miércoles, septiembre 03, 2008

German Yanke, Crisis economica y politica

miercoles 3 de septiembre de 2008
Crisis económica y política

Germán Yanke
El drama de la crisis económica tenía que tener también, cómo no, su lado cómico. Veo en la televisión —y escucho— a una dirigente socialista que afirma que lo que realmente está ocurriendo es el fracaso estrepitoso de la economía capitalista y que es la derecha la que debe reflexionar sobre su final. De hecho, añade, todo lo que nos pasa ahora se originó en Estados Unidos, en donde se aplica una política económica neoconservadora, la que en España defiende el PP. Y, viéndola, se diría que se quedó satisfecha. Con argumentos así, ya se puede desgañitar Mariano Rajoy pidiendo que el Gobierno “diga la verdad” sobre la crisis y quejándose de que la situación se le haya “ido de las manos”.
La oportunidad del PP en estas circunstancias es doble, para qué negarlo. Mientras el Gobierno no se enfrente a las reformas estructurales necesarias y deje de ampararse en el Presupuesto para dar una sensación paternal, no tiene más que esperar sentado, decir cosas como las que ha dicho Rajoy, y contemplar el deterioro de la confianza en el PSOE, el descenso de ese partido en las encuestas y el nerviosismo de sus popes. Si es, que no del todo, estratégicamente recomendable, no parece del todo aconsejable. Voy por ello a la segunda de las oportunidades, pero recuerdo que, al fin y al cabo, el fracaso de la derecha en las últimas elecciones también tuvo causa doble: hizo lo que seguramente era un diagnóstico acertado con malas artes y cuando quiso pasar a las soluciones ya era tarde. O, tal y como se había comportado, ya no era su estilo.

Pero ahora, todavía en el comienzo de la legislatura, pasadas y abatidas las turbulencias que pasó el partido tras las elecciones, el PP podría añadir al diagnóstico sus soluciones. Y la conexión de éstas con una determinada concepción de la política. Los problemas de la economía son iguales para todos, pero las políticas económicas responden a esquemas doctrinales dispares. Las hay que confían en el Estado protector que considera, con fe inquebrantable, que sabe lo que todos y cada uno precisamos, lo que nos conviene aunque no lo hayamos pedido, y nos dispensa “ayudas” que pagamos nosotros. Y las hay que, más que confiando respetando la iniciativa de cada uno, muestran un educado escepticismo sobre el afán intervencionista de los poderes públicos.

Muchos analistas y sociólogos —el propio PP antes de los últimos comicios— parecen convencidos de que, sin el desastre del contrario, sin la deserción hacia la abstención, la derecha ya no podrá conseguir el poder. Eso sí que es pensamiento único, aunque sea el del adversario. Más que una ofensa al PP, aunque la protagonicen algunos de sus dirigentes, lo es al concepto mismo de debate político, a la capacidad de convencer y ser convencido, a la pedagogía doctrinal, a la inteligencia de quienes no se conformen con el dogmatismo o el fatalismo. Podría probar el PP, con tiempo tras las recientes elecciones y en el momento en que muchos ciudadanos buscan respuestas a las preguntas evidentes, a explicar sus recetas, su política económica, su visión de la economía en una determinada concepción de la sociedad y la política. Estoy seguro de que sería, ésta sí de verdad, una oportunidad.

http://www.estrelladigital.es/diario/articulo.asp?sec=opi&fech=03/09/2008&name=german

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