lunes, septiembre 15, 2008

Marcello, Ataque a Caja Madrid

lunes 15 de septiembre de 2008
Ataque a Caja Madrid

Aunque son muchos, dentro y fuera del PP, los que piensan que la carrera política nacional de Esperanza Aguirre se acabó en su fallido intento de ser la líder del PP tras la segunda derrota electoral de Rajoy en el pasado mes de marzo, ella no piensa lo mismo. Y, conociendo su desmedida ambición y cerrazón, la presidenta Madrileña va a seguir en sus trece y ayer mismo se encargó de recordar que tendrá una segunda oportunidad en el 2011, el año en el que se celebrará el próximo congreso del PP —si el líder, como ya ocurrió en el 2007, no lo aplaza o suspende—, en el que según Aguirre se decidirá el candidato del PP a las elecciones generales del 2012, lo que es una manera directa de seguir poniendo en duda el liderazgo de Rajoy y su capacidad para derrotar a Zapatero.
Es tal su empeño y cabezonería, que Aguirre dijo que la moción del último congreso del PP que nominaba a Rajoy como candidato electoral para el 2012 fue la maniobra de “un pelota”, del líder, despreciando así la decisión del congreso de Valencia. Y dice esto mientras recula e intenta ocultar el que fue su desleal y conspirativo ataque contra Rajoy, antes y después de la derrota electoral del PP el pasado mes de marzo, a la que ella contribuyó con su estrategia de la crispación, con toda clase de conspiraciones y con ayuda de los bronquistas del El Mundo y la COPE, a los que ella misma había alimentado y los que, finalmente, ante la proverbial cobardía de la madrileña, a la hora de echar el pulso abierto a Rajoy, la dejaron de lado pasándose a operaciones pintorescas como la de Juan Costa, las que luego secundaron las huestes de Aguirre, también sin éxito.

En realidad, la estrategia de la conspiración “aguirrista” lo que esperaba era que Rajoy dimitiera tras la derrota del 9 de marzo. Pero ella se equivocó, desconcertó y se vio superada por los barones del PP y sorprendida por Rajoy. Y, al final, quedó como traidora y como cobarde, diciendo, como la zorra del cuento, que “las uvas estaban verdes”, o que ella nunca dijo que se iba a presentar. Y hasta su jefe de estrategia, el director del periódico El Mundo, la fulminó indignado cuando escribió aquello de: “Prefiero a mi mayor enemigo [Gallardón], que a mi lideresa preferida [Aguirre]” con tal de derrocar a Rajoy.

Pero, mientras tanto, ¿qué piensa hacer Esperanza Aguirre? Pues de sus últimas palabras se desprende que prepara un nuevo contraataque contra Rajoy, para lo que necesita rehacer sus alianzas mediáticas, su poder en la Comunidad de Madrid y en el mundo económico y financiero, y entre los distintos barones del PP, para lo que parece haber establecido un pacto de no agresión con Gallardón. Y la promesa de no armar demasiado lío en el congreso madrileño del PP del próximo fin de semana, cuando muchos de los dirigentes del partido imaginaban y temían que la presidenta madrileña iba a organizar un anticongreso de Valencia, rodeada de Acebes, Zaplana, San Gil, Mayor, Aznar, Cascos y Rato, y con grandes declaraciones sobre los principios y valores más reaccionarios de la derecha. Valores que ella se ha traído a Madrid, reforzados, tras escuchar en la Convención Republicana americana con admiración a la candidata a la vicepresidencia de Estados Unidos, Sarah Palin.

Naturalmente, en la estrategia de Aguirre, de recomposición de su poder y de su imagen —si es que no se estrella en las elecciones autonómicas del 2011, gracias a su derechización y andanzas de la “banda de los cuatro”—, figura el control de Caja Madrid, la poderosa institución financiera que deberá renovar sus cargos en el 2009 y cuya presidencia, hoy en manos de Miguel Blesa, desea controlar y seleccionar Aguirre en su solo beneficio político, y en el de su entorno mediático —recientemente sus consejeros han recordado su deseo de privatizar Telemadrid—, confirmando el que ha sido su habitual intervencionismo en la vida privada, periodística y empresarial, y eso que presume de liberal y dice que esta escribiendo un libro sobre el liberalismo (sic).

De hecho, Aguirre lleva meses intentando desestabilizar a Blesa, quien ha hecho una buena gestión de Caja Madrid, y que sigue contando con más y poderosos apoyos en la Caja madrileña, así como cuenta con la posibilidad de volver a ser candidato en el 2009 a la presidencia, primero como consejero propuesto por el Ayuntamiento de Madrid. De la ambición de Aguirre en Caja Madrid dan fe sus últimas maniobras y las embestidas de su hombre de confianza (y compañero de póker y socio de Jiménez Losantos), Alberto Recarte, consejero de la citada entidad, que aprovechó la crisis de Martinsa-Fadesa para abrir un frente en contra de Blesa, con una burda maniobra con la que Aguirre pretendió sumar apoyos en la izquierda —con la ayuda del gran intrigante Moral Santín, propuesto por IU—, lo que sería sorprendente. Porque los representantes del PSOE, IU y los sindicatos en Caja Madrid saben muy bien cuáles son las intenciones políticas y mediáticas, dentro y fuera del PP, de Aguirre en favor de una derecha extrema y crispada y de sus medios de comunicación afines, si consigue el control de la importante entidad financiera.

Naturalmente, en la sede central del PP se tienen todos los datos de esta operación y se dice que Rajoy ha reclamado para la dirección nacional del partido la coordinación de la renovación de consejeros en Caja Madrid para evitar las maniobras de Aguirre, entre las que se incluían la colocación de políticos de su entorno, como Ángel Acebes o María San Gil, en calidad de consejeros del grupo industrial de Cibeles, propiedad de Caja Madrid.

Estamos, pues, ante el enésimo y, desde luego, no el último golpe de mano o intento de desestabilización del PP por parte de Aguirre, a corto, medio o largo plazo. Aunque todo apunta a que en el caso de Caja Madrid su plan no le va a salir, por más que ella parece dispuesta a todo con tal de derribar a Blesa y a colocar a alguno de los suyos (¿Rodríguez Ponga?). Pero aquí Aguirre se va a encontrar con Rajoy —y puede que con Aznar— dentro del PP (lo que a ella le importa un bledo, vista su increpación al Rey a favor de Jiménez Losantos), y puede que contra el pleno del bloque sindical y de los representantes de la izquierda.

Y todo ello sin perder de vista que, en estos momentos tan difíciles de la crisis económica y financiera nacional, lo peor que podría ocurrir a Caja Madrid, una de las entidades mejor posicionadas en medio del huracán, sería entrar en este campo de intrigas políticas y de inestabilidad. Lo que, desde luego, Rajoy, que sabe y conoce con quién se las tiene que ver, no está dispuesto a consentir, al menos en lo que corresponde a su personal responsabilidad como líder del PP.

http://www.estrelladigital.es/diario/articulo.asp?sec=opi&fech=15/09/2008&name=marcello

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