lunes, septiembre 15, 2008

Luis David de Quiros, George Orwell, una figura de nuestro tiempo

Las experiencias españolas que dieron lugar al "Gran Hermano"

George Orwell: una figura de nuestro tiempo

Poco podía imaginarse George Orwell, de quien este año se cumple el 105.º aniversario de su nacimiento, que el Gran Hermano, cuya siniestra figura se despliega a lo largo de las páginas de su novela 1984, iba a pasar a la realidad. Una realidad encarnada no sólo porque los líderes de un comunismo al que tan bien conoció en nuestra Guerra Civil. Una realidad encarnada años después por un programa de televisión –no menos siniestro dentro de la farsa– al que el Gran Hermano da título. Vale la pena recordar, en este año del aniversario de George Orwell, las andanzas españolas que le permitieron crear esta figura prototipo de nuestros tiempos.

Luis David Bernaldo de Quirós

16 de septiembre de 2008

George Orwell era el seudónimo de Eric Arthur Blair, escritor británico nacido en 1903 en Motihari, India. Murió de tuberculosis en 1950. Entre otras, dejó tres obras inmortales: Homenaje a Cataluña (1938), Rebelión en la granja (1945) y 1984 (1949). En Homenaje a Cataluña narra la responsabilidad del Partido Comunista español y de la Unión Soviética en la destrucción del POUM. En Rebelión en la granja cuenta la traición de Stalin a la revolución rusa y en 1984 describe de forma aterradora la vida bajo la vigilancia constante del Gran Hermano.

Este año se cumple el 105.º aniversario de su nacimiento y, salvo honrosas excepciones, nadie se ha acordado de él. El clamoroso silencio, valga el oxímoron, es poco menos que vergonzante.


Tales libros molestaron y molestan a los sectarios y tenaces administradores que componen la élite “intelectual” y mediática del “Ministerio de la Verdad”, que ahora controla el pasado y el presente, y que confinan al silencio y al olvido a todo aquel que no comulgue con el discurso dominante. Es decir: Orwell resulta incómodo.


Al llegar a Cataluña, enseguida se dio cuenta de la gran mentira que circulaba, y circula actualmente por España y por Europa: la batalla que se estaba dando en nuestra patria era entre el fascismo y la democracia, cuando en realidad lo que estaba en marcha era una revolución de corte marxista, promovida por Stalin y con el beneplácito del PCE.

Esto queda corroborado en el libro Guerra y Revolución en España, 1936-1939, editado en Moscú por una comisión presidida por La Pasionaria. En este libro se puede leer: “Sin haber pasado por la prueba de fuego de los combates de Octubre de 1934, las masas obreras y populares no hubiesen estado en condiciones de realizar la epopeya de la guerra “nacional-revolucionaria” de 1936-1939”. También se saca la conclusión de que Octubre de 1934 fue el precursor de Julio de 1936.


Si la Guerra Civil española fue una lucha entre la “democracia republicana” y los “déspotas” que se oponían a ella, ¿a santo de qué intervino la URSS, regida por el “gran demócrata” Stalin? ¿Acaso los “asesores” marxistas Chaponov, Berov, Maximoff, Bilov, Malinov, Schilov, Sapunov, Sokolov, Petrovich, Ganx, Kollief, Alexander, Borisoff, Troyeck, Borov, Jukov, Rokossovski, Pavlov, Koniev, Nedelin, Meretzkov, Etingov, Koulik, Grissen, Akulov, Berling, Malinovski, Dimitrov, Ovsenko, Ilya Ehrenburg , Kolstov, Goriev, Berzin, Orlov, Stepanov, P. Togliatti, etc., etc. estaban en España para restablecer la democracia? ¿La democracia de la esfumada URSS?


Orwell, que era profundamente de izquierdas, terminó despreciando al comunismo, del que decía que, aparte de las atrocidades, “ataca al concepto de verdad objetiva, se jacta de controlar tanto el pasado como el futuro”. También comenta Orwell la habilidad del PCE para manipular la verdad, de cuya habilidad estuvo a punto de ser víctima.


Orwell fue eminentemente una persona honrada que no quiso mentir y se limitó a narrar lo que estaba viendo en España. Por este motivo, al regresar a Inglaterra, tuvo muchas dificultades para que le publicasen lo que había escrito sobre nuestra guerra... La sombra de la propaganda marxista era muy alargada.


En 1942 escribía: “Ya con anterioridad había yo notado que nunca se informa correctamente de acontecimiento alguno en un periódico, pero fue en España donde por primera vez vi informaciones periodísticas sin relación alguna con los hechos, ni siquiera la relación implícita en una mentira corriente… Vi tropas que ni siquiera habían disparado un solo tiro y sin embargo quedaron ensalzadas como heroínas y vi periódicos de Londres recoger esas mentiras y anhelantes intelectuales levantando superestructuras emotivas sobre acontecimientos que nunca habían ocurrido. Vi, en realidad, historias escritas en función, no de lo sucedido, sino de lo que debería de haber sucedido según varias “líneas de partido”… Estas cosas me dan miedo, pues muchas veces tengo la impresión de que el concepto mismo de la verdad objetiva está desapareciendo del mundo. Es probable que esas mentiras, o mentiras parecidas, pasen a la historia. Así que, para fines prácticos, la mentira se habrá convertido en verdad”. (Parece que aquí Orwell adivina a los Preston, Juliá, Tusell, etc.)


También dejó escrito:


“Lo que vi en España, y lo que conocí después del funcionamiento interno de los partidos de izquierda, me ha provocado un asco infinito de la política.”
“Algunos de los periódicos extranjeros antifascistas descendieron incluso hasta la lamentable mentira de asegurar que las iglesias sólo eran atacadas cuando se las usaba como fortalezas franquistas. En realidad, las iglesias eran saqueadas en todas partes como la cosa más natural del mundo.”


Estando en Cataluña luchando al lado de las milicias del POUM, la entonces NKVD (luego KGB) decidió exterminar a toda la izquierda que no obedeciese las órdenes de Moscú. Orwell estaba en la lista. Fueron robados documentos y cartas personales de su hotel en Barcelona, los cuales han sido descubiertos recientemente en los archivos secretos de la KGB. En dichos documentos figuraba “Trotskista manifiesto”. Era su sentencia de muerte. Sin embargo pudo escapar de España, cuando ya los comunistas (los Carrillo, Comorera, Grimau) lo tenían al alcance la mano. El que no tuvo la misma suerte fue su instructor en las milicias del POUM, G. Kopp: una vez capturado fue enviado a Moscú y encerrado en una pequeña habitación repleta de ratas. En la obra 1984, ediciones Destino de mayo de 2002, tercera parte, capítulo V, página 302 y siguientes, se puede leer la escena terrorífica de las ratas, inspirada en la forma de tortura que los comunistas reservaron para Kopp.


También comenta el odio mutuo que había entre los comunistas y el POUM. Es de sobra conocido el encarcelamiento de los “poumistas”, así como la tortura y asesinato de Andrés Nin (fue despellejado vivo), por los marxistas. Para algunos historiadores comunistas, todo esto estaba justificado y demostraba “¡la supervivencia del Estado de derecho republicano!”.


Para los supervivientes como Santiago Carrillo, o para los herederos del marxismo, Orwell sigue siendo ¡cómo no! un trotskista, un provocador, “un aliado de Franco”, un “hitlero-trotskista”… Es decir: las mismas mentiras de las que se valieron para justificar el asesinato de Andrés Nin.

http://www.elmanifiesto.com/articulos.asp?idarticulo=2719

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