martes, septiembre 09, 2008

El conflicto de Georgia, transfondo económico y geopolítico

miercoles 10 de septiembre de 2008
Por fin entenderá lo que pasa

El conflicto de Georgia: transfondo económico y geopolítico

Olvidémonos de la huera retórica sobre “autodeterminación de los pueblos”, “derechos humanos” y otras mandangas. De lo que aquí se trata es de gas, petróleo y poder.

elmanifiesto.com

10 de septiembre de 2008

Empecemos con el gas. Rusia considera que es muy limitada la libertad de maniobra que tiene la Unión Europa en su apoyo a las posiciones de Estados Unidos: el invierno se acerca y Moscú tiene la llave de los gasoductos que surten a los países europeos. El grado de dependencia de Europa respecto al gas ruso es enorme: el 26 % del consumo europeo de gas proviene de Rusia; el 38% del consumo alemán; el 65,7% del austriaco; el 74,6% del checo; el 25 % del francés. A ello hay que sumar otro dato fundamental: un país consumidor de petróleo puede buscar fuentes alternativas. Un consumidor de gas, en cambio, está básicamente en manos de los dueños de los gasoductos. Y en el caso de Europa, el dueño es Gazprom, la gran empresa gasista rusa, junto con su artífice, el ahora primer ministro ruso, Vladimir Putin, a quien muchos llaman con razón Gasputín.
Sólo una de las medidas occidentales ha hecho mella en el gobierno ruso: la presencia de barcos de guerra de la OTAN en el Mar Negro. Estos buques militares que circundan desde hace días la costa georgiana, ucraniana y rusa, con el pretexto de dar ayuda humanitaria a Georgia, le han puesto los pelos de punta a Moscú, porque son una réplica directa a la intervención rusa en Georgia. Si Rusia intentó mostrar quién manda en su periferia, Estados Unidos quiere probar que, aun sin los georgianos y sin Ucrania, la OTAN domina el Mar Negro (desde donde podría atacar a Rusia por la planicie que se extiende entre Rostov y la legendaria Stalingrado —hoy Volvogrado—), al tiempo que controla el Bósforo y los Dardanelos, que son la puerta de entrada y de salida al Mar Negro, y más grave aún, al Mar Egeo y al Mediterráneo. Un recordatorio oportuno en estos momentos, porque entre otros productos, 1.360.000 barriles de petróleo ruso atraviesan cada día los estrechos.
Estas medidas —un anuncio ominoso del posible renacimiento de la Guerra Fría— han comprometido a otros actores en el drama caucásico. Turquía, guardián del Bósforo y de los Dardanelos, está entre la espada de la OTAN y la pared de la presión de Moscú. Rusia es el principal socio comercial de Ankara y proveedor del 60 % de su energía. Para presionar al gobierno turco, en las últimas dos semanas Rusia ha detenido mercancías turcas por 3.000 millones de dólares en sus puertos y le ha recordado a Turquía los términos de la Convención de Montreux (1936), que limita el número de días en que navíos de guerra pueden permanecer en el Mar Negro.
Moscú trató de obtener, asimismo, el apoyo de China y de los países de Asia central en la reunión de la Organización de Cooperación de Shanghai que se celebró el 28 y el 29 de agosto en Tajikistán. Los chinos tienen muchas razones para no apoyar a Rusia; los países de Asia central tienen menos. Pero la moneda está en el aire: en el Cáucaso y en Estados Unidos. Una Guerra Fría globalizada puede ser el primer reto al que tenga que hacer frente el nuevo presidente norteamericano.

http://www.elmanifiesto.com/articulos.asp?idarticulo=2699

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