domingo, septiembre 21, 2008

Iñaki Ezkerra, Sumo derecho

Sumo derecho

22.09.2008 - IÑAKI EZKERRA

C on Garzón y su proclamación del derecho de los muertos a ser desenterrados o a desenterrarse por su propia cuenta, la legislación española anda rozando ya la inusitada figura del 'derecho póstumo'. Los nacionalistas se inventaron hace unos años los 'derechos colectivos', que es una idea temeraria porque borra los contornos del individuo, único sujeto de derecho, para reemplazarlo por una masa étnico-informe y patriótica-ameboide. Ahora estaríamos ante una ofensiva tanto o más peligrosa que aquella pues lo que se borraría sería la frontera entre la vida y la muerte. ¿Quién reclama, interpreta y aplica los derechos de los muertos sino los vivos? A partir de Garzón ya no es delito el clásico caso del cobro de la pensión de la Seguridad Social de un difunto que tradicionalmente ameniza las secciones de sucesos. De los derechos del 'nasciturus' habríamos dado un salto metafísico sin precedentes a los derechos del 'moriturus'. Así está este país: la derecha cabreada porque no se respetan los derechos de los que no han nacido y la izquierda más cabreada aún porque no se respetan los derechos de los que se han ido. No es extraño que en tal situación, ontológicamente complicadilla -hay que admitirlo-, el paro crezca y no se reconozca ya ni el derecho al trabajo. Aquí todos tienen derechos menos los vivos.
La clave de esta proliferación insensata de derechos a tutiplén me la dio una vez una tertulia televisiva en la que, a mi objeción de que en la Carta Universal de 1948 no figuraba como 'humano' el llamado 'derecho de autodeterminación', alguien me contestó airado: «¡Es que si sólo vamos a llamar derechos humanos a los que figuran en la Carta Universal vamos listos!». Uno se ha acordado muchas veces de aquella desconcertante y gráfica respuesta. Es la de quien no se ha percatado de que el derecho, como el agua, es un bien limitado; de que los derechos de la Carta no son 'derechos a la carta'; de que no se pueden inventar derechos porque sí; de que no son juguetes que nos trae el Olentzero sino conquistas escasas y milimetradas de toda la Humanidad. Ese tipo no había reparado en que cada derecho que figura en esa Declaración es el producto de una vieja experiencia y una reflexión larga; en que ha sido pensado y repensado, medido y requetemedido para que no pise a otro derecho. Pues el problema básico de los derechos es que tienden a pisarse entre sí. 'Sumo derecho, suma injuria' dice un proverbio de Terencio tan rico que sirve tanto para el juez estricto como para el demandante pródigo y querulante.

http://www.elcorreodigital.com/vizcaya/prensa/20080922/opinion/sumo-derecho-20080922.html

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