martes, agosto 26, 2008

Ismael Medina, Buitres sobre las victimas

miercoles 27 de agosto de 2008
Buitres sobre las víctimas

Ismael Medina

E LUDO pronunciarme sobre las eventuales causas de la catástrofe aérea del avión de Spanair. Aguardaré hasta que la comisión de investigación y la instrucción judicial dicten su veredicto, certero o engañoso. Según la vicepresidente del gobierno les llevará entre uno y dos años. ¿Un plazo políticamente necesario que conviene al ocupante de La Moncloa? No se me oculta que este tipo de indagaciones son siempre complejas, sobre todo cuando se tarda en encontrar las llamadas “cajas negras” cuyo contenido permite avanzar en el conocimiento de lo que realmente sucedió. No es el caso del siniestro del miércoles en el aeropuerto de Barajas ya que dichas “cajas negras” fueron halladas casi de inmediato. La investigación de accidentes aéreos de pareja o menor magnitud en otros países se sustanció con relativa rapidez. Pero entre nosotros no parece que las cosas sean igual. Hay que recordar cómo apremiaba el P(SOE) al gobierno Aznar cuando se estrelló el Yack-42 en que perecieron militares españoles que retornaban de Oriente Medio. Y el ocultamiento que favoreció Bono, ministro ya de Defensa, en el caso el abatimiento desde tierra en Afganistán (lo fue realmente) de un helicóptero Congar diseñado para exploración marítima y del todo inadecuado para acciones de guerra.

Cuando se registran accidentes de esta índole, los cuales se traducen en un gran caudal de víctimas, suelen entrar en colisión no pocos intereses de las partes afectadas: la empresa constructora de la aeronave, la compañía propietaria del avión siniestrado, los sistemas de control y revisión, la autoridad aeroportuaria y el órgano correspondiente de la Administración , en este caso el ministerio de Fomento. También sucede en accidentes ferroviarios o de otra índole. Y no es infrecuente que al final se atribuya a un “error humano” de quienes conducían el vehículo y no pueden defenderse pues también perdieron la vida. La cuerda se rompe casi siempre por la parte más débil.

He leído y escuchado las más disparatadas e incluso estúpidas especulaciones sobre la causas de la catástrofe, entre ellas las de la titular del ministerio de Fomento que a poco de ocurrir el siniestro ya insinuaba indecisas culpabilidades. Temían Rodríguez y el gobierno que prosperase el rumor de un posible atentado terrorista. También Rodríguez ha demostrado una vez más su condición de demagogo al deslizar acusaciones sobre Spanair, hoy por hoy aventuradas, en su encuentro con los caciques canarios. Un estadista o un político con clara percepción de sus deberes están obligados a tascar el freno, guardar sus opiniones y contribuir al serenamiento de los ánimos. Pero Rodríguez no es ni lo uno ni lo otro. Es posible que los dirigentes de Spanair, llevados por un instinto defensivo, no fueran diligentes y claros en el comportamiento que les incumbía a posteriori. Pero los responsables de los altos mandos de la Administración están obligados a esperar, insisto, que la comisión de investigación aporte datos fiables. Una comisión, por cierto, que se establece y comienza a trabajar de inmediato en cumplimiento de una normativa internacional y no a iniciativa del gobierno como insinuó la Fernández de la Vega.

Dos días después proseguían en los medios aportaciones subjetivas y contradictorias de personas comunes y técnicos buscados con linterna que sólo contribuyen a acentuar aún más la confusión.

Una caricatura publicada en “Diario Jaén”, de la que tomo el título, da en la diana del cruel despelote informativo a que hemos asistido:

Dos buitres situados ante las cámaras dialogan con una telespectadora. El primero explica:

- Tenemos en directo a Pili. ¿Qué relación tenías con el que iba en el avión accidentado?

Responde Pili:

- Es mi vecino. Pero… ¿esto para qué sirve?

Responde el buitre locutor mientras babea de placer:

- Para nada. Pero así nos sale la ecuación morbo=audiencia.

Cierra el otro buitre locutor:

- Y ahora veamos como ha tomado la Casa Real la catástrofe y qué opina José Tomás.

Parejas sensaciones a las del caricaturista jiennense me han acometido ante el espectáculo de la pasión necrófila de fotógrafos y cámaras de televisión robando imágenes de muertos y heridos sin respeto alguno a la intimidad última que éstos y sus familiares merecen. Buitres que se abalanzan sobre los cadáveres y la carne ensangrentada todavía viva con voracidad de carroñeros de la imagen. O esas locutoras que arriman los micrófonos a los familiares de las víctimas con preguntas tan estúpidas como inconvenientes mientras las cámaras hacen tomas de los rostros descompuestos por la incertidumbre y el dolor. Afrontan la muerte y el duelo ajenos con la misma procacidad que si se tratara de uno de esos asquerosos programas que llaman “rosa” y que Rafael García Serrano denominó con tino y realismo “periodismo del bidé”.

A lo largo de mi vida he sufrido dos accidentes aéreos y la muerte de una hija en accidente ferroviario. Conozco en carne propia hasta donde alcanzan la proclividad a difundir rumores sin base alguna, las opiniones arbitrarias de gentes que hablan por hablar, las especulaciones oportunistas de colegas y los manejos de empresas y autoridades para eludir sus propias responsabilidades y condenar a quienes fueron víctimas de sus errores, descuidos e irresponsabilidad profesional.

Siento náuseas cada vez que abro el televisor, conecto una emisora de radio o leo un diario. En la noche del jueves escuché brevemente en Intereconomía las retorcidas sandeces de Julián Lago, empecinado en asumir el papel de acusador sin pruebas. Sentí la tentación de arrearle un puñetazo virtual. Lo hice de la única manera a mi alcance: apagué el televisor.

Me siento avergonzado de llamarme periodista ante denigrantes espectáculos como éstos a que me refiero convertidos en buitres insaciables.


http://www.vistazoalaprensa.com/firmas_art.asp?id=4791

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