domingo, septiembre 21, 2008

Josep Carles Lainez, Mara Ros, hija de Europa

Mara Ros, hija de Europa

Josep Carles Laínez

31 de agosto de 2008

Una mujer blandiendo una brillante espada, un bosque bajo la luz solar, y una enorme piedra-altar donde un lobo, en un aullido prolongado, llama al encuentro de nuestra raíz y nuestra victoria. Ésas son las imágenes de la portada del primer cedé en solitario de la cantante Mara Ros, Hija de Europa. Con anterioridad a este trabajo ya había colaborado en los álbumes editados por Axis Mundi (no confundir con la banda francesa de querencias góticas), pero se trataba de intervenciones puntuales y no de un disco de diez temas cuya música está compuesta (casi) en su totalidad por Michael Müller, siendo las letras de bien diversos autores.

Antes de entrar en algunos de los temas de Hija de Europa, creo necesario reflexionar sobre lo que supone la aparición de un disco como éste. La misma cantante, en el apartado “Saludos y agradecimientos” del libretto, escribe: Espero que este álbum sirva para completar un estilo de música que en nuestro movimiento en España está bastante abandonado, y sirva como referente futuro. El sintagma “bastante abandonado” es demasiado benigno. En España, por desgracia, la música identitaria es una rareza de la que nos sacan del letargo sorpresas como Hija de Europa. Mara Ros, por ello, se ve precursora y pionera de algo no muy usual: la canción política, la canción protesta, que no tiene su fuente en los mitos y falsedades de la izquierda. Hay además un segundo aspecto muy resaltable: el hecho de que Mara Ros sea una mujer, y que además cante lo que canta. En un mundo de exaltación de lo viril, las fotografías centrales del libretto sirven para ir moldeando un imaginario artístico, la familiaridad con quien hace de la música su modo de expresión, y, de este modo, ayuda a la creación de ese mural donde cualquier elemento enriquecedor ha de ser siempre bienvenido. La imagen certifica una presencia, y origina a la vez un mundo donde quien lo desee puede verse reflejado. Pienso, eso sí, que a alguna foto de estudio (Mara Ros con la espada en un plano frontal) podría habérsele sacado un partido mayor. Pero no deseo seguir desentrañando el libretto del álbum. Si lo he mencionado ha sido por la importancia simbólica que ha de tener Hija de Europa en el conjunto del movimiento nacionalista europeo español.

Por desgracia, hay un “pero” en este primer trabajo de Mara Ros: hubiera deseado encontrarme con algún tema escrito o compuesto por ella. De hecho, lo primero que hice, si soy sincero, es leer los nombres de los autores de letra y música, para empezar la audición por aquel donde la cantante hubiera estado más presente en todo el proceso creativo. Si el movimiento identitario español necesita solistas y bandas, necesita más aún que artistas como Mara Ros se lancen a la composición y a la escritura. Espero que Hija de Europa sea el trampolín para tal cosa.

Las canciones del disco donde Mara Ros explota con mayor fuerza no son necesariamente las que podrían adscribirse a un contenido más pop. En nuestro reducido mundo cultural, no hay muchos precedentes musicales como para sacar partido. Por eso el presente disco se ha de ver también como campo de pruebas (rítmicas, melódicas, líricas, instrumentales…) Unifica a Hija de Europa la voz femenina y la música de Müller, quien compone hermosas melodías que no siempre son pegadizas, pero que se hacen gratas a la escucha. Por su parte, tanto en “No olvido”, como en “Desolación”, “Inconformista”, “Boia chi molla!” o la que da nombre al álbum, “Hija de Europa” (con letra de Juan Antonio Llopart), la cantante ignora por un momento la sujeción musical tipo cantautor para lanzarse al grito y a la consigna, para mover al oyente a la sacudida. En especial, aquellos fragmentos donde el aspecto femenino se ve resaltado (No amor, no me moveré, soy mujer, / no me entregaré de “Boia chi molla!”; o Levanta el brazo, hija de Europa, / sin miedo, no estás sola de “Hija de Europa”) son las que aportan esa bocanada novedosa que lleva a apreciar aún más el esfuerzo de este disco.

Las canciones no tienen un programa, las canciones son el programa, por lo que sería mero esteticismo pretender escapar de su contenido. La letra (de Compagnia del Anello, Céltica, Estirpe Imperial, Amici del Vento…) y la música están supeditadas a él, y Mara Ros se yergue en la aceptación de cuanto ellas dicen. Y en asumirlo a través de su dicción: a veces, lineal; a veces, desgarrada; otras, eufórica; algunas, guerrera.

En conjunto, no se puede sino celebrar la aparición de Hija de Europa. Faltan aún muchas cosas (quizá algo no baladí: un mercado), pero la existencia de disco y de productora son un indicativo de que algo se mueve. Lo más importante es que la canción identitaria española tiene ya un nombre, y es de mujer: Mara Ros.

http://elmanifiesto.com/articulos.asp?blog=17

1 comentario:

Anónimo dijo...

Enorme, José Carlos.
Un abrazo

Francisco