martes, septiembre 16, 2008

Marcello, Gallardon señala a la Iglesia

martes 16 de septiembre de 2008
LAS PESQUISAS DE MARCELLO

Gallardón señala a la Iglesia

El alcalde de Madrid, Alberto Ruiz-Gallardón, se convirtió en la noche, en el programa de TVE de Tengo una pregunta para usted, en “El caballero oscuro” —por el traje—, moderado y benefactor, un Batman de Madrid, una especie de Ivanhoe que, disimulando su ambición, salió en la defensa de su particular Rey Ricardo, en este caso el presidente del PP, Mariano Rajoy. Nadie mejor que él y con más credibilidad ante el conjunto de la sociedad española ha explicado o justificado, o defendido, el nuevo PP nacido del congreso de Valencia y los valores del centro político. E incluso los errores recientes de su partido y sus líderes, como el apoyo de Aznar a la guerra de Iraq, que tapó con la excusa de que el ex presidente del Gobierno no sabía la verdad de las armas de destrucción masiva de Sadam Husein, lo que no es verdad. ¡Vaya si lo sabía! Y aún hoy sigue presumiendo de su hazaña.
Gallardón eludió como pudo su ambición de ser presidente del Gobierno español, y las frustraciones sufridas tras su exclusión, por Rajoy, de la lista madrileña del Congreso de los Diputados. E hizo de tripas corazón para entregarse en cuerpo y alma a su líder, que estaría siguiendo el programa con un Cohíba en los labios y una estirada sonrisa, viendo cómo el tiempo y su presidencia renovada en Valencia obliga a sus adversarios a dar la cara por él y a un generoso ejercicio de lealtad, como el que ayer ofreció a su partido Gallardón.

Aunque el alcalde, generoso sí pero tonto no, juega a medio plazo y tiene puestas sus esperanzas en el congreso del PP del 2011, si para entonces Rajoy ha fracasado en las elecciones europeas del próximo año. Un test en el que también ha situado sus ambiciones Esperanza Aguirre, de la que ayer el obsequioso Gallardón, subido en el carromato de todo es bueno en el PP, llegó a decir que tener un sueño con Esperanza Aguirre sería “un buen sueño”, en vez de reconocer que eso sería una para él una pesadilla. Ahí se pasó cien pueblos el alcalde.

Pero hubo un punto de inflexión en el que Gallardón aparcó la cortesía, el disimulo, la calculada habilidad y ambigüedad y entró de lleno en el cuerpo a cuerpo cuando señaló a la Iglesia católica española como corresponsable del cúmulo de injurias que él y otras personas han recibido de la COPE por boca de su locutor Federico Jiménez Losantos, del que subrayó que ha sido condenado por el delito de injurias. Lo dijo con buenas maneras, sin meter en el mismo saco a todos los trabajadores de la COPE, pero en este caso no escurrió el bulto y declaro su “sorpresa y su pesar” porque los ataques y las injurias recibidas hayan llegado por parte de una emisora que es propiedad de la Conferencia Episcopal española.

Naturalmente, el locutor insultador de la COPE hoy saltará como un poseso a la yugular del alcalde al que ha convertido en su víctima habitual. Pero el mensaje de Gallardón no iba ayer específicamente contra el injuriador sino sobre todo contra la cúpula de la Conferencia Episcopal que ha amparado la injuria y, de manera especial, contra el protector de Jiménez Losantos, el cardenal Rouco. De ahí que la crítica de Gallardón a la Iglesia no sólo haya satisfecho a muchas personas y, especialmente, a los dirigentes del PP que han sufrido y sufren con Gallardón los ataques furibundos de la COPE, sino puede que también haya gustado a la mayoría de obispos de la Conferencia Episcopal que discrepan de las maneras de la emisora católica, donde el cardenal Rouco aparece cada vez más solo en defensa de esa situación.

El segundo tema de interés especial de la intervención de Gallardón fue su ataque a Zapatero y a su Gobierno por la negación de la crisis económica, para ocultarla durante el pasado periodo electoral. El alcalde puso aquí el dedo en la llaga del momento político español y le echó un buen capote a su partido, al tiempo que disertaba sobre la sociedad del conocimiento un arabesco en el aire sobre el modelo ideal de la economía y del crecimiento español, que ahora está tan de moda. Como filigranas en el aire nos hizo el alcalde a la hora de rozar la necesidad de una reforma democrática como la que está pidiendo a gritos este país, y aunque se proclamó ¡un rebelde! y un transformador de la sociedad, se quedó en la teoría del consenso y, a lo más, propuso una reforma de la ley electoral, centrada en su propio ámbito de lo municipal.

En realidad, la gran mayoría de las preguntas que le formularon al alcalde eran más bien malas y facilotas (con la sola excepción de la del joven que le pidió un pitillo al alcalde), y el político madrileño supo navegar con un exceso de ambigüedad —no se atrevió a decir que prefería a Obama en vez de a McCain— y obsequiosidad para con sus interlocutores, en plan dominador de la situación y escapando, o pasando de puntillas —sobre el aborto, por ejemplo, o la asignatura Educación para la Ciudadanía—, sobre los pocos temas candentes que le fueron propuestos, como quien torea suavemente y de salón. Ha sido, para el alcalde, un examen muy facilón, y sin pestañear, Gallardón supo aprovechar la excelente ocasión. Aunque, eso sí, tuvo que inclinar su cabeza ante Rajoy, pero no su pensamiento, ni su verdadera y decidida ambición.

http://www.estrelladigital.es/diario/articulo.asp?sec=opi&fech=16/09/2008&name=urbaneja

1 comentario:

Anónimo dijo...

¿Habrán gustado las declaraciones de Gallardón a José Antonio Zarzalejos Nieto, ex Director de ABC?