miércoles, agosto 20, 2008

Antonio Burgos, Educacion para la supervivencia

Educación para la Supervivencia

ANTONIO BURGOS

Miércoles, 20-08-08
HÁGASE la siguiente composición de lugar de algo que puede ocurrirle perfectamente en los días que quedan del verano: está usted en la playa, a una hora ya bastante tardía. Como en la vieja canción del verano, «la playa estaba desierta». Allá a lo lejos, un señor pasea con su perro. Allá dentro, en la arena seca, unos novios debajo de una sombrilla se dan los últimos achuchones de la jornada mientras recogen los bártulos. Familias enteras se encaminan con su impedimenta butaquera a las escalerillas, de retorno al apartamento. En las tumbonas del hotel, dos turistas alemanes y una turista inglesa siguen apurando los últimos rescoldos de sol, detrás de sus libros de reglamento. Todo es idílico, como sacado de unos versos de «Mirando al mar soñé». De pronto, dentro del agua, donde no se hace pie, oye usted unos gritos. Hay como dos cabezas de lejanos bañistas solitarios. De allí proceden los gritos. Uno de los dos lejanos puntos aparece y desaparece alternativamente dentro del agua. Escucha usted ahora de pronto una voz: «¡Socorro!».
Interrumpo la narración, porque no quiero encontrarme en ella y no le arriendo las ganancias si en ese trance se encuentra. ¿Usted sabría lo que hacer si se encuentra solo en la playa ante el caso de un señor que se está ahogando? Yo no tengo ni idea. En el caso que he descrito, me limitaría a correr como las balas hacia la caseta de los socorristas para alertarles la urgencia, o buscaría a los de la zodiaz de la Cruz Roja. Y punto pelota, que dicen los clásicos. Ahí terminan todos mis conocimientos en materia de salvamento de náufragos, como me imagino que acaban los suyos.
Y como este ejemplo que le he puesto de qué hacer en caso de encontrarse con la angustia de un señor que se está ahogando digo en el supuesto de ir por la carretera y toparse a un coche que acaba de tener un accidente y están allí dentro sus ocupantes malheridos y sangrantes, y usted es el primero que llega. ¿Sabe qué hay que hacer en ese caso, aparte, claro de llamar al 112 para pedir auxilio? Porque yo tampoco sé qué hacer en tal caso, ni me imagino qué haría si en tal me hallara.
Y quien dice el ahogado o el accidente en carretera dice el fuego en casa, eso que empezará a ocurrir de aquí a nada, con los primeros fríos y las primeras mesas de camilla, que un brasero prenda las faldas del calorcito acogedor y salga aquello ardiendo. ¿Qué es lo conveniente hacer? ¿Abrir las ventanas o cerrarlas? ¿Intentar apagar las llamas o huir?
Y sin salir de la salita de la mesa camilla del ejemplo: si ve usted que la lámpara tiembla, y que del mueble-bar empiezan a caer al suelo tonterías de cerámica, aparte de pensar que hay un temblor de tierra, ¿sabe qué hacer? ¿Hay que huir escaleras abajo o mejor rezar a la Virgen de los Reyes?
Si supiera manejar los datos demoscópicos, le diría cuántas muertes inútiles y más que evitables se producen al año en España por no saber responder a las preguntas más elementales en materia de primeros auxilios y supervivencia. No tenemos ni idea de qué hacer obligatoriamente ni de qué no hacer bajo ningún concepto en casos de emergencia. No hay campañas cívicas de información, con lo fácil que sería. En los colegios no se enseña a los chavales nada de primeros auxilios, ni la respiración boca a boca. Con lo útil y conveniente que sería instruir a toda la población de qué hacer ante un fuego, un accidente de circulación, un terremoto, una inundación. O ante algo tan simple como un señor que en la barra del bar o en la mesa del restaurante se ha atragantado con un trozo de carne y se está asfixiando. ¿Saben los camareros qué hacer para auxiliar a los clientes que sufran un atragantón mortal así?
No, nadie sabe nada. Todo lo confiamos al 112. Y el 112, claro, muchas veces llega demasiado tarde. Y digo yo: en vez de tanto comecocos de Educación para la Ciudadanía, ¿no sería mejor que en los colegios se enseñara Educación para la Supervivencia? Más útil que los escolares sepan tanto sobre las familias monoparentales es que conozcan qué hacer para salvar la vida a ese niño chico que se cayó a la piscina sin que nadie se diera cuenta y que ahora, cuando llega el 112, siempre está ya muerto el pobrecito.

http://www.abc.es/20080820/opinion-firmas/educacion-para-supervivencia-20080820.html

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