martes, septiembre 23, 2008

Ignacio Camacho, La piedra en el corazon

La piedra en el corazón

IGNACIO CAMACHO

Martes, 23-09-08
LE ponen una bomba a una caja de ahorros de su tierra, y el lendakari no pía. Le ponen otra bomba a sus propios guardias, que tuvieron que escapar por la puerta trasera de la comisaría, y se queda callado. Y ya cuando la tercera bomba se lleva por delante a un militar abre la boca para decir... ¡que es un día para reivindicar la esperanza! Pues será la esperanza de que los suyos se harten de él y le den de una vez una patada en el trasero, lo cual bien puede estar a punto de ocurrir. Porque el PNV es ante todo y sobre todo un partido de poder, y sus dirigentes empiezan a sospechar que el empecinamiento de Ibarretxe, su delirio autista, les lleva al precipicio electoral, a la catástrofe de sus intereses políticos y económicos. Y en el momento en que lo vean claro, se acabó: con las cosas de comer no se juega.
Pero, con o sin Ibarretxe y sus matracas, la supervivencia en el poder del nacionalismo vasco sería la peor noticia en la reemprendida lucha contra ETA. (Reemprendida porque ha estado cuatro años en suspenso, por las razones que todos sabemos aunque ahora sea más conveniente hacer como que no las recordamos). Retomada la estrategia de achicar el campo de los terroristas, perseguirlos con la policía y los tribunales, ilegalizar sus marcas blancas y expulsarlos de las instituciones -hemos quedado en que eso es y va a seguir siendo así, ¿no, señor presidente?-, el paso siguiente es el que aún no se ha dado desde que se refundó la democracia: combatirlos también por tierra, mar y aire desde el Gobierno vasco, que en treinta años ha hecho al respecto bastante menos de lo indispensable. Cortarles las subvenciones, echarles encima la Ertzaintza, asfixiarlos en su propio terreno sin concesiones ideológicas, ni parentescos de objetivos, ni derivas soberanistas. La tarea que quedó pendiente cuando el lendakari, respaldado en miles de votos probatasunos, salvó el «match-ball» de 2001. Y eso pasa por la derrota electoral del PNV, que quizás esté ahora más cerca que nunca. Pasa por sentar en Ajuria Enea a un político constitucionalista. Y...
Y esperar lo que cabe esperar de un político constitucionalista. Que no se arrugue, que no pastelee, que no se limite a sustituir un clientelismo por otro, que no se embarque en nuevas derivas confederales. Hay quien piensa, no sin fundamento, que es mucho esperar de Zapatero, digo, perdón, de Patxi López, pero menos da una piedra, la piedra de impiedad que lleva en el corazón el nacionalismo. Cualquier cosa mejor que esta vergüenza cómplice y oprobiosa, capaz de cuestionar incluso las sentencias que condenan a los fabricantes de dianas contra su propia gente.
ETA está débil, pero aún tiene oxígeno. Para cortárselo definitivamente hace falta desalojar de las instituciones vascas a quienes albergan la identidad de fines que sostiene su ominosa bitácora de sangre. Entonces sí que se podría reivindicar la esperanza. Aunque también hubiese que apelar a ciertas indeclinables, y hoy por hoy dudosas, responsabilidades...

http://www.abc.es/20080923/opinion-firmas/piedra-corazon-20080923.html

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