jueves, septiembre 18, 2008

Eduardo San Martin, Zapatero, por peteneras

Zapatero, por peteneras

EDUARDO SAN MARTÍN

Viernes, 19-09-08
EL Tesoro norteamericano se ha negado a acudir al rescate de Lehmann Brothers, pero la quiebra de este gigante mundial de las finanzas habría venido en auxilio de un Zapatero cada vez más a la intemperie por el cambio climático que está provocando la crisis internacional en la economía española. O eso es lo que él cree. El problema del presidente español no es que pretenda confundirnos sobre la naturaleza y gravedad de la crisis, sino que finge engañarse a sí mismo. Tras la quiebra de Lehmann, «ya nadie puede dudar del origen de la crisis», sentenció aliviado ¿Pero alguien le ha interpelado alguna vez sobre el origen de la crisis? Adicto al método Ollendorf, el presidente suele esquivar las aristas de las preguntas con la pirueta de una respuesta por peteneras. El debate ya no es sobre genealogías, sino sobre consecuencias. De forma que, como quiero pensar que un presidente de Gobierno, incluso éste, no puede vivir instalado en la inopia, resulta complicado concederle el beneficio de la buena fe.
Zapatero insiste en convencerse (y en convencernos) de que, como en España no está el origen del estropicio, nuestra economía se encuentra a resguardo del tsunami provocado allende el Atlántico. Seguro que a los habitantes de Texas no les consuela el hecho de que el huracán que acaba de destrozar sus vidas y sus haciendas se haya formado en el interior de Sudán antes del verano. Lo que les importaba era la fuerza del viento y la capacidad destructora con la que llegaba a sus costas.
El sistema financiero español, cuentan los expertos, goza de una buena salud relativa a pesar de los pesares. Hasta ahora. Ya se sabe lo que valen los pronósticos de los analistas económicos. En cualquier caso, nuestra red bancaria será razonablemente fuerte, pero no es inmune. Cuando saltó el caso de las hipotecas basura, hace ahora un año, José María García Hoz escribía en este periódico un artículo muy revelador; y premonitorio de lo que se nos venía encima. La globalización había derribado las fronteras en el mercado de capitales, y ya no había diferencias, por ejemplo, entre renta variable y renta fija, de forma (y el ejemplo es mío) que nuestros planes de pensiones podrían estar financiando, quién sabe, la compra de una casa en Kentucky con una hipoteca basura. Un mundo desconocido «cuya principal característica es que resulta misterioso también para las autoridades económicas nacionales y supranacionales, así como para los supervisores bursátiles». En consecuencia, ¿cómo puede atreverse nadie a asegurar que un determinado sistema financiero nos está contaminado? Habrá que esperar. Y rezar.
Así que, por el momento, la cuestión no es esa. A las tribulaciones de un mercado inmobiliario en caída libre y de un consumo con encefalograma plano, España suma una hipoteca peor que las subprime: la necesidad perentoria de buscar en el extranjero diez de cada cien euros de los que alimentan nuestra economía. Esa es la dimensión de nuestro déficit exterior; la cantidad que necesitamos que nos sigan prestando para que no se nos caiga el tinglado. Y, como sabe cualquier ama de casa, son unos tiempos pésimos para quienes deben vivir de préstamos ajenos.
Volvamos atrás. A nadie le importa ya la etiología de la enfermedad, salvo para que no se vuelva a producir. Las radiografías alarman, pero no curan. Para el que no puede pagar una hipoteca resulta irrelevante si la culpa es de LB y de otras instituciones que han construido una banca fantasma al margen de los depósitos, o si es la burbuja inmobiliaria. Quieren saber cuánto va a durar esto y cuál es la salida. Y algún esbozo sobre el paisaje después de la batalla. ¿Es que ya nunca más vamos a obtener garantías sobre la integridad de nuestros ahorros? ¿Sigue teniendo sentido guardar para la vejez? No se trata de la retórica de la hormiga previsora y la cigarra pródiga. Hablamos del ahorro de un país, el combustible que alimenta los motores de cualquier economía. Como se ve, todo gira en torno a la confianza. La de los ahorradores en los bancos, y las de los ciudadanos en el Gobierno. Y Zapatero, lo dicho: por peteneras.

http://www.abc.es/20080919/opinion-firmas/zapatero-peteneras-20080919.html

No hay comentarios: