martes, septiembre 23, 2008

Ignacio Camacho, Cuando acierta Zapatero

Cuando acierta Zapatero

IGNACIO CAMACHO

Miércoles, 24-09-08
SI algún lector tiene el día intransigente o quisquilloso puede dejar de leer en este mismo instante, porque voy a elogiar a Zapatero. Cuando un político acierta -cosa en general cada vez más infrecuente, y no digamos en el caso que nos ocupa- conviene felicitarse y felicitarlo sin reservas ni casuismos, y con la esperanza de que no haya sido una equivocación. El presidente ha acertado al proponer a Carlos Dívar al frente del Poder Judicial y el Tribunal Supremo, por lo que es menester reconocerle el mérito de haber sabido elegir y aplaudir lo que su elección tiene de renuncia al sectarismo. Dicho queda.
Es probable que, en un ataque de responsabilidad política -que no llamen al médico, por favor-, Zapatero se haya percatado del enorme descrédito causado a la justicia por el pasteleo partidista con que fueron elegidos los consejeros del CGPJ. La propuesta de Dívar, juez sensato, discreto, conciliador, ponderado y ecuánime, no remedia del todo el espectáculo precedente, pero al menos sirve de paliativo para tan vergonzoso cambalache. Ya tiene bemoles que sea motivo de júbilo algo tan normal como elegir a una personalidad juiciosa y equilibrada para un cargo que de suyo requiere independencia, moderación y prestigio, pero así están las cosas en nuestra escena pública: resulta insólito, hasta generoso, que una alta magistratura judicial responda al perfil que su puesto reclama.
Dívar -al que parte de la izquierda reprocha que tenga convicciones religiosas o morales y no sea lo bastante sectario- responde al retrato del juez que uno quisiera que se encargase de juzgarlo: escrupuloso, imparcial, bondadoso, contenido. Ha presidido con dignidad y acierto la Audiencia Nacional bajo gobiernos del PP y del PSOE, y genera consenso y expectativas de prudencia. Cuando los pumpidos y garzones de turno defendían que los jueces se plegasen al interés del poder por la negociación con los terroristas, él se negó en redondo diciendo que eso equivalía a inducir a la prevaricación. Así debía ser al menos la mayoría de los miembros de la cúpula de la justicia, pero los intereses de partido lo han convertido en una rara avis que además tendrá que ejercer rodeado de comisarios políticos. Su nombramiento relaja tensión y aporta cierta tranquilidad a un pilar del Estado cimbreante bajo el embate del banderismo partidista, pero el clima es tan turbio que hay quienes, acostumbrados a los desengaños, sospechan en la maniobra la existencia de gatos encerrados o segundas intenciones solapadas.
En una democracia realmente madura, lo suyo sería que los altos cargos de arbitraje se nombrasen a propuesta de la oposición, pero hay que reconocer que en nuestro crispado y alicorto desarrollo político tal hipótesis constituye algo más que una utopía. Conformémonos, pues, con que de vez en cuando haya un relámpago de lucidez que ilumine la responsabilidad de gobierno, y confiemos en que el presidente Zapatero no haya llegado a ese nirvana de autismo en que sólo se acierta por error.

http://www.abc.es/20080924/opinion-firmas/cuando-acierta-zapatero-20080924.html

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