miércoles, septiembre 10, 2008

Antonio Burgos, No volvimos negros de la playa

No volvimos negros de la playa

ANTONIO BURGOS

Miércoles, 10-09-08
Uy, lo que he dicho, negro. Pecado mortal de lesa corrección política. Me voy a condenar. He dicho negro en vez de subsahariano, como son los negros de Roquetas de Mar, o afroamericano, como es el negro Barack Obama, con su pinta de futbolista brasileño que acaba de fichar el Betis. Pero digo negro porque era el color morenísimo de la piel que se nos ponía a todos en el veraneo. Antes. Volvíamos de la playa negros como tizones, presumiendo de bronceado intenso, de embadurnamiento en aceite de coco para tomar más color en las horas muertas que nos pasábamos en la tumbona. Cuanto más negro volvieras y más te durara en el regreso septembrino al trabajo, más rico eras, mejor veraneo te habías pegado, más bronce habías ligado, como se decía en frase iniciática.
El bronce ahora, por lo visto, no liga nada. Nadie quiere ligues con el bronce. Hemos hecho voto de castidad ante el bronce de la solanera. Ni los que han estado en el Caribe vuelven con aquel tostadito entre canelita del palenque de las especias de la isla de Guadalupe y mulatona del Malecón habanero que se traían junto con la botella de Havana Club y con las pulseras de carey de las tortugas de los cayos.
Me he dado cuenta al ver a Zapatero, el único español que ha vuelto del veraneo con la cara negra como el tizón, de tomar el sol gratis total en las que fueron Playas de Castilla y ahora borde litoral del Coto de Doñana. (Por cierto, me escribe un lector que ha ido andando por todo ese borde del Parque Nacional de Doñana, desde Matalascañas a Sanlúcar de Barremeda, y me dice: «El espectáculo era lamentable. La playa es un auténtico vertedero de restos de basura, a saber, miles de botellas de plástico, restos de aparejos de pesca como banderines de trasmallos, trozos de redes, cubos inservibles y otros desechos que por sus características parecen proceder de los barcos que faenan frente al Coto y que lanzan sus desperdicios por la borda. También encontramos chasis de motocicletas, utensilios inservibles de pescadores de coquinas y 6 tortugas muertas, 6, en el tramo de 36 kilómetros de playa. Cinco magníficos ejemplares de tortuga boba y una colosal tortuga laúd. ¿Ve normal esa concentración de muerte de fauna salvaje? Si la playa es un gran basurero imagínese los fondos cómo estarán. Estos colosales animales estaban hinchados, seguramente por la ingesta de plásticos; otros estaban estrangulados con restos de redes y agonizando en la playa. ¿Vosotros sois los encargados de velar por nuestro patrimonio? ¿Por qué en lugar de aparecer junto a preciosas factorías de energía eólica no os fotografiáis en esta playa de muerte?»).
¿Por dónde iba? Ah, sí, que el único que ha vuelto negrísimo de la playa de las tortugas muertas (y de los linces funcionarios vivísimos) ha sido Zapatero.
-Eso es porque no le hemos pagado entre todos el protector solar de factor 60, tal como ha mangado las vacaciones gratis total. Lo que no sea gorroneo no existe para estos señores socialistas...
No, eso es porque los dermatólogos han triunfado en su lucha contra el sol padre y tirano, causante de los cánceres de piel. Con decir que ni Javier Arenas ha vuelto este año de las vacaciones negro como el carbón, ni ha ido así a la Goyesca de Ronda, está dicho todo. Lo elegante es volver blanquísimo de la playa, como si no se hubiera estado en Marbella. El caso es que veías las playas y estaban llenas, la gente tomando el sol como lagartos. Pero, ah, con la piel embadurnadísima de los protectores adecuados. Ya no ves en las tiendas el Nivea 2 que era el que nos daba antaño el avío. No encuentras un solo bronceador de factor 2. Los que se les ponían antes a los niños de pecho son los que ahora, gracias a Dios, nos echamos todos, de factor 25 para arriba, hasta llegar al pantalla total para la cara.
¿Cómo han conseguido los dermatólogos este milagro de cambiar las costumbres y las modas? Y además, sin las prohibiciones dictatoriales del tabaco. Una maravilla. Sin Ley Antisol. O será por el nombrecito prohibido del bronceado. Aunque tomáramos el sol como lagartos, ya no volveríamos negros de la playa. Vendríamos en todo caso subsaharianos como los jornaleros de Roquetas o afroamericanos como Obama con su cabeza de negrito de hucha del Domund.

http://www.abc.es/20080910/opinion-firmas/volvimos-negros-playa-20080910.html

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