jueves, septiembre 04, 2008

Jorge Vilches, Napoleon el feminista

viernes 5 de septiembre de 2008
El País y 1808
Napoleón el feminista
La idea básica es que el Gobierno de Esperanza Aguirre ha conmemorado –cosa muy distinta de festejar– el levantamiento de 1808, cuando en realidad, asegura Vázquez, fue una "contrarrevolución que hizo desaparecer la incipiente liberalización femenina".

Jorge Vilches

Una de las cosas que cualquier historiador sabe, o debería saber, es que no deben proyectarse en el pasado las preocupaciones de hoy, sino que es al revés, el pasado se proyecta en el presente. Es decir, que es una farsa aplicar a la historia, a sus hombres, ideas y acontecimientos, categorías conceptuales y modales anacrónicas. Por ejemplo, sería ridículo decir que Julio César no tuvo en cuenta el derecho de autodeterminación de las naciones bárbaras sometidas. De igual manera, resulta difícil de comprender el que un historiador justifique "un mal" por "el bien" que generó su respuesta. Es el caso de los que bendicen a la URSS porque, a su entender, obligó al capitalismo a crear el Estado de Bienestar para contrarrestar la "imagen positiva" del socialismo real. Dos ejemplos de esto se han publicado en los últimos días en El País, pero, por espacio, sólo trataré uno.

Juana Vázquez, catedrática de Lengua y Literatura en la Universidad de Alcalá, nos ha regalado un artículo titulado: Afrancesadas o petimetras, publicado en El País el 2 de septiembre. La idea básica es que el Gobierno de Esperanza Aguirre ha conmemorado –cosa muy distinta de festejar– el levantamiento de 1808, cuando en realidad, asegura Vázquez, fue una "contrarrevolución que hizo desaparecer la incipiente liberalización femenina". Y lo dice porque "teme las involuciones enmascaradas". Es decir, que tras la celebración del Bicentenario que patrocina la Comunidad de Madrid podría haber un plan de involución.

Tras el momento de perplejidad del lector, lógico a tenor del malabarismo histórico de la autora, cabe preguntarse qué entiende Vázquez por "liberalización femenina". Pues tres cosas: que la mujer afrancesada –no dice ni un sólo nombre– "comienza (con José I) a ser consciente de su propio cuerpo como objeto de seducción", que se convierte en "petimetra" –¡oh-la-la, la moda de París en plena hambruna española!– y que, por fin, da "normas a sus amantes". Triste liberalización, teniendo en cuenta que tales simplezas no tienen nada que ver con la verdadera liberalización que se estaba jugando en Occidente desde el último cuarto del XVIII: los derechos individuales iguales para todos reconocidos en una Constitución. De esto no habla nada Vázquez. Es más, comete errores históricos de bulto.

Pese a presentarse como especialista en el Dieciocho, la autora afirma que los primeros Borbones impulsaron la liberalización femenina. Olvida, quizá, que Felipe V, el primer Borbón, introdujo la conocida Ley Sálica que excluía a las mujeres de la sucesión al Trono, rompiendo así la tradición española. En otra vuelta de tuerca, se empeña en que el grito de "Vivan las caenas" tuvo lugar en 1808, cuando en realidad se profirió en 1823, un momento histórico bien distinto, lo que determina un significado bien diferente. Y luego están los tópicos historiográficos en los que cae Vázquez, que después de lo leído no tienen importancia, como la denominación "década ominosa" –hoy en desuso totalmente no sólo por la presunción del nombre sino por los datos económicos y los acontecimientos del periodo–, o el creer que la dictadura napoleónica era el progreso. No estuvo entonces de acuerdo la liberal Madame de Stäel en que existiera ese vínculo entre Napoleón y la libertad, y menos con que el Emperador estuviera preocupado por la "liberalización femenina". De Stäel veía en el corso a un tirano que negaba los derechos individuales y que imponía a sangre y fuego su único, exclusivo y masculino parecer. Y esto sin contar cuántas violaciones cometieron las tropas imperiales en nuestro país, o cómo trataron los Bonaparte a sus mujeres.

En fin, que si Juana Vázquez quiere criticar al Gobierno de Madrid que lo haga, pero, por favor, que no retuerza la historia.


http://www.libertaddigital.com/opinion/jorge-vilches/napoleon-el-feminista-45189/

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