lunes, septiembre 22, 2008

María San Gil o los principios

23-IX-2008
María San Gil o los principios
Ya no quedan políticos así, que antepongan sus ideas a la poltrona y que no estén dispuestos, bajo ningún concepto, a comerciar con sus principios. Bravo, María.

Cuando, hace ya más de cuatro años, se anunció que sería María San Gil la cabeza de lista popular en las elecciones vascas afirmamos desde esta misma tribuna que esa era la opción de la libertad. La necesaria, la oportuna y, por añadidura, la única a la que podía y puede jugar el PP en el País Vasco. María San Gil ha sido durante estos años la gran esperanza de esa parte del País Vasco que se niega a entregarse al nacionalismo, y un motivo de orgullo para millones de españoles que se miraban en ella como quien lo hace en un espejo. De nada ha servido. María San Gil, la heredera de Gregorio Ordóñez, se va. Por la puerta grande, dejándolo todo y sin pedir nada a cambio.

Batalladora incansable, mujer de una pieza, española y vasca a partes iguales –porque lo primero siempre ha comprendido a lo segundo–, inasequible a la adversidad y persona de convicciones inquebrantables, con San Gil se va lo mejor que ha dado el PP en el último lustro. Un ejemplo a seguir que, sin embargo, no ha encontrado cabida en el nuevo partido a la búlgara de Rajoy. Un partido que se avergüenza de sí mismo y de sus votantes, que ha confundido la oposición con el tancredismo más ridículo, que ha perpetrado, en suma, el peor delito que puede permitirse un partido político: el de engañar pública y descaradamente a los que depositaron su confianza en él.

Es normal que alguien como María San Gil sienta que ese partido ya no es el suyo. Trató, en vano, de salvar los muebles in extremis días antes del congreso de Valencia, pero los arribistas que forman la camarilla de Rajoy se lo impidieron, mostrándole, de paso, el camino de la puerta. San Gil lo ha tomado con la frente bien alta. Eso la honra y honra a toda la política española. Ya no quedan políticos así, que antepongan sus ideas a la poltrona y que no estén dispuestos, bajo ningún concepto, a comerciar con sus principios. Bravo, María.

http://www.libertaddigital.com/opinion/editorial/maria-san-gil-o-los-principios-45493/

1 comentario:

Anónimo dijo...

También se fue ANTONIO RAMALHO EANES de la política