domingo, junio 29, 2008

Recesion acelerada, Gobierno y oposicion, unidos y hermanados por el error

Y los platos rotos los paga usted

Recesión acelerada: Gobierno y oposición, unidos y hermanados por el error

Manuel Funes Robert

30 de junio de 2008

Los infortunios humanos tienen tres clases de origen: los que proceden de la naturaleza, los que proceden de las pasiones y vicios de los hombres y por último los que nacen de la torpeza, de lo que Keynes llamaba “fallos en los procesos inmateriales de la mente”, refiriéndose, claro está, a los que en los años 30 ensombrecieron al mundo. Si se mezclan los tres elementos, el resultado es explosivo y a ello nos vamos a referir para explicar la crisis económica actual, de la cual no se sale con distingos ociosos sobre la palabra más conveniente o sobre variaciones de décimas del PIB, que nada dicen a quienes no saben cómo se hacen esos cálculos y mucho menos a los que lo saben demasiado bien.

El petróleo está en el centro de la crisis y nos conviene hacer historia, maestra de la vida. Durante más de 20 años el petróleo se vendió a tres dólares el barril, era no sólo barato, sino cada vez más barato, pues el resto de los precios subía. Ello condujo a que todos los procesos productivos, tanto de fabricación como de conservación del equipo capital, considerase despreciable la componente energética de los costes.

En agosto de 1971, Nixon se ve obligado a suspender la convertibilidad parcial en oro del dólar, establecida en los Acuerdos de Bretton Woods. Los jeques árabes, para los cuales el dólar era más un objeto de valor que un medio de intercambio, reaccionan ante dicha pérdida de valor multiplicando en 1973 por cuatro el precio del petróleo, lo que provoca una conmoción sin precedentes; subida intensa de precios con paralización intensa de actividad. El concepto típico y clásico de inflación era encarecimiento provocado por un exceso de demanda, que superaba la capacidad de respuesta del equipo productivo. Se imponía reducir la demanda excesiva y por ello se usaba como armas lógicas la contención de salarios y la subida de tipos de interés. La finalidad era contener la demanda.

El fenómeno nacido en los años 70 no era la inflación clásica, pues tenía una componente de la misma, el alza de los precios, y una componente del fenómeno contrario, la deflación. A los nuevos hechos se les asignó con acierto una nueva palabra, estanflación. Concepto este cuyo sentido ignora Almunia cuando, preguntado en TVE si vivíamos o no en estanflación, respondió “que no entraba en la jerga de los economistas”, siendo como es el segundo cargo, tras el presidente del BCE, en el gobierno de los temas monetarios de la UE.

El encarecimiento es a la inflación lo que el género a la especie, y cuando no se ve tal diferencia y se aplica a la estanflación el tratamiento de la inflación típica y tópica, se incurre en una aberración tratando a una enfermedad con el remedio de la contraria. Es lo que se hace al proclamar con absoluta unanimidad la política de austeridad y de apretarse el cinturón como panacea.

La ola moderna de encarecimientos energéticos no puede ser contenida desde occidente al menos a corto plazo. Es posible que el mundo no soporte el tirón de consumo energético que nace de la incorporación al desarrollo de una parte importante de la humanidad. Pero la desgracia se completa cuando desde los centros rectores de la UE, a más de la predicación y culto por el cinturón, se permite que desde Frankfurt se colabore activamente con la agresión que se recibe desde el mundo árabe.

Un ignorante poderoso, Trichet, apoyándose en una suicida concesión de independencia, está atacando por la espalda a la UE con su política de encarecimientos continuos del tipo oficial y del Euribor.

En España se ha vivido una etapa de reinado de la usura impuesta por Rojo y Solbes, dentro de la cual los tipos de interés en origen alcanzaron cifras tercermundistas -20,56% para celebrar la llegada al poder del PSOE-, manteniéndose en años sucesivos en torno al 13%. Con tales tipos de interés pocos se atrevían a endeudarse hipotecariamente. Pero llega el euro y por fortuna perdemos la soberanía monetaria, hasta entonces en manos de incapaces doctrinalmente hablando. El bajón de los tipos que dicha llegada supuso, anima en 2003 a millones de españoles a comprar pisos con hipoteca. Pronto se llega a grandes rasgos a que la mitad de la población se ha hipotecado por la mitad de su vida y por la mitad de su renta. Y este fenómeno, por su magnitud, supera lo económico para convertirse en un factor político que exige soluciones al margen y por encima de lo que digan principios económicos discutidos y discutibles.

Trichet empieza la oleada de subidas a base de cuartillos incesantes. 23 meses de subidas entre el 2003 y 2007 y con ello, a los hipotecados se les ha subido 1.100 euros de media al año en un año. Multiplicada esa cifra por 15 y 20 millones, que son los afectados, se produce una caída repentina y vertical de la demanda. La cadena SER a fines de 2007 estima en 22.000 millones anuales la capacidad de compra transferida en forma de leva gigante y sin causa del sistema real y productivo al sector financiero.

Contenidas las subidas del tipo en septiembre de 2007, se repiten las subidas en el mes de mayo y probablemente en el actual en otros mil euros de promedio al año por hipotecado, lo cual ya convierte en insoportable para el sistema la enorme capacidad de compra, respecto a cuyo crecimiento no se ve límite, en cuanto al ser esas subidas aumentos de coste, cada subida genera el pretexto para la subida y agresión siguiente. La banca persuadió a tiempo a los hipotecados de que se apuntasen al tipo variable y el 90 % de los hipotecados aceptó subidas intermitentes, casi mensuales y sin limitación. ¿Qué argumentos emplea Trichet? Piensa que estamos en inflación típica y aplica los criterios de dicho fenómeno. No quiere enterarse de que no consigue la estabilidad porque con los tipos al alza ni frena el petróleo ni la subida de los alimentos. Les dice a sus víctimas que cuando les resulta más difícil llenar el depósito de gasolina, el remedio está en que le cueste más trabajo pagar la hipoteca. Y cuando suben los alimentos, el remedio está en privarles de la renta disponible para comprarlos. Agresión químicamente pura que encubre diciendo que lo que busca es disminuir el gasto, que ya está alarmantemente disminuido.

Este panorama siniestro, que va a darle a Bin Laden más triunfo que los terroristas suicidas, tiene algo bueno. Al ser simple la causa resulta simple el remedio: obligando a Trichet a bajar el tipo al 2% y bajar el Euribor, prestando a los bancos al 2 y no al 5%, se devuelve al instante no menos de 300 € mensuales a los hipotecados, con lo cual se reanima al instante la demanda en descenso y se contiene el mal adicional al del petróleo, que es el que procede de nuestros propios errores.

En los artículos semanalmente publicados en Elmanifiesto.com encontrará el lector más detalles de este plan, el único posible, que pasa por la actualización y reformulación por mí del sistema keynesiano. Sarkozy en el mes de agosto y nuestro presidente han alzado la voz contra Trichet y su política monetaria suicida.

http://www.elmanifiesto.com/articulos.asp?idarticulo=2453

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