miércoles, julio 23, 2008

Pablo Sebastian, El circo del sol

El circo del sol

Pablo Sebastián

El discurso sentimental de Zapatero, con el que ha pretendido festejar los 100 días del Gobierno bajo una carpa circense muy apropiada para esta ocasión y en plena crisis económica, que sigue sin mencionar, se mantiene dentro de los parámetros de su “optimismo antropológico”. Pero choca con la cruda realidad que ayer le recordaron todos los diarios nacionales —impresos y digitales, incluido el pro gubernamental El País—, otorgando al presidente un sonoro suspenso por esta situación de la que dice asumir la “responsabilidad” pero sin explicar el cómo.
A no ser que esté a punto de cesar, en pos de la pronta recuperación de la confianza, al vicepresidente económico, Pedro Solbes, como responsable de la negación de la crisis y de la falta de previsión y de medidas urgentes, como las que debieron implementarse hace dos años para así amortiguar el duro impacto de una situación que ya se acerca a la recesión, y de la que debieron avisar, con tiempo suficiente, a los ciudadanos ahora cazados en la trampa de la euforia económica y del gasto sin control.

Ni siquiera el golpe de efecto de la oportuna, u “oportunista” —por muy importante que sea, que sin duda lo es— captura del ‘comando Vizcaya’ de ETA, que Rubalcaba ha querido situar en el aniversario de los 100 días para darle un respiro al presidente, le servirá a Zapatero para distraer a los ciudadanos de su principal preocupación económica. Ni para pretender, como lo intenta, que el líder de la oposición, Rajoy, que hoy le visita en la Moncloa, le firme un cheque en blanco en este capítulo, como tampoco debería el presidente del PP regalar a Zapatero la renovación del Tribunal Constitucional si no queda restituida la igualdad entre los magistrados de uno y otro lado del arco político, para que el debate y la votación sobre el Estatuto catalán cuenten con garantías de equidad.

Naturalmente, el encuentro entre Zapatero y Rajoy en Moncloa, el décimo desde la llegada del PSOE al Gobierno en el 2004, apunta más a otro nuevo desencuentro en la cuestión fundamental de la economía —podrían existir avances en el contencioso de la Justicia—, aunque uno y otro, en las horas previas, hayan declarado su disposición a pactar. Lo que, al día de hoy, parece responder a la batalla de propaganda y opinión pública que suele rodear este tipo de reuniones, y en la que cada una de las partes pretende presentarse como la más dialogante, intentando culpar al contrario de toda falta de acuerdo sobre las cuestiones de candentes actualidad: economía, terrorismo, política territorial, acción exterior y gobierno de la justicia.

Aunque todas las miradas estarán centradas en la cuestión económica y en su deriva territorial, ante las pretensiones catalanas de salir primados del que se espera nuevo reparto de la financiación del Estado y la fiscalidad, lo que, de momento, ha sido negado por el vicepresidente Solbes, no se sabe si para no calentar la llegada de Rajoy a la Moncloa o si para hacerse el duro en un momento en el que el primer responsable de la economía está en sus más bajas cotas de popularidad y veremos si pendiente de una petición de cese por parte de Rajoy. E incluso de una no lejana reprobación en el Congreso de los Diputados, a la que se podrían sumar, además del PP, los parlamentarios nacionalistas y de IU, cada uno por sus propios motivos, como ya ocurrió con la ministra Álvarez en el Senado, aunque en este caso semejante votación tendría una gran trascendencia política que prejuzgaría el boicot a los Presupuestos Generales del Estado.

El presidente está tocado, se le ve preocupado y, poco a poco, va cediendo terreno. Y aunque en la fiesta circense de los 100 días del Gobierno no quiso hablar de la crisis, sí accedió a pedir “austeridad y solidaridad”, al tiempo que rechazaba el “plan de choque” del que habla Rajoy, y cuyo contenido sigue siendo otro misterio por resolver por parte del líder del PP.

Aunque un misterio no tan grande como el de la personalidad y el liderazgo de Zapatero, cada vez más frágil e inconsistente, visto al trasluz de la crisis económica y de sus errores en la política territorial, por más que se empeñe en vestir la capa roja del audaz trapecista que salta sin red y que se juega la vida en favor de los pobres, agitando su discurso feminista y de ONG, que empieza a resultar un tanto manido. Como su empeño a la hora de hablar de una política económica de la izquierda y socialdemócrata que dinamitará, ideológicamente hablando, porque las cosas, irremediablemente, irán a peor y entonces la oposición dirá que las recetas de la izquierda son un fracaso total.

El circo del sol de Zapatero no levanta entusiasmos. Poco éxito tuvieron sus tímidos malabares sobre la eutanasia, el aborto y la laicidad, que el presidente presentó como logros de la izquierda y que podrían ser apoyados por cualquier liberal. Hasta su discurso de la izquierda se ha quedado corto y plegado de claras contradicciones. Y, si no, ¿por qué no osó plantear la reforma de los acuerdos con el Vaticano? ¿Acaso alguien cree progresista el decreto europeo que permite meter en la cárcel a los inmigrantes ilegales durante un año y medio? Y ¿qué hay de izquierdismo en las anunciadas escuelas segregacionistas catalanas? Y no digamos en el paro y las deudas familiares, por causa de la ocultación del huracán económico para no dañar su campaña electoral. Y ¿qué tiene de izquierdista en la discriminación de hispanoparlantes en el País Vasco y Cataluña?, o la ruptura de la hucha de la solidaridad que pretende el PSC-PSOE con la financiación autonómica, etcétera, etcétera.

En el circo del sol de Zapatero, al malabarista chino —ese buda feliz de Solbes— se le están rompiendo los platos de la vajilla que giraban sobre los bastones de bambú. Y los conejos que Rubalcaba saca de la chistera ya no provocan la menor emoción, ni levantan aplausos las gatas contorsionistas de la domadora De la Vega, como no consigue hacer reír, ni a los niños, el pobre Pepiño Blanco, el payaso de los cien chistes sobre el PP y Rajoy.

El mayor espectáculo del mundo, como acaban de decir a la puerta del circo del sol de Zapatero, no triunfó en el festejo de los 100 días del último Gobierno. Y la razón es muy sencilla, porque: para millones de españoles el “más difícil todavía” no está en la pista central sino en su propia casa y en su familia, donde intentan llegar a final de mes, porque hay problemas de trabajo, de hipotecas y liquidez. Y no porque el petróleo esté por las nubes sino, y sobre todo, porque nadie les avisó, con el tiempo necesario, de lo que se les venía encima y que ahora se han encontrado de sopetón.



http://www.estrelladigital.es/diario/articulo.asp?sec=opi&fech=23/07/2008&name=manantial

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