jueves, septiembre 25, 2008

Ferrand, Corrupcion y-o despilfarro,

Corrupción y/o despilfarro

M. MARTÍN FERRAND

Jueves, 25-09-08
EN España, que a los efectos a los que voy a referirme es inequívocamente una y sin tendencia separatista alguna, tienden a confundirse el despilfarro del dinero de todos con la corrupción. Son, aunque igualmente indeseables y dañinas, cosas distintas. La corrupción, por buscar puntos de referencia, respeta los supuestos de la Ley de Lavoisier: la materia ni se crea ni se destruye, sólo se transforma. Gracias a la corrupción un administrador público -local, autonómico o nacional- puede llegar a pagar doscientos por un servicio o un producto que sólo vale cien; pero los otros cien no se subliman, no pasan al estado gaseoso: enriquecen la bolsa del proveedor privado que, mediando o no un concurso público, atiende la demanda de la Administración. De ahí que la sabiduría popular -tan fina, tan resignada- tenga dicho que administrador que administra y enfermo que se enjuaga, algo tragan.
El despilfarro es mucho más español que la corrupción. Aquí somos capaces, sin que nadie se embolse un euro indebido, de gastarnos en una falsa inauguración, como la de los Teatros del Canal, 1,2 millones de euros en una fiesta ostentosa con un catering de 140 euros por barba. Previamente la Asamblea de Madrid había aprobado la innecesaria y también despilfarradora construcción de los citados teatros, que, con cuatro años de retraso y duplicados costes, podrán abrir sus puertas al público, en claro ejercicio de competencia desleal con la disminuida iniciativa privada del sector, el año próximo. En esto no se respeta a Lavoisier. La materia -el dinero- se evapora. Nadie se lleva nada que no le corresponda; pero, dado lo inútil del hecho y la manía de grandeza que acredita, podría haberse evitado o, cuando menos, moderado a la vieja usanza: con una copa de vino español y unas aceitunas. Incluso rellenas.
La corrupción es más mensurable. La ONG Transparencia Internacional, que preside Antonio Garrigues, publica cada año el ranking mundial de la especialidad. Así sabemos que Dinamarca y Suecia son los dos países en los que sus ciudadanos tienen menos percepción de tan denostable vicio público. Son los más puros. España -en el puesto 28 de la lista- es un poquito más corrupta que Estados Unidos, Japón o Francia y un poquito menos que Portugal o Italia. Lo malo es que la percepción crece y estamos peor que el año pasado, en el que ya lo estuvimos con respecto al anterior.
En la antigua Roma las vestales, sacerdotisas públicas, por no cumplir su primera misión, mantener encendido el fuego sagrado en el templo de Vesta, podían ser azotadas; pero si se corrompían, si perdían la virginidad de la que arrancaba su idoneidad para el puesto, eran lapidadas sin piedad. Aquí y ahora, lo del despilfarro es de más difícil tratamiento; pero la corrupción, sin llegar a la decapitación, se corregiría con el alejamiento perpetuo de los corruptos

http://www.abc.es/20080925/opinion-firmas/corrupcion-despilfarro-20080925.html

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