miércoles, septiembre 17, 2008

Ladron de Guevara, Entre la piedad y la compasion

jueves 18 de septiembre de 2008
Entre la piedad y la compasión

Ernesto Ladrón de Guevara

U NA de las herencias más importantes para la humanización de las sociedades es la que hemos recibido de nuestra civilización cristiana con la capacidad de tener piedad y compasión. Son valores en los que entran en juego actitudes y la grandeza que implica la empatía, que es algo así como el ponernos en el lugar del otro y valorar el sufrimiento que somos capaces de infligir con nuestros comportamientos. Son virtudes cada vez más escasas en una sociedad progresivamente más distante de la espiritualidad, con esta tendencia de esta izquierda ramplona heredera de lo más mezquino y zafio del republicanismo español. Se podrían reproducir esquemas y valores muy importantes que tuvieron los republicanos, como la cosmovisión que nos ofrecieron Ortega y Gasset, Unamuno…, o los krausistas; pero no, somos incapaces de tomar lo mejor de las experiencias históricas y culturales y nos impregnamos con lo más superficial y ladino, que es lo más fácil de emular porque no requiere de elaboración intelectual. Tampoco es de extrañar que esto suceda desde que decidieron reducir a la mínima expresión las humanidades en el sistema educativo y tenemos hoy las generaciones peor formadas en cuanto a los ingredientes fundamentales de la cultura.

Y, parece mentira, pero eso se extiende como una mancha de aceite hasta aquellos rincones que parecían estar más a salvo de esta impregnación.

En mi experiencia de resistencia cívica a las pulsiones totalitarias reinantes en mi tierra, movido por ansias de libertad y dignificación de la imagen tan dañada de lo vasco, poco puedo decir de bueno, salvo la tranquilidad de mi conciencia por el deber cumplido. No obstante, una de las cosas que no renunciaré nunca a reconocer es el haber conocido a alguna gente –caben poco más que en los dedos de una mano- por su talla intelectual y moral –digo bien al incluir el adjetivo “moral” pues no se debe confundir con lo ético. El ser moral implica una actitud ante la vida y una decencia en las conductas-. Dos de esas personas que me han marcado por sus comportamientos son Jaime Larrínaga e Iñaki Ezkerra, sin olvidar a otros entre los que no me resisto a citar a Agustín Ibarrola y Vidal de Nicolás que fue presidente del Foro Ermua.

En tal sentido, merece la pena leer el artículo de Jaime Larrínaga en el diario La Razón del pasado sábado, 13 de septiembre, “La piedad y el Foro Ermua”.

Yo también me sumo a la queja de ese sacerdote que con su ejemplo rebelde se posicionó a favor de las víctimas y en contra de los enemigos de la convivencia en Vascongadas, lo que le supuso penalidades que de haber sido cómplice silencioso, como la mayoría del clero vasco, no hubiera padecido.

En ese artículo clama contra la injusticia cometida contra Iñaki Ezquerra: “El golpe de mano que han dado en esa encomiable asociación [Foro Ermua] varios miembros de su junta directiva durante el pasado mes de julio, cuando ya todos nos habíamos ido de vacaciones o planeábamos hacerlo pronto, ha sido un espectáculo, aparte de triste y bochornoso, inexplicable por ese componente de odio que ha dejado entrever. Se puede entender que existan diferencias en un colectivo y hasta ciertas ambiciones personales que por desgracia nunca son presentables pero que forman parte de la condición humana. Lo que no se puede entender es el linchamiento al que han sometido a alguien cuya trayectoria en la defensa de las víctimas del terrorismo y los derechos humanos es impecable. Si alguien ha dado la cara por la libertad en el País Vasco durante lustros, ese alguien ha sido Iñaki Ezkerra. Si alguien ha entregado su vida a la causa de la democracia en ese rincón de España es ese hombre que, además de un valeroso escritor, es también mi amigo” [….] “Y ahora, de buenas a primeras, me encuentro con que Iñaki Ezkerra, mi amigo, está viviendo una situación de acoso y de linchamiento semejante a la que yo viví, pero con la diferencia de que los ataques no son de los proetarras ni los nacionalistas sino de sus compañeros del Foro Ermua que él mismo contribuyó decisivamente a fundar. ¿Qué ha pasado en el Foro Ermua para que personas que considerábamos cabales hayan organizado semejante gresca con el único objetivo de quitar de manera tan agresiva y tan insólita a un presidente que había sido elegido para cuatro años y que es sencillamente un hombre ejemplar?¿Qué intereses políticos o personales puede haber detrás de esta operación tan incomprensible? […]”

En el resto del artículo da cumplida referencia de cómo Iñaki Ezkerra contribuyó silenciosamente a poner en marcha el Foro El Salvador del que el propio Jaime Larrínaga es presidente, y que fue el elemento clave para definir la creación de ese movimiento de cristianos contra el totalitarismo violento, y revelando las imbricaciones de esa violencia con el poder nacionalista vasco.

Me sumo a ese malestar, porque cosas así no son la primera vez que ocurren, aunque con mucha menos resonancia, quizás porque los protagonistas han preferido pasar a un anonimato prudente. Pero en esta ocasión quien calla otorga, y no seré yo quien con mi silencio me preste a la indignidad. Por eso las palabras de Jaime Larrínaga suponen un notorio espaldarazo a la legitimidad moral de Iñaki Ezkerra al que yo me sumo por simple sentido de la justicia.

http://www.vistazoalaprensa.com/firmas_art.asp?id=4825

No hay comentarios: