martes, septiembre 02, 2008

Ignacio Camacho, Sangre fria

Sangre fría

IGNACIO CAMACHO

Miércoles, 03-09-08
MENUDA bronca le ha echado la UE a Rusia por invadir Georgia este verano. Sí señor, eso es firmeza y mano dura. Temblando se ha quedado Putin, sin puntería ni pulso para volver a dispararle a esa tigresa que le ponen para que la cace como le ponían los venados a Franco. Esto es lo que tiene Europa, que en cuanto se reúnen Sarkozy, Durao Barroso, Merkel y Solana -no digamos si encima va también Zapatero- y les da por fruncir el ceño y declararse «gravemente preocupados», se les cuadran y se les ponen firmes los líderes más díscolos del mundo mundial. Los georgianos han respirado hondo después de enterrar a sus muertos. Estaban preocupados de que las tropas rusas no se retirasen cuando les ha llegado la noticia de la «firme condena» comunitaria a la invasión, y ya han recuperado la sonrisa. Con amigos así de poderosos no hay nada que temer. Por las que jilan, que dicen en mi pueblo.
Desde las guerras de Yugoslavia todo el mundo sabe en Europa que ni la UE ni la OTAN pintan nada si Estados Unidos no toma la iniciativa. Se puede perpetrar una masacre, como la de Sbrenica, o una limpieza étnica en las barbas de los muy serios dirigentes de esa diplomacia pusilánime y estéril. Se puede declarar una independencia unilateral por la cara, sea en Croacia o en Kosovo, que se apresurarán a reconocerla y luego se lavarán las manos ante la que se vaya armando. Si se lía muy gorda, formularán amenazas retóricas y graves comunicados de repudio, pero hasta que los americanos no intervengan hay pista libre para el exterminio, la purga o el saqueo. Putin ha aprendido la lección de los hechos consumados, y balcaniza el Cáucaso a su conveniencia mientras en Bruselas le leen muy compungidamente la cartilla. La OTAN, una potencia militar creada teóricamente para la Guerra Fría, tiene esclerosis en su maquinaria debido a la debilidad política. No sirve ni como fuerza de interposición, porque cuando aciertan a enviarla ya no hay nada en lo que interponerse. Y la potencia económica de la Unión tampoco sirve para nada, porque carece de un correlato de cohesión que le otorgue una mínima influencia política.
Rusia se ha merendado Osetia por la cara, imponiendo la doctrina del «patio trasero», y allí se las den todas. La opinión pública del país aclama a Putin y a su chiquichanca Medvedev porque han devuelto al atávico nacionalismo ruso su orgullo expansionista. En la crecida de desafiante autoestima miran directamente hacia Estados Unidos, alzando el cuello por encima de la débil sombra de la Unión Europea, a la que ningunean de forma clamorosa. Y por si a los colegas de Bruselas les da por toser demasiado alto, les recuerdan quién tiene el petróleo, y dónde. Así que hasta Sarkozy, tipo chulo donde los haya, ha templado gaitas: «Nada de sanciones; mantengamos la sangre fría».
Podía haber dicho cualquier otra cosa. La sangre de los cientos de muertos de Georgia se enfrió hace tres semanas, y mira que incluso allí hacía calor en agosto.

http://www.abc.es/20080903/opinion-firmas/sangre-fria-20080903.html

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