran pacto de Estado.

http://www.abc.es/20080918/opinion-firmas/nuestra-crisis-particular-20080918.html

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