jueves, septiembre 25, 2008

Ferrand, Estampas españolas

Estampas españolas

M. MARTÍN FERRAND

Viernes, 26-09-08
ANTONIO María Rouco Varela, cardenal-arzobispo de Madrid y presidente de la Conferencia Episcopal, es natural de Villalba, la misma ciudad lucense en la que nació Manuel Fraga. Mariano Rajoy vino al mundo en Santiago de Compostela, un hermoso y típico pueblo de la provincia de La Coruña. Los dos son gallegos del norte, pero se advierte entre ambos la diferencia de origen. Según Álvaro Cunqueiro, a quien suelen denostar quienes no han tenido el gozo de leerle, el epicentro mágico de Galicia hay que buscarlo en Mondoñedo y eso, en lo que a la magia se refiere, le beneficia más, por razones de proximidad, a Su Eminencia que a Su Excelencia. Lo contrasto porque algo telúrico tiene que entrar en el juego para que, de buenas a primeras, Rouco diga, delante del mismísimo nuncio de la Santa Sede en España: «No sé exactamente cuál es la política del Partido Popular».
No es necesario ser profesor de Teología, diestro en latines y haber estudiado en Múnich para poder llegar, con autoridad, a la ignorancia que confiesa el cardenal. No creo que tampoco Rajoy sepa muy bien cuál es la política de su propio partido. El relativismo y el oportunismo -la renuncia a un esqueleto de ideas y principios- hace que todo resulte hoy provisional, inescrutable y, en cualquier caso, fofo. Pero -ahí está la cuestión-; cuando Rouco dice no saber cuál es la política del PP, ¿quiere darnos a entender, con la sutileza del contraste, que alcanza a saber cuál es la del PSOE de José Luis Rodríguez Zapatero?
Sabemos del presidente del Gobierno que lo suyo es, en los días en que consigue sacudirse su vocación necrofílica, hacer el ridículo internacional con un quiquiriquí triunfalista que no concuerda con la realidad española. La de la crisis que, con gran desvergüenza, asegura Pedro Solbes no haber negado nunca. La de un Gobierno achulado y autoritario en el que una ministra sandunguera, acosada por su propia torpeza, es capaz de responder, ¡en sede parlamentaria!, con el clásico eso no me lo dice usted en la calle.
Ya sabemos que entre las más duras obligaciones inspiradas por Roma al presidente de la Conferencia Episcopal está la de tratar de entenderse con el Gobierno o, cuando menos, limar algunas de las asperezas que brotaron en la legislatura anterior. ¿Es necesario para ello zaherir a Rajoy? Quizá lo sea y muy posiblemente así lo merezca el disperso y perezoso monopolista de la oposición; pero no deja de sorprender el gesto episcopal. Ya en el Concilio de Illíberis, cuando nacía el siglo IV, se les prohibió a los cristianos peninsulares trato alguno con los judíos. ¿Será judío Rajoy? Habrá que preguntárselo a Javier Arenas, que, sin llegar a monaguillo, es el único que parece tener claro el rumbo de un PP en el que Rajoy ha conseguido el poder sin adhesión alguna. Una novedad en la historia del mando.

http://www.abc.es/20080926/opinion-firmas/estampas-espanolas-20080926.html

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