miércoles, septiembre 10, 2008

Jose Melendez, El otoño caliente

jueves 11 de septiembre de 2008

El otoño caliente

José Meléndez

N O se trata del síndrome postvacacional –una de esas enfermedades o síntomas que salen a relucir ahora y de los que antes no había oído hablar nadie,- sino de una realidad tan grande como un océano: al dejar la engañosa tranquilidad de la playa o la montaña nos enfrentamos con la dura realidad de encontrarnos ante la mayor crisis económica e institucional que hemos padecido en los últimos cuarenta años

Produce escalofríos el leer las opiniones de los expertos, que se guían por las alarmas que avisan de los desequilibrios económicos y los datos del desempleo, de la inflación, del encarecimiento de las hipotecas, del cierre de los créditos, de la alta morosidad que sufren los bancos, de las suspensiones de pagos y del endeudamiento público una vez que el gobierno ha dilapidado alegremente el pasado superavit en sus cuentas y ver que todo lo que se le ocurre al gobierno de Rodríguez Zapatero es prometer una subida al 6 por ciento de las pensiones mínimas –inmediatamente matizada por Pedro Solbes, que duda que pueda realizarse a causa de la situación económica,- y regalar dos bombillas de bajo consumo a cada familia. Eso y el “cheque bebé” junto al aguinaldo de los 400 euros entregados en cómodos (para el gobierno) plazos es toda la estrategia económica de un presidente y un gobierno que insiste en un optimismo suicida y se contradicen entre ellos porque no hay marcada una línea a seguir. Es un gobierno vacío de ideas y repleto de demagogia, que es lo último que se debe usar para enfrentarse a la cruda realidad de los números.

Desde que ha comenzado el nuevo curso político, tanto Zapatero como sus ministros y adláteres no han cesado de enfatizar las medidas que se están tomando para combatir la crisis económica –que todavía no han nombrado por su nombre, empleando un ridículo juego de palabras alternativas-, pero esas medidas no existen mas que en la pomposa retórica de nuestros gobernantes. El reciente discurso que Zapatero pronunció ante los mineros de León es un inquietante exponente de un político que trata de tapar su falta de ideas con la grandilocuencia de unas ambiguas promesas y los latiguillos destinados a provocar el entusiasmo de los incondicionales y los incautos. La magnitud de la crisis que padecemos no se arregla con palabras y falsas promesas, sino con una drástica reducción del gasto público, una bajada de impuestos y una ayuda decidida a las pequeñas y medianas empresas para que puedan contribuir al aumento de la productividad y generen empleo. Eso es lo que propone el Partido Popular, que tampoco descubre nada con ello, porque es lo que Angela Merkel ha hecho en Alemania y Nicolas Sarkozy está haciendo en Francia. Es elocuente que los dos países de la Unión Europea con la crisis económica mas profunda, España y Gran Bretaña, tengan gobiernos socialistas. Es la consecuencia de la irrefrenable tendencia socialista al gasto. En el caso británico, el electorado lo arreglará pronto en las próximas elecciones generales porque los británicos tienen claro el valor de su voto y lo que deben hacer con él. No ocurre así en España, donde este gobierno que básicamente ha estado haciendo la misma política equivocada en sus primeros cuatro años de mandato, tuvo once millones de adhesiones.

El actor Javier Bardem acaba de calificar en una entrevista con un diario neoyorquino al público español como “una panda de imbéciles”, Él mismo y su numerosa prole familiar pertenecen a esa “panda de imbéciles” que no pierden acto o manifestación para demostrar a los socialistas su adhesión inquebrantable, hagan lo que hagan y pase lo que pase. Y esa no es manera de entender la política. ¿Cuántos de los once millones que votaron el pasado 11M a Zapatero se han dado cuenta de que fueron engañados, cuando se les habló de una España boyante y se les prometió la continuidad de un país de maravillas mientras se ocultaba la crisis, que ya estaba ahí; se les ocultaron los onerosos acuerdos con los nacionalistas radicales; se les escatimó información sobre los manejos para controlar el poder judicial y las verdaderas intenciones del gobierno en temas tan delicados como el aborto y la eutanasia? ¿Cuántos de esos votantes se han parado a pensar que Zapatero nos ha estado engañando con su tan anunciado “proceso de paz”.mintiendo descaradamente hasta que ETA decidió volver a lo único que sabe hacer? ¿Cuántos se han dado cuenta del colosal fracaso que supone abrirle la puerta a la inmigración y cuando se amontonan los problemas, ofrecer a los inmigrantes dinero para que se vayan?

El fracaso político es evidente y es suficiente para tumbar a un gobierno en unas elecciones. Pero en España, no. Zapatero y sus 636 asesores (¿cómo puede hablarse de austeridad con semejante corte de sueldos tras de él?) han diseñado rápidamente su estrategia de supervivencia. A pesar de que las arcas públicas están exhaustas, se las arreglará para comprar los votos nacionalistas que necesite para sacar adelante los Presupuestos Generales. Y ha lanzado al debate público los temas vidriosos del aborto y la eutanasia –disfrazada ahora de “suicidio asistido”), le ha dado impulso a su injusta y partidista Ley de la Memoria Histórica con la decisión del juez Garzón –el cuentamuertos, como lo llama Antonio Burgos- de averiguar el número de asesinados de las filas republicanas, mientras se silencia los asesinados del otro bando (la fosa de Alcalá de Henares con 700 cuerpos de fusilados por las milicias republicanas, yace desde hace siete meses que se descubrió en el mismo silencio de los esqueletos que alberga). El objetivo de todo esto es establecer una corina de humo que tape la gravedad de la situación económica, en una maniobra de distracción estratégica qjue, a kizgar por precedentes anteriores, le puede funcionar.

Y ante el desastre gubernamental es la oposición la que tiene que reaccionar conforme dictan las reglas del juego democrático. Aunque Pepiño Blanco y los suyos vuelvan con el sonsonete de la crispación, porque para crispación es suficiente la que tenemos los españoles al ver como desciende nuestra calidad de vida.

http://www.vistazoalaprensa.com/firmas_art.asp?id=4816

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